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Pedro Simón, periodista y escritor. ESTEBAN PALAZUELOS
«Todos vivimos de lo que matamos»

Pedro Simón

Periodista y escritor
«Todos vivimos de lo que matamos»

«El sistema es el otro, y el otro siempre es el culpable. Uno nunca tiene la culpa, está exento, al margen, es víctima siempre. Detesto esta mirada, pero es muy española y está siempre ahí»

Adrián Mazón

Alicante

Miércoles, 7 de mayo 2025, 16:07

«Todos vivimos de lo que matamos». En tiempos de escasez, no solo se compite sino que también se devora. Ese es el paisaje ético y emocional que recorre 'Peligro de derrumbe', la novela que ha regresado diez años después a las librerías. Escrita al calor de la gran crisis económica que azotó España hace una década, cuenta ecos que retumban en plena actualidad. Su autor, Pedro Simón, describe el contenido de sus páginas como un espejo de dignidades heridas, de luchas invisibles y de seres humanos puestos al límite.

En esta conversación, el autor -cruzado entre el periodismo y la literatura- no se esconde tras el libro. Habla con la voz de quien ha mirado de frente a la intemperie: la del desempleo, la salud mental, la culpa, la precariedad y esa violencia suave del sistema que elige y 'deselige' a su antojo. «Esa sensación de no ser elegido es muy cabrona, nociva e insidiosa», incide Simón.

Pedro Simón, periodista y escritor. ESTEBAN PALAZUELOS

Pero también hay faros y esperanza, que permanecen en pie para alumbrar a los anónimos en su proceso de heroicidad, a toda esa gente que resiste cada día sin épica ni aplauso. «La verdadera gente interesante es la que no lo parece», una cita con la que apunta a eso que ha querido contar en 'Peligro de derrumbe'. El temblor, el filo y la dignidad que se aferra al resiquicio. Sobre ello charlará este viernes 9 de mayo en su debut en las veladas literarias de Maestral.

¿Por qué ha decidido reeditar 'Peligro de derrumbe' diez años después?

Uno no decide reeditar los libros, lo deciden los lectores. Era un libro que no se encontraba, se había extinguido en papel. Espasa ha decidido reeditar la obra justo diez años después. Yo siempre digo que hay que pensar en aquella época. Solo en el primer trimestre de 2009 hubo casi 800.000 parados más; en 2013 el paro rondaba el 28%. Era una época en que había 500 desahucios cada día. España era una especie de película de 'Mad Max' en medio de un paisaje de país arrasado. De ahí nace esta novela: nueve personajes en busca de un empleo, un director de recursos humanos y ese pulso en el que se mueven entre la culpa, la vergüenza -cosas que uno siente cuando no tiene trabajo-, la baja autoestima y, también, entre la dignidad y la esperanza. Son dos faros de costa que tiene el libro.

¿Ha mantenido trato con alguna de las fuentes de este libro? ¿Cómo es ahora su situación?

De todas mis novelas, esta es la que más le debe al periodismo. Muchos de los protagonistas del libro están moldeados con arcilla que viene del reporterismo. Muchos son gente que tuve delante, pero sus vidas están ficcionadas y tienen otro vuelo diferente. No he mantenido contacto con ellos porque el periodismo hemisfera, da sentido al dolor del otro, lo cuenta, pero luego conviene alejarse porque la empatía es un artefacto peligroso a veces. Necesario, pero peligroso en abundancia.

Pedro Simón, periodista y escritor. ESTEBAN PALAZUELOS

¿Cómo es echar la vista al pasado de hace una década?

Aunque parece que estamos en una situación diferente -y es verdad, porque la economía ahora mismo no está yendo mal-, hay claves que nos interpelan. Veo muchas incertidumbres: en lo climático, en lo relacional, en lo que tiene que ver con lo geopolítico, lo energético… Diría también lo profesional, con el tema de la inteligencia artificial. Cuando hay muchas incertidumbres replicadas, siempre hay peligro de derrumbe, ¿no? Hay un movimiento sísmico de baja o mucha intensidad que puede afectar a los pilares. Miro aquella época con temor y pensando en que no vuelva aquel chapapote que lo impregnó todo.

¿Sigue vigente la crisis de 2008? ¿Estamos peor ahora que antes?

