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Galadriel y Theo, en el séptimo episodio de 'Los Anillos de Poder'.
Señor de los anillos Amazon | Crítica del episodio 7 de 'Los Anillos de Poder'  ¿Hablan demasiado?

Crítica del episodio 7 de 'Los Anillos de Poder': ¿Hablan demasiado?

A tan solo un capítulo del desenlace, la primera temporada de 'Los Anillos de Poder' sigue caminando con excesiva cautela sobre arenas movedizas. La sensación de que la serie depende demasiado de los diálogos se agudiza tras presentarnos el nacimiento de Mordor

Viernes, 7 de octubre 2022, 14:44

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Poderoso visualmente se antoja el inicio de la séptima entrega de la serie más cara del momento, una apuesta millonaria que no termina de mostrar todas sus cartas, incluyendo el apartado económico. Cada capítulo ha contado con un presupuesto similar al de una película al uso, pero este dato se nota en la pantalla a ratos, en fugaces destellos. El comienzo se muestra lírico, con tonos ocres invadiendo los escenarios, con una atmósfera envolvente donde todo está cubierto por las cenizas, como si hubiera nevado. Un caballo con el lomo ardiendo irrumpe poéticamente en escena. Así se hizo Mordor, tal y como nos lo mostraban al final del anterior episodio. En una imagen icónica, y apocalíptica, Galadriel contemplaba un mundo en llamas a modo de cliffhanger, una estampa tan bella como desoladora.

Después del cambiazo a lo Mortadelo y Filemón, despistando a los protagonistas el agudo Adar, la llave-espada gira emulando un escape room, el templo maldito, y el fuego todo lo arrasa. El Monte del Destino escupe el infierno, abriendo paso a la Tierra de las Sombras, el hogar de los orcos y demás pérfidas criaturas de la noche. Por corte, para aliviar la desolación clavada en la retina del espectador, entran en acción los pelosos. Cantan alegres por el bosque, a modo de preludio de la gran tragedia. Abandonan el banquillo los antepasados de los hobbits para retomar su papel en la aventura. El hombre del meteorito muestra sus poderes acariciando un árbol. La narración va más rápido de lo habitual, saltando de un punto a otro, pero no tarda en acomodarse de nuevo.

La confianza es uno de los temas fundamentales de la serie derivada del universo de Tolkien. Elfos y Enanos así lo demuestran. Cuando están presentes los menudos, hay algo de humor en 'Los anillos de poder', más seria de lo necesario en su tono. «Nosotros nunca decimos adiós», le dice Elrond a Durin en uno de los momentos más emotivos de las historias cruzadas. «Decimos Námarië, es más que una simple despedida, ve hacia el bien». La amistad jocosa entre ambos roles sigue creciendo, mirándose en el espejo de Legolas y Gimli. El preciado Mithril, el mineral milagroso, es fundamental para la supervivencia de la raza elfa y genera un conflicto de conclusión previsible que nutre una apología de la camaradería. La humareda no cesa, como la nada de 'La historia interminable'. Continúan las frases motivacionales de taza de Mr. Wonderful. «Lo desconocido vacía la mente», le dice Galadriel a Theo, poco antes de arrojar más luz sobre el origen de los soldados de Sauron. «Cuando tenía tu edad, los orcos no existían», afirma la guerrera. «Las guerras se libran desde dentro y desde fuera», porque, ya lo sabemos, el mal crece en nuestro interior si le damos cancha. Hay mucho diálogo reiterativo sobre el poder de la oscuridad. Falta garra.

Media hora tardan en volver a aparecer los orcos en la pantalla para generar algo de tensión en una escena que remite directamente a Frodo escondiéndose por primera vez de sus siniestros perseguidores en 'El señor de los anillos'. Se separan «el medio Gandalf que podría ser Sauron pero quizás no sea ninguno de los dos» de la caravana de los pelosos, ofreciendo en bandeja otro instante que invita a los ojos vidriosos. Los pelosos, personajes pequeños, sumidos en la cotidianidad, probablemente acabarán siendo grandes héroes, como los hobbits en la popular trilogía. Sabemos que Galadriel perdió a su hermano, pero también a un marido al que llamaba «molusco plateado» porque la armadura le quedaba grande en combate. Las escenas de diálogos intenso entre dos personas se erigen como marca de la casa. Por lo general, solo hay un par de interlocutores. Apenas hay intercambio de palabras a varias bandas. Un poco de tijera no estaría mal por aquí. El enfrentamiento entre pasado y futuro es otra clave fundamental de la serie. Ya queda poco para acabar y la épica sigue sin aterrizar.

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