Hipótesis hasta que sea verdad
Según lo que he podido consultar, no hay ningún artículo que obligue al presidente del Gobierno a residir en España, ni a fijar su residencia en la Moncloa
Después de dos meses retomo la sana costumbre de escribir algo, sobre algo (está claro, sobre política). Me ocurre como a los ingleses que les cuesta hablar español; a mí me ha costado sacar el nivel deseado, pero, misión cumplida, y como soy un hombre y no puedo hacer dos cosas a la vez, pues ahí está la justificación del parón. Una vez hecha esta introducción que debía, recuerden siempre estas bellas e icónicas palabras: «Os debo una explicación y esta explicación que os debo, os la voy a pagar». La explicación es una forma de pago. Vayamos por materia que en este tiempo ha habido mucha y yo he permanecido callado.
Este artículo pretende presentar una hipótesis que esta mañana me ha venido a la mente y que ahora paso a exponer. Puede ser inverosímil, pero tal como está el patio, yo no descarto nada. Es más, creo que deberíamos estar preparados, por si acaso. Mi conjetura es: ¿Y si el actual presidente del Gobierno decidiera trasladar su residencia y funciones fuera de España? ¿Estamos preparados para esta suposición? ¿Tenemos ordenamiento al respecto? ¿Aguantaríamos los españoles este nuevo escenario? Creo que estas incógnitas habría que despejarlas por si las dudas y lo que pueda venir.
Según lo que he podido consultar, no hay ningún artículo que obligue al presidente del Gobierno a residir en España, ni a fijar su residencia en la Moncloa. En la Constitución, el artículo 98.2 expresa: «El presidente dirige la acción del Gobierno y coordina las funciones de los demás miembros del mismo, sin perjuicio de la competencia y responsabilidad directa de estos en su gestión». La Ley 50/1997, de 27 de noviembre, del Gobierno, en su artículo 13, expresa: «En los casos de vacante, ausencia o enfermedad, las funciones del presidente del Gobierno serán asumidas por los vicepresidentes, de acuerdo con el correspondiente orden de prelación, y, en defecto de ellos, por los ministros, según el orden de precedencia de los departamentos». Si se marcha fuera de España, pero dice que mantiene sus atribuciones, esto nos viene a decir que no hay vacante (vacío de poder), ausencia (puede ejercer con la tecnología actual) ni enfermedad en principio detectada; por lo tanto, seguiría al frente del Ejecutivo.
La Moncloa es la sede oficial, pero no la residencia fija y obligada del presidente de Gobierno electo por los diputados. Por lo tanto, desde el punto de vista legal, puede fijar su residencia donde quiera. Digo esto porque el actual presidente de Gobierno no es exactamente a quien le gusten las líneas rojas, sino le beneficien. ¿Por qué digo esto? Pudiera darse la hipótesis, ante tanto tejemaneje con fontaneros/fontaneras, de darle por trasladar su función fuera de España. Abandonar el país, no dimitir y seguir ejerciendo sus funciones, por ejemplo, en República Dominicana (país que he escogido al azar).
Y si ocurriera esta hipótesis, que me vino a la mente por aquello de Bettino Craxi, del partido socialista italiano que se fugó a Túnez cuando le salpicó la corrupción de la trama 'Tangentopoli'. Aquí, por desgracia, llevamos camino, no de una trama, sino de varias, y cual de ellas peor que la otra. Para poder responder bien a lo imprevisto, hay que plantear estas cuestiones y analizarlas para dar respuestas rápidas y certeras. Los romanos inventaron aquello de pan y circo, y aquí se aplica cada día.
Todo lo que estamos sufriendo: trenes que se paran, apagones generales, mujer, hermano, mano derecha, aforamientos para tener privilegios, quizás mano izquierda y no nos olvidemos, quizás la X. Da igual donde mires, está todo podrido. Al mismo tiempo no hay protestas, no hay cabreo, solo cuando ocurre y un rato. Los comités, varios, de opinión sincronizada trabajan con una coordinación nunca vista antes; no hay variación en el lenguaje, todos dicen lo mismo.
No hay legislación para poder agarrarse a cualquier decisión insólita. No es descartable que tengamos a un presidente, no huido, sino que traslada su residencia y su labor fuera de España, y a su socio, el prófugo, el del partido supremacista y de ultraderecha, en otro país. Sería además gracioso, porque el ultraderechista prófugo de nuestra justicia estaría en un país europeo, de la Unión Europea, y nuestro presidente en otro país, donde no hay convenio de extradición. Y si 'Spain is different', de verdad.
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