Ciclismo
Héctor Álvarez, cuarto en el Mundial de Kigali: «Vinimos a jugar y a ganar»El corredor de l'Alfàs del Pi roza la medalla en una actuación sobresaliente en su primer intento sobre el arcoíris Sub-23
El alfasino Héctor Álvarez sigue confirmándose como uno de los grandes referentes de la próxima generación de ciclistas españoles tras la cuarta plaza conseguida en la tarde de este viernes en el Campeonato del Mundo Sub-23 disputado en Kigali (Ruanda). En su primera aparición en la antesala del profesionalismo total, Álvarez ha sido el gran protagonista de una prueba que él mismo se encargó de romper a poco más de 60 kilómetros de la línea de meta y en la que mantuvo sus opciones de podio hasta el final.
Y todo, después del 'top 10' conseguido a principios de semana en la prueba contrarreloj, completando así no sólo un Mundial, sino un final de temporada de ruta (ahora se concentrará en preparar el Campeonato del Mundo de pista de Chile) de ensueño para el ciclista alfasino que, tras cerrar la temporada 2024 como el mejor Júnior del planeta, ha irrumpido en el profesionalismo con paso más que firme.
Sobre una distancia de 164,6 kilómetros, el Mundial Sub-23 tuvo, en sus primeros compases, un protagonismo muy claro en la selección belga. Con Jarno Widar como uno de los grandes favoritos al arcoíris, el combinado centroeuropeo decidió imponer un durísimo ritmo desde la partida para, de esa manera, tratar de desgastar a otros combinados como el español o el italiano que, con varias bazas posibles, podían estar interesados en una prueba mucho más táctica.
Un duro circuito
Además, a España se le habían complicado algo las cosas tras reconocer durante toda esta semana el recorrido. Tal y como reconocería el propio Héctor Álvarez, la dureza de las dos subidas que iban a marcar la prueba era algo superior a lo inicialmente previsto. «Cuando llegamos, vimos que el circuito era demasiado duro para un tío tan grande como yo», aseguraba.
Pese a todo, ni españoles ni transalpinos se dejaron sorprender por el tremendo ritmo impuesto por los belgas. De hecho, su aguante produjo que esa táctica sólo sirviera para acabar demasiado pronto con las fuerzas de la propia selección que la propuso, dejando a Widar prácticamente solo cuando el resto de sus rivales todavía contaban con muchos efectivos a su disposición.
Fue a unos 60 kilómetros de meta cuando una de esas circunstancias de carrera que muchas veces no se planifican, sino que sólo se presentan, dejó a Álavarez en una posición un tanto delicada. Un acelerón del español pensado, aparentemente, para hacer una selección más o menos definitiva acabó por dejarlo solo por delante.
Casi sin darse cuenta, el de l'Alfàs del Pi se encontró con unos 20 segundos de renta sobre un reducido grupo en el que aparecieron algunas dudas y a Álvarez no le quedó más remedio que seguir adelante con su apuesta a pesar de que tanto la lógica como la dureza del propio circuito pudieran aconsejar un enfoque algo más conservador.
Cambio de ritmo
Finalmente, y tras otro cambio de ritmo muy potente, a Álvarez se le unieron en cabeza Lorenzo Finn, Halvor Dolven, Marco Schrettl, Mateusz Gajdulewicz y Jan Huber. A tres vueltas para el final Dolven fue el primero en ceder mientras que el resto de integrantes de esa fuga iban estudiándose en busca de las fortalezas y debilidades de cada cual.
A dos vueltas para el final, Finn lanzó su apuesta y sólo Huber fue capaz de seguir su rueda mientras que Héctor Álvarez evidenció el desgaste de sus ataques anteriores, teniendo que ceder terreno y centrándose ya en tratar de no perder la pelea por las medallas.
Álvarez y Schrettl fueron, ya en el último giro, los dos protagonistas de la batalla más épica de la prueba. Mientras que Finn, por delante, entraba en solitario en meta y Huber celebraba la plata, Álvarez se vaciaba por tratar de seguir enganchado a la rueda del que, finalmente, se colgaría el bronce.
Tras rubricar esa cuarta posición, Álvarez explicaba que «veníamos con muchas ganas de poder hacer medalla» e insistía en que, pese a esa dureza más acentuada de lo inicialmente esperado, «vinimos a jugar y, como siempre hacemos con la Selección, a ganar».
En relación a ese lejano ataque concedía que «quizás me he precipitado un poco al marcharme por delante, pero nunca sabes. A toro pasado todo se ve más fácil. Me entraron los mejores por detrás y me quedé cerca de las medallas. Tengo que estar contento y agradecido al equipo, que ha confiado en mí cuando iba por delante».