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La enorme sala de prensa del Kursaal solo se llena en las grandes ocasiones, con directores míticos o estrellas estratosféricas. Y con Pedro Almodóvar, que, 44 años después de presentar 'Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón' en el Festival de San Sebastián, regresa convertido en el cineasta más internacional de nuestro cine para recoger el Premio Donostia. Lo hace además pocas semanas después de lograr un histórico León de Venecia con 'La habitación de al lado', su primer largometraje en ingles, que llegará a los cines el 18 de octubre. Si en 1980 acabó bailando en la discoteca Ku con Alaska y de madrugada en La Concha, anoche meditaba en su suite del María Cristina que las cosas habían cambiado mucho, «en mi cine y en mi vida».
El mismísimo presidente del Gobierno Pedro Sánchez, recién llegado de Nueva York, estará presente en la gala del Donostia, un galardón que el cineasta recibirá de manos de Tilda Swinton, actriz de su última película. «Conozco a nuestro presidente y sé que viene esta noche, lo que se lo agradezco mucho», indicó un Almodóvar que se reconoce estos días «al borde de las lágrimas». «Hay que entenderlo como un apoyo a la cultura, porque no siempre se hace así. Mi exposición (en referencia a la muestra sobre la relación de su cine con Madrid en el Centro Conde Duque) está en un lugar del Ayuntamiento, pero el señor alcalde (José Luis Martínez-Almeida) todavía no ha acudido a verla».
Almodóvar contó que la exitosa muestra fue una idea de la anterior alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, «y ahora les ha tocado a estos». El director ironizó con el apodo de 'Mr. Handsome' (atractivo) con el que le conocen a Pedro Sánchez fuera de nuestras fronteras. «Hay muchas cosas que decirle y pedirle a un hombre de esas características, a nivel político y físico», bromeó. Ya en serio, expresó su preocupación por las próximas elecciones en Estados Unidos y el auge de la ultraderecha en todo el mundo.
«El personaje de John Turturro en 'La habitación de al lado' dice que ha perdido la fe en el ser humano. Tiene razón para afirmarlo, porque lo peor que le puede ocurrir a una sociedad es que la ultraderecha se encuentre con el liberalismo más salvaje», se explayó. «Si van de la mano solo podemos pensar que van a tomar las peores decisiones para todos nosotros. A mí me gustaría votar en las elecciones de EE UU, porque su resultado nos va a afectar a todos».
Almodóvar lamentó que «la ultraderecha rampante, que sigue siendo negacionista, sea ultracatólica en España». Desde su condición de «ateo», el cineasta se preguntó por qué no cumplen el mandamiento de ayudar al prójimo. «¿Estas personas piensan en el mundo que van a dejar a sus hijos y nietos? Yo creo que en absoluto». Su nueva película, remarcó, habla de la empatía y se proyecta en un festival donde ya se han exhibido varios títulos que hablan de la necesidad de regular la eutanasia y el acceso a una muerte digna, como hizo Costa Gavras con 'El último suspiro' o Pilar Palomero con 'Los destellos'.
«En este festival se ha repetido muchas veces el valor de acompañar a alguien cuando lo necesita, porque es lo mejor que podemos hacer. Todos estamos condenados a morir, España es el cuarto país con una ley sobre la eutanasia. El debate debe seguir, porque se enfrenta contra todas las religiones». El director de 'Todo sobre mi madre' regresó a la ultraderecha. «El individuo, que es el único auténtico dueño de su vida, debe seguir siendo dueño de su muerte», afirmó. Para Almodóvar, el resultado de las elecciones estadounidenses afectará al continente africano, de donde las remesas de migrantes que las formaciones ultras ha convertido en eje de su discurso político.
«Estamos en un país donde a un partido se le ocurre que el mejor modo de luchar contra la emigración es mandar a la Armada y tratarlos como invasores», condenó. «Es una barbaridad, algo profundamente estúpido, porque no tiene ningún sentido un niño invadiendo España. Mi película habla de abrir los brazos y acompañar. La generosidad revierte en uno mismo, y en este país vaciado en muchas provincias, que necesita mano de obra, los inmigrantes deberían ser bienvenidos. Somos una sociedad envejecida y necesitamos sangre nueva para rejuvenecer España».
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