Mazón, Vox y el botón nuclear
El presidente de la Generalitat continúa gobernando a pesar de su minoría en Les Corts
Carlos Mazón gobierna en la Generalitat Valenciana. Puede parecer una 'boutade', pero no lo es teniendo en cuenta la situación de minoría en la que se han quedado los presidentes autonómicos del PP que salieron del 28-M gracias a pactos con Vox. Por cierto, la misma que tiene el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Congreso de los Diputados, pero con sutiles e importantes diferencias.
El jefe del Consell ha presentado esta semana el nuevo decreto de Vivienda de Protección Pública (VPP), un proyecto ambicioso en que pretende reconstruir esta figura tan olvidada los últimos años por los promotores ante el continuo incremento de los precios en el mercado. No solo eso, sino que cuenta por triunfos los decretos y propuestas que lleva a Les Corts, como la regulación de viviendas turísticas y el incremento del sueldo al personal público de la Generalitat Valenciana, también aprobados esta semana.
Mazón mantiene toda la actividad legislativa de su gobierno a pleno rendimiento, en buena parte gracias a las habilidades negociadoras del nuevo síndic y secretario general del PPCV, el alicantino Juanfran Pérez, de quien dicen que manda más que algunos consellers. Cuando no le apoya Vox, caso de las viviendas turísticas, lo hacen PSPV y Compromís, como ha ocurrido en el incremento de la nómina a funcionarios y políticos.
Desde luego, no era el plan de Mazón ni del PP tener que negociar con la izquierda, al menos no con tal necesidad. Una vez formalizado el acuerdo con Vox, el primero de todos ellos en España a pesar de las directrices de Génova de dejarlo para después de las elecciones generales, la legislatura se le presentaba plácida. Con todo un programa de gobierno por implementar y un enemigo al que echar las culpas de todo lo malo (Pedro Sánchez), Mazón tenía por delante cuatro años para consolidar una mayoría absoluta en 2027, su auténtico objetivo.
Aun con esas, el presidente popular ha sabido mantener muy bien atadas las relaciones con Vox sabedor que era necesario su voto estos cuatro años. De hecho, los consellers de Vox, mucho menos experimentados, incluso les pedían consejo a su homólogos populares para gestionar sus áreas. No podía haber Consell más unido.
La vida era plácida en la Generalitat hasta que de fuera vendrán que de tu casa te echarán. El destemple del presidente de Vox, Santiago Abascal, de salir de sus responsabilidades por la política migratoria rompió estos esquemas el pasado mes de julio. Ni los propios de Abascal creían a su líder cuando les ordenaba abandonar los gobiernos autonómicos.
En la dirección de Vox están muy convencidos por los cantos de sirena de unas elecciones generales adelantadas, que tanto ansían en la creencia de que entrarán, esta vez sí, en el Gobierno de España. Todo ha sido muy atropellado en el escenario de que los comicios serían este otoño ante la situación de Pedro Sánchez.
De ahí la premura para diferenciarse del PP de cara a esa hipotética convocatoria electoral. Abascal no quería llegar a esa contienda confundiéndose con los populares en gobiernos compartidos.
El primero que lo sabía era Carlos Mazón. De primera mano, directamente de sus socios. De ahí que desplegara un plan alternativo para cuando sucediera tal eventualidad. Y que se ha cumplido.
A la orden de Abasacal de abandonar los gobiernos autonómicos, Mazón ya tenía redactados los decretos de cese de los consellers y personal eventual en los departamentos de Vox. No era un desaire tipo «antes de que vayas tú, te echo yo», ni mucho menos.
Si los de Vox hubieran abandonado sus puestos, no tendrían derecho a pedir la prestación por desempleo, pero como han sido 'despedidos' podrán solicitarla. Un detalle no menor, quizás no para los consellers, pero sí para los asesores. Y eso es mucha gente.
Con este gesto, Mazón no dejado tirados a sus socios, que así lo han entendido. Un detalle que no es menor para los próximos meses. Así se entiende que Vox le haya aprobado el decreto de viviendas turísticas y que el portavoz en Les Corts, José María Llanos, no se haya cerrado a «ver» y negociar los presupuestos de la Generalitat de 2025.
Las cuentas del próximo ejercicio no están perdidas, ni mucho menos. Más difícil que Mazón lo tiene Sánchez en el Congreso de los Diputados y nadie descarta del todo que se aprueben. Por tanto, la necesidad del jefe del Consell de convocar elecciones autonómicas parece exigua. Aquí todo es cuestión de esperar.
¿A qué? A Sánchez. Por lo pronto, el secretario general del PSOE se ha dado tiempo convocando el congreso en noviembre. Ahora, quienes pronosticaban elecciones en otoño, las dejan para primavera, quizás con más deseos que fundamento.
De producirse y ganar el PP, todo volvería a su cauce y Mazón gobernaría en solitario con Vox de aliado externo. De lo contrario, el problema no estaría en Les Corts, sino en Génova. Y eso es otra guerra.
Si Sánchez saca los Presupuestos (o no) y sigue en Moncloa, el fantasma de la convocatoria electoral se desharía y los diputados de Vox no tendrían la soga al cuello de la dirección nacional.
Son meses de espera, en todo caso, que Mazón se puede permitir sin ir a la guerra. El propio presidente de la Generalitat se lo dijo bien clarito al síndic de Comrpomís, Joan Baldoví: «Rece para que yo no apriete el botón nuclear». Algunos sondeos tendrán en la Generalitat para hacer tal afirmación. Así que, por el momento, abandonen los refugios, no hagan acopio de víveres, tan solo de palomitas y dejen hacer a los demás. Con esa táctica, a Rajoy no le fue tan mal.