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Scaloni, el pacificador que come en la mesa de Menotti y Bilardo
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Scaloni, el pacificador que come en la mesa de Menotti y Bilardo

El técnico de Santa Fe resucitó a una Albiceleste que vagaba a la deriva y la ha vuelto a convertir en campeona del mundo con Messi como bandera

Óscar Bellot

Madrid

Domingo, 18 de diciembre 2022, 19:46

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Lionel Scaloni se sienta ya en el trono que en su día ocuparon César Luis Menotti y Carlos Salvador Bilardo, apóstoles de dos formas antagónicas de ver el fútbol y la vida. El técnico de Santa Fe, que tomó las riendas de Argentina tras la debacle en el Mundial de Rusia y con el rango de interino, ha resucitado a la Albiceleste, devolviéndola cuatro años después al olimpo en el que la instalaron el Flaco y el Narigón.

Estaba emocionado: «Es para disfrutar, estamos acostumbrados a que nos golpeen y hoy los chicos lo han vuelto a hacer, se han levantado. Si mi papá me está viendo y mi mamá, que creo que sí... ellos me han dado una manera de entender la vida, de nunca bajar los brazos, que es lo que he intentado transmitirle a los jugadores. Todos los entrenadores queremos hacerlo bien y yo he tenido la suerte de que me ha salido bien».

Argentina, que tocó el cielo como anfitriona en 1978 con Mario Alberto Kempes ejerciendo de buque insignia y de nuevo en México'86, ya de la mano del dios Maradona, se cosió la tercera estrella en el pecho de su camiseta en el estadio catarí de Lusail al término de una final que termina de encumbrar a Leo Messi como el mejor futbolista de todos los tiempos y que aúpa a los altares del país sudamericano a un preparador de teórico perfil bajo pero mano diestra y ascenso meteórico que pasó de compartir vestuario con el genio de Rosario a servirle como guía en la mayor conquista en una carrera sin parangón.

Porque Scaloni ha logrado formar un grupo solidario y sin aristas al servicio de una causa: facilitarle a Messi el único título que faltaba en su palmarés y permitirle sentarse a la derecha del Diego. Con un grupo de obreros consagrados a la labor sacrosanta de entronizar al astro rosarino, y el '10' ofreciendo destellos fulgurantes de la supernova que es a sus 35 años, Argentina ha vuelto a situarse en el epicentro del planeta fútbol, dejando en una mera anécdota el inopinado resbalón frente a Arabia Saudí con el que abrió de forma deshonrosa un torneo que ha remachado con grandeza infinita.

«Es para disfrutar, estamos acostumbrados a que nos golpeen y hoy los chicos lo han vuelto a hacer, se han levantado»

Lionel Scaloni

Seleccionador argentino

A sus 44 años, Scaloni ha pacificado una selección que atravesó tiempos borrascosos tras perder la final del Mundial de Brasil'14 y estrellarse cuatro años después en Rusia frente a la Francia de Kylian Mbappé en octavos de final. De talante discreto, pero decidido, el que fuera futbolista del Deportivo, el Racing de Santander o el Mallorca, entre otros equipos, ha cerrado el agrio debate que se abrió a resultas de su designación como seleccionador argentino, motivado por las reticencias que generaba su corta experiencia en los banquillos.

Ayudante de Jorge Sampaoli en Rusia y por entonces técnico del combinado sub-20, su ascenso fue visto por la prensa como un mero parche, un nombramiento provisional a la espera de que un preparador más veterano se hiciese cargo de una selección que zozobraba. «Scaloni es un buen chico, pero no vale ni para dirigir el tráfico. El problema es que un día se crea técnico y quiera ir a un Mundial. Puede ir al Mundial de motociclismo, si quiere, pero al de fútbol no», llegó a decir de él Maradona, quien prefería que las riendas las tomase el Tata Martino.

El triunfo de la 'Scaloneta'

Posiblemente lo mismo pensase Messi. El por entonces futbolista del Barça estaba hastiado de la selección, escenario de decepciones continuas y donde se le miraba con recelo, siempre perdedor en la odiosa pero inevitable comparación con Maradona. Scaloni aguantó como pudo, mordiéndose el labio, porque tenía un plan definido.

Su principal objetivo era convencer a Messi de que el presente y el futuro de Argentina pasaba por sus botas. Y de abrigarle como debía. Con viejos gladiadores como Walter Samuel, Pablo Aimar y Roberto Ayala como principales ayudantes, acometió una profunda renovación del equipo y embrujó a la Pulga para que volviese a enfundarse la Albiceleste.

Al poco tiempo, su carácter metódico y diplomático se había ganado el respeto del vestuario y la aquiescencia del astro de Rosario. Su primera prueba de fuego llegó con la Copa América 2019. Argentina sucumbió en semifinales, pero dando buena imagen. Suficiente para que la AFA le prorrogase el contrato para una nueva intentona en 2021. Ahí llegó la primera traca de Scaloni. Con Messi enseñando ya los dientes al gusto de la fervorosa hinchada argentina, la Albiceleste tumbó a Brasil en la final celebrada en Maracaná con un gol de Ángel Di María para acabar con una sequía de 28 años sin amarrar el cetro. Poco después, daba cuenta de Italia en la 'Finalissima' disputada en Wembley y se presentaba en Qatar con una histórica racha de 36 partidos sin conocer la derrota.

El entrenador bajo sospecha por un escaso currículum en los banquillos, cuya primera línea había escrito en el cadete del Son Caliu mallorquín poco después de colgar las botas en 2015, había acallado a los críticos, pero le faltaba el paso final. Ese que ha dado en un Mundial que le sitúa al lado de Menotti y Bilardo, 36 años después de la última conquista planetaria por parte de la Albiceleste. Palabras mayores para El Caballo que, sin hacer ruido, ha convertido la 'Scaloneta' en parte fundamental del diccionario futbolístico argentino.

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