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Un halterio deformado en un modelo de mosca de la fruta modificado genéticamente, junto a los investigadores José Carlos Pastor Pareja y Jorge Fernández Herrero. TA

El secreto que esconde el vuelo de las moscas, revelado gracias a una investigación de la UMH

El estudio descubre cómo se moldea el halterio, el pequeño órgano que ayuda a este insecto a estabilizarse en el aire

Pau Sellés

Alicante

Jueves, 12 de junio 2025, 16:00

Como si de un giroscopio biológico se tratara, que ayuda al insecto a estabilizarse en el aire. Así actúa un pequeño órgano con el que cuentan las moscas, el halterio, y que ayuda a estos insectos a mantener el equilibrio y realizar maniobras complejas en el aire. Un estudio en el que ha participado el Instituto de Neurociencias UMH-CSIC ha desvelado cómo se forma esta estructura situada detrás de las alas principales. Publicado en la revista Current Biology, el trabajo revela la existencia de una red interna de 'tensores' celulares que es clave para darle al halterio su característica forma.

La investigación ha sido liderada por el director laboratorio de Arquitectura celular y tisular en el sistema nervioso del Instituto de Neurociencias, José Carlos Pastor Pareja. Demuestra que, al contrario de lo que se consideraba, el halterio no es una estructura hueca, sino que sus dos superficies están conectadas internamente a través de un sofisticado sistema celular que estabiliza su forma redondeada. «Esta estructura es un sistema de estabilización que recuerda a los soportes arquitectónicos: sin estas conexiones internas, el halterio se alarga y pierde su forma, igual que una carpa sin tensores», explica Pastor Pareja.

«Esta estructura es un sistema de estabilización que recuerda a los soportes arquitectónicos: sin estas conexiones internas, el halterio se alarga y pierde su forma, igual que una carpa sin tensores»

José Carlos Pastor Pareja

Director del laboratorio de Arquitectura celular y tisular en el sistema nervioso del Instituto de Neurociencias

Durante el proceso que se conoce como metamorfosis de la mosca, el paso de larva a adulto, las alas y los halterios se desarrollan a partir de una fina capa de células. En el caso del halterio, el equipo ha descubierto que primero se degrada una matriz extracelular rica en colágeno que separa sus dos caras. Esta degradación permite que se formen proyecciones celulares que conectan ambas superficies a través de una matriz con otra proteína, la laminina, formando una especie de armazón interno.

Estas conexiones actúan como tensores biológicos, que permiten resistir las fuerzas que de otro modo deformarían el órgano. Cuando este sistema falla, como ocurre en los modelos de mosca de la fruta (Drosophila melanogaster) modificados genéticamente por el equipo, el halterio pierde su forma redondeada, clave para su función.

Imagen de microscopía electrónica que muestra un halterio desarrollado en condiciones normales (izquierda) y un halterio deformado en un modelo de mosca de la fruta modificado genéticamente (derecha). TA

Además, el estudio revela que el halterio está sometido a una tensión constante: una fuerza que tira de su base y otra que lo ancla a la cutícula externa del insecto. Es precisamente este sistema interno de tensores el que equilibra ambas fuerzas para mantener su geometría.

Grabación en vivo de la metamorfosis

Para observar estos efectos, el equipo utilizó técnicas avanzadas de microscopía electrónica y grabaciones en vivo durante la metamorfosis de la mosca. «Hemos visto que se producen una serie de proyecciones celulares que estabilizan la forma redondeada del halterio al contrarrestar fuerzas que de otro modo lo deformarían», explica Pastor Pareja y añade: «Cuando eliminamos esta estructura de soporte en modelos mutantes, el órgano pierde su geometría funcional».

El uso de modelos mutantes y el análisis de la matriz extracelular han sido claves para desentrañar este mecanismo, que combina degradación de colágeno, adhesión celular y tensores internos que refuerzan la estructura desde dentro. Los resultados de este trabajo van más allá del caso particular de la mosca de la fruta, ya que aportan ideas generales sobre cómo los órganos adquieren su forma en los animales, una cuestión fundamental en biología del desarrollo. Además, pueden inspirar nuevas formas de abordar cuestiones como la ingeniería de tejidos o el diseño de estructuras biomiméticas.

El estudio se ha llevado a cabo en colaboración con los investigadores Yuzhao Song y Tianhui Sun, de la Universidad de Tsinghua (China); los investigadores Paloma Martín y Ernesto Sánchez Herrero, del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBMSO-CSIC-UAM); y el investigador Jorge Fernández Herrero, de la Universidad de Alicante.

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