Vigente no, pero se repartieron cartas que vinieron para quedarse. Fue en aquella época donde el poder económico logró embridar al político, y el político al periodístico. Hay formas de relacionarse con lo laboral, hay algo de arrasamiento en todo lo que tiene que ver con el movimiento sindical que vino de la última crisis y creo que no se ha recuperado. Hay muchas cosas que se llevó aquella marea y que no han vuelto. ¿Peor que antes? No creo, el tiempo siempre va hacia delante, nunca hacia atrás.

Migraciones, precariedad, prostitución... son problemas que todavía están presentes, por desgracia.

Sí, son asuntos que están ahí. Son arquivoltas de la novela, en la que también está presente el tema de la salud mental, la precarización laboral, la feminización de la pobreza… Todos estos temas que tienen que ver con las asimetrías y las desigualdades. Chirbes, con el que tuve relación, decía que «el dinero lo es todo cuando lo tienes, pero que cuando lo tienes vuelve más evidente lo que te hace falta». También decía otra cosa, que «vivimos de lo que matamos». Esto se ve en el libro. Los nueve son una especie de depredadores que están metidos en una urna de metacrilato -que sería el ecosistema de entonces-, y hay un puesto de trabajo, pero nueve que lo buscan. Se vuelve un carnívoro, y el depredador no solo depreda por hambre, también por miedo. Esto sucede en el libro: todos los personajes viven de lo que matan.

¿Qué es el 'sistema' y por qué le echamos la culpa?

El sistema es el otro, y el otro siempre es el culpable. Uno nunca tiene la culpa, está exento, al margen, es víctima siempre. Detesto esta mirada, pero es muy española y está siempre ahí. Lo que hay en el libro es la sensación de sentirse 'deselegido', esa intemperie que te genera serlo por el sistema. ¿Recuerdas cuando de pequeño no te elegían en un partido de fútbol, o el primer amor te dejaba porque quería estar con otra persona? Esa sensación. En el mundo laboral pasa lo mismo, cuando hay un ERTE, un ERE o hay que echar a alguien de la empresa y te 'deseligen'. Esa sensación es muy cabrona, nociva e insidiosa. Todos en esa sala de espera se han sentido así por la vida y quieren volver a entrar en la rueda del sistema.

Pedro Simón, periodista y escritor. ESTEBAN PALAZUELOS

¿Cómo le afecta a usted escribir sobre la materia? ¿Cómo hace para seguir adelante?

No me gusta mucho solemnizar el periodismo, igual que no me gusta solemnizar el yo. Creo que todo lo que tiene que ver con solemnizar el yo es señal de mala salud mental; mientras que solemnizar al prójimo es señal de buena salud mental. Un periodista es como un taxista, lleva a la gente de viaje, nada más y nada menos. Acaso como psicólogo, coges el dolor del otro, lo pones negro sobre blanco, le das un sentido y haces que sea faro de costa para la colectividad. Eso es contar historias, nada más. Hacer que la gente se pare a mirar allí donde no quiere mirar. En eso consiste escribir, bien sea un reportaje, bien sea una novela. Para seguir adelante, me respondo a mí mismo, y le quito esa solemnidad al yo.

Según su opinión, ¿cómo podríamos salir del peligro de derrumbe?

Creo que vivir es arriesgar y estar en el filo, en el alféizar. Da igual lo que hagas, porque la felicidad es la ausencia de dolor y, a veces, basta una sola llamada o mensaje para hundirte la vida. Estas nueve personas que buscan trabajo en el libro tenían vidas más o menos armadas, casi todos, hasta que se quedaron sin sustento, hasta que se quedaron sin la forma de tener dinero en casa. El dinero, esa cosa tan necesaria y demandante. Lo que me enseñan los protagonistas es la heroicidad de los anónimos, que existe. Jesús Montiel decía eso de «me pasé toda la vida detrás de gente que parecía interesante, pero con el paso del tiempo me he dado cuenta de que la verdaderamente interesante es la que no lo parece». En mitad de esos anónimos hay mucho héroe, gente que toma decisiones cada día para sacar adelante a los suyos, para no dejar que le manchen la dignidad y la decencia. Y está bien que miremos ahí, a esos sitios que están en la sombra, pero son muy luminosos.

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