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Un barco varado en una calle de Sedaví el 30 de octubre, un día después del paso de la DANA EFE
La sociedad adormecida

La sociedad adormecida

A raíz de la DANA y su rastro mortífero de desgracia, se ha popularizado en redes sociales el lema: «solo el pueblo salva el pueblo»

Joaquín Meseguer Yebra

Académico correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación y experto en transparencia

Viernes, 29 de noviembre 2024, 11:38

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No, no… No se trata de una secuela de la Sociedad de la Nieve, esa fantástica película que relata la heroica aventura de un puñado de supervivientes a una catástrofe aérea. Más bien el título sugiere todo lo contrario: la indolencia de buena parte de nuestra sociedad que parece haber dimitido de su capacidad de reacción ante las crecientes simulaciones, trucos y artificios de la política actual.

A raíz de la DANA y su rastro mortífero de desgracia, se ha popularizado en redes sociales el lema: «solo el pueblo salva el pueblo». Muchos han criticado esta consigna por despreciar el esfuerzo realizado por las instituciones públicas para paliar los efectos de semejante calamidad, pero no podemos negar que ha cundido entre la ciudadanía una cierta «sensación térmica de abandono» por parte de los políticos, enzarzados y ensimismados en sus disputas por llevarse el trofeo a la versión más creíble.

Esta calamidad ha traído otro lodo, mezclado con tristeza e indignación, y es el de la desconfianza en quienes nos gobiernan, que no era ya poca. Y con ella, hemos perdido la capacidad crítica para discernir la verdad. Por un momento, un déjà vu me transportó a los tiempos de la pandemia, cuando muchos nos dejamos un cachito de vida por construir relatos a base de datos y evidencias. La información salva vidas, decíamos, y ¡qué cierto! También lo hará esta vez y, además, permitirá identificar descuidos y negligencias. Sobre todo, si somos capaces de proteger nuestras agencias antifraude y de transparencia, algunas de las cuales han desaparecido o visto erosionada su independencia debido a cuestionables cambios normativos o al nombramiento de algunos de sus dirigentes sin idoneidad ni competencia. Hasta tenemos una comisionada de «desconocido prestigio» imputada por desórdenes públicos y ha pasado casi desapercibido.

A ver cómo limpiamos este barro mientras la sociedad duerme…

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