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Carlos Mazón, el día de su comparecencia en la que anunció su renuncia. Efe
Opinión

Un horizonte nuevo

Es tiempo de mirar a los adversarios a los ojos y actuar sin complejos, dar la batalla cultural global que sí tiene ganada la izquierda por dejación de la derecha

Antonio Manresa

Alicante

Sábado, 8 de noviembre 2025, 09:06

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Cuando decimos un horizonte nuevo, en la mayoría de los casos casos entendemos que se abren oportunidades y un halo de optimismo recorre todo nuestro ser. En este caso es así, pero con incógnitas que deberemos ver cómo se despejan. Estamos hablando del día después de la dimisión de Carlos Mazón y de cómo se debe volver a configurar el gobierno de la Generalitat Valenciana. Desafío importante por los equilibrios de poderes dentro del PP autonómico; por la falta de entidad política individual (no lo digo yo, lo dicen analistas más avezados); y, por último, el cálculo político de cada formación, de PP y VOX.

Sostengo que toda la izquierda avanza unida sin complejo ninguno porque su enemigo es la derecha. Los partidos que conforman el bloque llamado de izquierda, de lo más variopinto porque los hay de derecha supremacista y golpista, protegen como sea su gobierno. Les da igual si hay corrupción, les da igual si hay nepotismo, les da igual todo con tal de que el 'enemigo' no gane. Hemos visto en la última comisión en el Senado, cuando el compareciente fue Pedro Sánchez, cómo la izquierda lo apoyó sin sonrojo ninguno.

Estamos en esa coyuntura que han entendido muy los satélites mediáticos regados con millones de euros para hacer llegar el mensaje. Por ejemplo, 78,7 millones de euros para la comunicación en redes, 60 millones más que Rajoy y Zapatero destinaron al mismo menester. Es decir, que nadie, dentro del ámbito comunicativo de la izquierda, nadie hará una autocrítica sobre nada porque saben que sería darle bazas al 'enemigo'. La negación, el principio de negación, es su mecanismo de defensa, muy freudiano, por cierto.

Sin embargo, la llamada derecha no encuentra su unidad de destino, no encuentra teniendo el objetivo claro y diáfano ir todos a una manteniendo cada uno sus siglas. Aquí debemos aclarar el por qué de esa dificultad. La derecha tiene menos grupos políticos, hay que descartar al PNV con su deriva izquierdista para que a Bildu no le birle Ajuria Enea y el partido del prófugo que va a competir con la alcaldesa de Ripoll (que pertenece a un partido de derecha supremacista, xenófobo y racista).

Quedan tres: PP, UPN y VOX. El primero, el PP, es el mayoritario, el que aglutina más voluntades en toda España. UPN es una escisión de la antigua UCD con una clara vocación de representar a su territorio, Navarra, sin ser excluyente, y VOX es otra escisión pero del PP con un objetivo claro: sobrepasarlo con el tiempo. El PP cree que VOX son sus amigos porque la mayoría proviene del primero, conocen el fondo de VOX, pero actúan como si esa idea basal por parte de sus rebeldes (así los consideran) no fuera con ellos. ¿Qué ocurre? VOX lo sabe y sabe leer los anhelos de poder del PP y juegan con ellos. El PP los arropa, les da cariño, pero a ellos, VOX, cuando pueden les da la patada. Véase los gobiernos autonómicos donde estaban juntos gobernando y que rompieron. Por suerte para el PP no perdió ninguno. ¡Ojo! Que VOX es un partido democrático, votado por la ciudadanía y merece ese reconocimiento. Otra cosa son algunos de sus postulados.

El PP los arropa, les da cariño, pero a ellos, VOX, cuando pueden les da la patada

¿Qué quiero decir con esto, que VOX no sabe sumar? VOX no ve el objetivo y si lo ve es un objetivo secundario, tiene como prioridad su aritmética particular. No hay empacho político en poner una vela al santo y otra al diablo. El objetivo principal de VOX no es echar a Pedro Sánchez como queda claro con sus actuaciones. El objetivo es humillar al PP. Saben que toda aproximación del PP a VOX a quien beneficia es a VOX. El partido de color verde no entiende de objetivo primario y acción conjunta porque, insisto, ellos solo se ven a ellos. Hasta que el PP no entienda eso, cosa que sí han hecho Juanma Moreno en Andalucía e Isabel Díaz Ayuso en Madrid, el partido de Abascal seguirá su camino, buscando su rédito partidista, aunque favorezca al sanchismo. Si hablamos de los satélites mediáticos gabinetes sociológicos, nos pasa lo mismo. La discusión de por qué había dimitido Carlos Mazón el día que el fiscal general del Estado se sentaba en el banquillo de los acusados hacía más el juego del sanchismo que ayuda a la idea principal, que se convoquen elecciones generales anticipadas. Esa disquisición comunicativa estaba fuera de lugar.

Es tiempo de mirar a los adversarios a los ojos y actuar sin complejos, dar la batalla cultural global que sí tiene ganada la izquierda por dejación de la derecha. El 'laissez faire' conservador debe volver a replantearse y aceptar la tarea agotadora de no dejar pasar ni una. La combinación de ética y moral con que, disculpen la vulgaridad y el macarrismo político, es lo que hará equilibrar la balanza que ahora no lo está.

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