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Acto para homenajear a las mujeres asesinadas por violencia de género el pasado 25N en Alicante. Shootori
25N | Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres

Ansiedad y autolesiones: cuando los trastornos mentales ocultan un caso de violencia de género

Sanidad detecta 605 víctimas en Alicante en lo que va de año, una cifra que no refleja la dimensión real del problema | El temor a denunciar y la falta de formación en perspectiva de género explica esta realidad

P. Sellés

Alicante

Sábado, 25 de noviembre 2023

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«Lo veo diariamente. Jóvenes que vienen a mi consulta por cuadros de ansiedad o autolesiones y tras los cuales se esconden casos de violencia de género». Así detalla la psiquiatra con perspectiva de género Núria García la facilidad que tiene la violencia de género para sortear el radar de la Administración. Solo en lo que llevamos de año, Sanidad ha detectado 606 casos de violencia de género en la provincia de Alicante a través de su programa de cribado. Sin embargo, eso solo supone la punta del iceberg de una lacra cuya magnitud real se desconoce.

Los profesionales del sistema público de salud cuentan con el Sistema de Información SIVIO, que les permite activar el protocolo contra la violencia de género en caso de que la detecten durante sus diagnósticos. El problema pues ya no es tanto la ausencia de mecanismos de alerta, sino el miedo de las víctimas a denunciar, o la simple incapacidad del sistema para identificar estos casos. En este último apartado entra en juego la limitada formación en perspectiva de género que tienen los sanitarios del sistema público.

Así lo estima la doctora García: «La conselleria ofrece recursos formativos, pero no son obligatorios. Somos las profesionales quienes debemos instruirnos por nuestra cuenta en materia de género». Entre las carencias que la psiquiatra atribuye a la administración se encuentra también la falta de coordinación entre Sanidad y Servicios Sociales, dos áreas esenciales para el seguimiento de estos caos. «Lamentablemente, depende de la voluntad de cada profesional realizar un seguimiento conjunto».

A la limitada detección de la violencia de género también influye la renuencia de muchas agredidas para denunciar. Para la doctora García, se corre el riesgo de que la mujer naturalice o justifique las agresiones. «Muchas se someten al control o al aislamiento por miedo a la reacción de sus parejas. Llegan incluso a compadecer a sus agresores».

La forma de control a la que alude la sanitaria ha permeado hasta las redes sociales, que se han convertido en una potencial vía más de hostigamiento. «Que la pareja sepa la contraseña de sus cuentas, o que monitoree su actividad en redes, son formas de dominación sutil que poco a poco van haciendo mella en la víctima».

Chantaje y vulneración de la privacidad

Los dispositivos móviles también son escenario de un tipo de violencia de género basado en el chantaje. Así lo entiende la psicóloga y sexóloga Aurora Herrera Sánchez-Bretaño, quien alude a las amenazas y coacciones que se pueden dar a resultas de difundir fotos o vídeos de carácter íntimo. Aunque si hablamos de sexualidad, la pornografía centra la mayoría de los debates cuando se habla de la dominación ejercida sobre las mujeres.

Para la psicóloga, la insuficiencia de la educación sexual, sumada al consumo cada vez más precoz del porno, hace que muchos jóvenes adopten este último como modelo de referencia en sus relaciones. «Adoptan por real algo que no lo es, y lo peor es que algunas jóvenes piensan que les debería gustar solo por complacer a su pareja».

Historia de una superviviente: «Me amenazaba con un cuchillo grande todos los días»

Fátima (nombre ficticio) es una mujer marroquí víctima de violencia de género por parte de su expareja, que le amenazaba «con un cuchillo de grandes dimensiones todos los días», según ha señalado en una entrevista con Europa Press.

Según indica Fátima, en su caso las amenazas y las vejaciones eran diarias, pero, entre lágrimas, recuerda algunos de los momentos más duros, tanto para ella como para sus hijos. Uno de estos fue cuando rompió aguas en el embarazo de su segundo hijo. «Me decía que saldríamos al hospital cuando yo fuese a llegar ya muerta», recalca para asegurar que, finalmente, tuvo al niño en el coche.

Además, destaca que durante cierto tiempo tuvo que dormir junto a sus dos hijos menores en un colchón sin muelles, mientras su expareja lo hacía en una cama nueva.

Tras poner fin a su situación, Fátima recurrió a la Asociación Alanna, que le ofreció acompañamiento, ayuda y refugio en los días más difíciles. De hecho, afirma que fue desahuciada del piso donde residía con su expareja, por lo que tuvo que quedarse en una de las instalaciones de la asociación.

El procedimiento jucidial de Fátima aún no ha concluido pero un juzgado de instrucción valenciano dictó auto, al que ha tenido acceso Europa Press, para prohibir a su expareja aproximarse a menos de 200 metros del domicilio de ella, así como de su lugar de trabajo y de cualquier sitio que frecuente. Además, en el momento, se acordó una orden protección a la víctima.

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