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Mikel Erentuxun se ve a sí mismo como un escritor de canciones, alguien que 'solo' lleva 38 años moviéndose entre las olas de un panorama musical que en cuatro décadas ha cambiado tanto que podría ser casi irreconocible. 'Del vinilo al cassette, luego al CD, a Internet, y ahora parece que vuelve el vinilo», reconoce.
Del muchacho que aprovechaba los ratos libres para componer canciones con su grupo mientras estudiaba arquitectura, a los grandes éxitos de Duncan Dhu, al hombre que con 58 años compone con su propia vida como inspiración hay un abismo. Un salto de tiempo que se puede seguir en sus canciones que como él explica no dejan de ser una especie de diario emocional de su vida, una autobiografía hecha de palabras y acordes de una guitarra, un piano o sus inseparables armónicas.
Pero la música acerca las distancias y en eso es experto Erentxun quien usa su propia vida como inspiración para sus canciones, quien asegura entre risas que ya no llena estadios pero que cada uno de los conciertos los afronta con la seguridad de querer hacer eso durante toda su vida.
Grande o pequeño, sala, teatro o bar, todos tienen un encanto único para alguien que ha hecho de contar historias con música su música su manera de entender el mundo, un trovador que encuentra inspiración en sus sentimientos, emociones y vivencias.
Quizás la clave para entenderlo sea justo esa, que le sigue encantando su oficio, que sigue disfrutando «como el primer día», que la música le sigue apasionando «a todos los niveles». Y es que Mikel Erentxun reconoce que sigue yendo a las tiendas a comprar discos, escuchando la radio y viendo revistas musicales como lo hacía aquel chico de 12 o 13 años en su Donosti natal.
Un hombre para el que el éxito ha sido solo un añadido, porque su trabajo es su pasión. Alguien que sabe de sobra que algunos años se triunfa y otros no, pero que al mismo tiempo, en sus 38 años de historia sobre el escenario ha mantenido una coherencia y una regularidad que entiende como clave de su longeva carrera.
Pero la rueda sigue girando y Mikel Erentxun no para. Este año acaba con su gira 'Amigos de guardia' para presentar un nuevo disco 'Septiembre', que valga la redundancia saldrá a la venta en septiembre de 2023. Tras su publicación, la pertinente gira que le llevará por todo el estado. Pero no es su único reto, porque para este incansable artista vivir y la música van de la mano, por eso reconoce que «siempre quedan cosas por hacer» y que últimamente está descubriendo el mercado musical americano con más de 30 conciertos el año pasado al otro lado del Atlántico.
Quizás las gaviotas de Colombia, donde viajará en breve, sean parecidas a las que el jueves 13 rondarán el concierto de Erentxun en Alicante, quizás lo sean más las de la playa de la Concha de Donosti. Pero lo que está claro es que a Mikel le inspira la vida y su vida está inherentemente ligada al mar.
¿Qué queda del Mikel que cantaba 100 gaviotas con Duncan Dhu?
Una mochila llena de éxitos y canciones que a veces pesan demasiado, pero que al final son motivo de orgullo. Por el camino se ha ido perdiendo lo inevitable, la frescura y la inocencia de los comienzos. Pero se gana madurez y profesionalidad por oficio. Aunque quiero pensar que se parece bastante.
¿Eran del Cantábrico o del Mediterráneo esas gaviotas?
Es una canción que compuso Diego Vasallo evidentemente pensando en San Sebastián, en nuestra playa y el Cantábrico. Pero seguro que se puede extrapolar a otras, como las de Alicante.
Y hablando de las playas, viene a conocer las de Alicante en un concierto junto al mar mientras se pone el sol. Si le dieran a elegir ¿qué atardeceres prefiere, los del Cantábrico o los del Mediterráneo?
A ver los atardeceres son maravillosos sean donde sean. En el Cantábrico hay atardeceres maravillosos, en Alicante también y en Málaga. Alicante es un lugar perfecto para tocar la guitarra y el piano mientras el sol se va poniendo detrás de mí. Seguro que va a ser un atardecer muy bonito.
¿Qué podemos esperar de los Atardeceres Larios con Mikel Erentxun?
Estos conciertos tan íntimos se prestan a que haya una química especial. Un contacto mucho más cercano que en un sitio grande. Aquí voy solo, con mi guitarra, mi piano y mis armónicas. Será un momento muy cercano alrededor del atardecer, en familia e improvisando, que me gusta mucho y más en los conciertos acústicos.
¿Qué tienen de especial estos conciertos?
Son un invento buenísimo. Al ir yo solo es todo mucho más orgánico e improvisado. Puedo variar el repertorio y hay mucho más contacto con el público. Y si encima es en un marco bonito como es la bahía de Alicante, es inmejorable. Estoy contando los días para subirme al escenario.
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