Qué quiero para Navidad
Creo que el Gobierno actual está en derribo; pero hasta que caiga deberemos verlo todavía en pie, aunque con cordón de seguridad para no aproximarse
La Navidad anticipada ya está aquí: el encendido del alumbrado navideño ya está inaugurado. Hay ciudades que compiten por ver quién lo instala antes; en eso sí hay voluntad política decidida. Otra cosa es con todo aquello que tenga que ver con el bienestar directo de la ciudadanía: véase la vivienda, la protección de la propiedad privada, la sanidad, la justicia, etc. Todas esas áreas importantes no tienen tanta voluntad ni celeridad; no hay competición por gestionar bien. La Navidad y el alumbrado es lo único que une a políticos agnósticos, ateos y creyentes.
La Navidad nos hace pedir deseos: algunos se cumplirán, otros tardarán y algunos seguirán siendo utópicos. Esto es un artículo de opinión política, pero también puedo expresar deseos. Mi deseo tiene que ver con elecciones generales anticipadas. ¿Por qué? Porque nos han mentido y han arrastrado la dignidad del país: primero buscando el apoyo del partido de los asesinos de ETA para la moción de censura de mayo de 2018; luego yendo a la cárcel a negociar el apoyo de ERC a los presupuestos de 2019. Aquella imagen de Pablo Iglesias, acompañado de Jaume Asens y Lucía Martín, caminando por la explanada de la prisión de Lledoners… Una gran mayoría de españoles pensamos que esa imagen era lo peor que le había podido ocurrir a un país como España: negociar su estabilidad en una cárcel. Pero estábamos equivocados: habría más y más humillante.
Las elecciones del 23 de julio de 2023 nos mostraron a un líder que mintió a todos los españoles, votáramos o no a su partido. Mintió porque, para acceder al poder, rompió todas sus promesas: las que hizo a su parroquia, a su partido y aquellas que eran acuerdos inamovibles sin diálogo entre los dos grandes partidos, PP y PSOE. Y no se acaba aquí: con las mentiras, las entregas en contra de la mayoría, favorecer las desigualdades entre comunidades autónomas diferenciando las de un signo u otro político (como vimos en Valencia y como se utilizó la ayuda para dañar al gobierno autonómico). Siempre recordaremos aquello de «si necesitan ayuda, que la pidan», mientras moría gente y las obras seguían sin hacer.
Debemos recordar una infamia más: la visita de Yolanda Díaz, vicepresidenta y ministra de Trabajo, al prófugo huido en Bélgica, afincado en la localidad de Waterloo. De Yolanda Díaz, aparte de su entrega al PSOE, hay un consenso en cuanto a su torpeza. Pero hay más. Niveles de pobreza, paro juvenil, falta de vivienda, sueldos que no permiten llegar a fin de mes, una Hacienda voraz, socios internos y externos nada aconsejables y decisiones contrarias al grupo al que perteneces y enfrentamientos sin sentido. La macroeconomía va como un cohete, es así, pero la microeconomía, la del día a día, no. El IX Informe FOESSA sobre exclusión y desarrollo social en España de Cáritas es demoledor con este Gobierno: en 1994 la clase media española representaba el 58 % y en 2024 el 43 %. La tasa de exclusión social en 1994 era del 16,5 % y en 2024 del 19,3 %. Exclusión severa: 2007, un 6,3 %; 2024, un 8,8 %. Un país de macroeconomía que no mira a sus ciudadanos, todo esto con un Gobierno que se dice de izquierdas.
Pero seguimos, no con datos económicos, sino con datos judiciales. Porque la corrupción, por mucho que el sanchismo —ese Gobierno de izquierda— quiera desviar la atención, está plagada desde sus más directos colaboradores hasta la propia familia del presidente del Gobierno: su mujer, su hermano, sus dos ex secretarios de Organización, asesores… un no parar. Han condenado al fiscal general del Estado. Yo no voy a entrar en debates jurídicos ni a disertar sobre pruebas indiciarias o hermenéutica jurídica porque no soy especialista. Sí diré que, cuando leí que al FGE se le había condenado, después de todo lo que llevamos aguantando con los casos de corrupción, me vino una imagen a la mente: la demolición de un edificio con explosivos. Si uno observa vídeos de demoliciones de edificios, solemos ver que el impulso eléctrico para la detonación de las cargas llega primero a una y, uno o dos segundos después, al resto, y cae el edificio. Aquí, con esa condena y con el historial que hay detrás, creo humildemente que el Gobierno actual está en derribo; pero hasta que caiga deberemos verlo todavía en pie, aunque con cordón de seguridad para no aproximarse a él.
Mi deseo para Navidad: que entre aire fresco en este país; que retomemos las amistades; que se respete la propiedad privada; que la microeconomía suba y que un trabajador con su sueldo pueda mantenerse, que la sanidad funcione mejor y se reconozca a nuestros profesionales, que la pobreza baje, que aumente otra vez la clase media, que la justicia tenga el mismo sistema que Hacienda, que Hacienda no sea tan insaciable y que se gobierne para la ciudadanía y no para el partido.