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Imagen del capítulo 5 de 'Los Anillos de Poder'.
El señor de los Anillos en Amazon | Crítica del episodio 5 de 'Los Anillos de Poder': El juego de los anillos, el trono de poder

Crítica del episodio 5 de 'Los Anillos de Poder': El juego de los anillos, el trono de poder

La lealtad y la esperanza, con la sombra de la traición, vertebran una historia que se va pareciendo más en su concepto a 'Juego de Tronos' que a la obra original de Tolkien

Viernes, 23 de septiembre 2022, 12:20

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Ya no hay vuelta atrás. Superado el ecuador nos encaminamos al desenlace de 'Los Anillos de Poder'. A falta de tres capítulos para la conclusión de la primera temporada todo apunta a que habrá alguna batalla épica que levante el ánimo en las últimas entregas. Tras las polémicas sobre la inclusión forzada y demás zarandajas -queda claro que los mensajes en las películas y series molestan cuando no se comulga con ellos como espectador, porque la política ha estado siempre latente en el medio audiovisual, a nada que rasquemos en la superficie-, aceptando que es una obra inspirada en el universo de Tolkien y lleva su nombre para vender más, podemos profundizar en la creatividad de la serie y aquí resulta fácil confirmar sin tapujos que se echa en falta la mano de J. A. Bayona, y su equipo español (algo de lo que deberíamos mostrar más orgullo), tras las cámaras. El responsable de 'Un monstruo viene a verme' firmó la dirección de los dos primeros episodios. Marcó el tono de la serie, pero éste se ha ido diluyendo, dando paso a un pastiche con algunas secuencias resueltas sin nervio. En el anterior capítulo hubo un momento ridículo, protagonizado por Galadriel, cuando se libraba de las cadenas en su celda y reducía, casi sin pestañear, a un grupo de soldados. Una escena torpe, de no creer en una producción tan cara (solo igualada por el patinazo de 'Obi-Wan Kenobi').

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Tras el parón de la cuarta entrega, el quinto fragmento se marca un metraje de 72 minutos que echa a andar explotando al máximo la intención de los guionistas de jugar con el espectador con la misteriosa identidad de algunos personajes principales. Manejan bien las cartas aquí, sabiendo que el público entregado está generando teorías en base a la información que ya tenemos de la obra original y de las películas de Peter Jackson, de cuya estética bebe sin rubor el aspecto visual de una propuesta que se acelera, saltando de subtrama en subtrama, como si alguien hubiera dado un toque de atención a los creadores de festejo: «dadle al acelerador, que la audiencia se nos duerme». ¡Dadle al play! ¡Acción! El «quién es quién», la identidad de los roles místicos y emblemáticos, es la mejor baza de 'Los Anillos de Poder', quizá la única, para enganchar al personal, al margen de su holgado presupuesto. El pastizal que se han gastado se traduce en un despliegue de escenarios tan hortera como apabullante, fascinante al fin y al cabo, como lo era la prosa del meticuloso Tolkien, pero la narrativa se resiente. Se respira cada vez más el ambiente belicista, pero no termina de despegar la épica.

Un fotograma de 'Los Anillos de Poder'.
Un fotograma de 'Los Anillos de Poder'.

Resulta chocante el balbuceo tonal que se produce según saltamos de un relato a otro, en un puzzle coral peculiar que ojalá case con enjundia en el desenlace de una temporada francamente irregular. Choca de nuevo en esta ocasión otro instante protagonizado por el polémico personaje de Galadriel. Blande la espada frente a varios lugareños de Númenor trasladándonos a una serie juvenil, la típica sobre una academia donde se entrena un grupo de adolescentes con poderes (la semana pasada se estreno la segunda temporada de 'Destino: La saga Winx', sin ir más lejos). La monumental escena final es lo más reseñable. Por fin asoma «el sentido de la maravilla» y lo que acontece de manera espectacular deja el listón alto para la continuación. Hay diálogos profundos, «a veces para encontrar la luz hay que tocar la oscuridad», afirma Galadriel con cara de pisar cabezas de orcos como si no hubiera un mañana (por cierto, ¿de dónde sale su exultante armadura en el clímax?). A estas alturas ya podemos aventurarnos a tildar este proyecto de «tolkinización» de 'Juego de Tronos', o la revés. Quizás es lo único que saben hacer el grueso de los guionistas americanos para la televisión. Pero los libros de George R.R. Martin no exitirían sin 'El Señor de los Anillos'. ¿El huevo o la gallina? La dictadura del fenómeno fandom, que si no ve exactamente lo que quiere ver se enoja y la lía en internet, tiene carnaza para rato.

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