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La muerte de un alicantino este pasado viernes, después de haber contraído rabia, ha vuelto a poner de actualidad una enfermedad que es más propia de otras latitudes. También de otro tiempo, y es que España está considerada país libre de ese virus desde 1978. Sin embargo, la enfermedad sigue causando alrededor de 60.000 muertes cada año en todo el mundo, especialmente en países de África.
Fue en este continente, concretamente a Etiopía, donde contrajo la rabia el pasado verano Gabriel S. P., tras el mordisco de un perro en su pierna derecha. El hecho de que no estuviera vacunado, y no hubiera consultado con suficiente antelación a un profesional sanitario, hizo que el desenlace fuera el peor posible para el alicantino.
Los expertos hacen énfasis en los programas de vacunación como principal herramienta para conseguir una inmunidad colectiva (también llamada inmunidad de rebaño) contra esta y otras enfermedades infecciosas. Así lo manifiesta Gonzalo Moreno del Val, presidente del Colegio de Veterinarios de Alicante.
El experto destaca el papel fundamental de la vacunación y los programas sanitarios para prevenir enfermedades graves como la rabia, y apela a la responsabilidad de quienes viajan a países exóticos o en vías de desarrollo para que se informen sobre las vacunas recomendadas en cada caso. «Nuestra cercanía a países que son endémicos en la presencia de rabia, como algunos del continente africano, hace que no debamos bajar la guardia».
También lamenta que, hasta hace pocos años, no todas las comunidades autónomas (que tienen las competencias transferidas en materia sanitaria) hayan mostrado un consenso a la hora de aplicar sus programas vacunales, como por ejemplo Cataluña y el País Vasco.
«La rabia se transmite, en general, por la saliva de animales infectados, normalmente a través de mordeduras o arañazos», asegura Del Val, por lo que la posibilidad de que el alicantino fallecido haya podido transmitir la enfermedad a otras personas es prácticamente inexistente.
A pesar de que el contagio se produjo en julio del pasado año, no ha sido hasta hace menos de un mes que los síntomas se han intensificado de manera crítica. El presidente del Colegio Veterinario reconoce que es «inusual» que el periodo de incubación se haya alargado tantos meses, aunque admite que hay diferentes factores que pueden hacer variar este tiempo, como por ejemplo la carga viral, el lugar del cuerpo donde se ha producido la mordedura, o el estado de salud general del paciente.
También señala que, de haber sido tratado en un tiempo prudencial tras la mordedura, es más que probable que el desenlace del alicantino no hubiera sido fatal. «Es esencial actuar con urgencia ante un caso de sospecha», explica el experto en veterinaria, quien indica que en estos casos se suele optar por administrar un suero hiperinmunizado.
«Podemos extraer dos conclusiones de este caso: que las personas que viajen a zonas de riesgo se informen bien y tomen precauciones, y que se mantengan activos y bien estructurados los programas de vacunación nacionales, incluso si no hay casos recientes, porque la amenaza sigue existiendo y la prevención es la mejor defensa», explica del Val.
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