Expedición científica entre tierra y mar para descubrir las especies de la costa de Alicante
Estudiantes de la UA realizan una campaña en el Cabo de Santa Pola para identificar la flora y fauna
No es una práctica académica cualquiera. Durante cuatro días, los estudiantes del Máster Universitario en Conservación de la Biodiversidad y Restauración del Medio Marino y Terrestre de la Universidad de Alicante han abandonado las aulas para embarcarse en una verdadera expedición científica en el entorno del Cabo de Santa Pola.
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Desde la estación del Centro de Investigación Marina de Santa Pola (CIMAR) han convertido cada amanecer y cada inmersión en una búsqueda de vida, entre dunas móviles, acantilados calcáreos y praderas submarinas que esconden algunas de las especies más singulares del Mediterráneo.
A diferencia de otras prácticas, aquí no hay pupitres ni proyectores. Hay brújulas, lupas, cuadernos de campo y mareas. «El conocimiento de las especies y sus adaptaciones es fundamental para que, en un futuro, nuestro alumnado pueda aplicar adecuadamente las políticas de conservación o llevar a cabo proyectos de restauración en el medio natural», explica el coordinador del máster, Germán López.
Arranca la aventura
El itinerario comienza en la playa del Carabassí, donde los estudiantes identifican plantas que solo prosperan donde el viento dibuja dunas. Entre ellas, cuernecillo de mar, alfalfa marina y grama de arena. Más adelante, el paisaje se vuelve salino y aparecen los almarjos, taráis y limonios, en un territorio que ha aprendido a resistir sin agua.
La ruta asciende después hacia el Barranc de l'Escolgador de Crist, donde se oculta una microrreserva botánica con especies tan singulares como la clemátide de invierno y la zamarrilla 'Teucrium buxifolium'. En este punto, el silencio solo lo rompe el crujido de las suelas sobre la roca.
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Los secretos del mar
Es en el medio marino donde comienza la verdadera expedición. Los estudiantes de la UA se sumergen frente a las costas del Cabo de Santa Pola para observar 'in situ' las praderas de posidonia oceánica y los llamados bosques submarinos, auténticas selvas que filtran el agua y sostienen a decenas de especies.
En uno de los talleres, los docentes les muestran también las amenazas invisibles, tales como el avance del alga asiática 'Rugulopteryx okamurae' y la expansión de 'Caulerpa cylindracea', dos invasoras capaces de alterar todo el ecosistema.
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Reconocer la belleza y el daño
Tras la expedición llega el turno de acceder a las instalaciones del laboratorio del CIMAR, donde los estudiantes de la Universidad de Alicante analizan muestras, identifican patrones y se enfrentan, por primera vez, a las claves del diagnóstico ambiental. Aprenden a reconocer no solo la belleza, sino también el daño.
Con todo lo aprendido, los estudiantes tienen la posibilidad de seleccionar y utilizar métodos de muestreo para realizar inventarios y seguimiento de las comunidades animales marinas. El objetivo final es evaluar el estado de conservación y la influencia que las actividades humanas como el turismo, la pesca o el marisqueo pueden tener sobre los ecosistemas marinos.
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