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La nueva novela de Mikel Santiago se pone el 11 de noviembre a la venta. Ignacio Pérez

Mikel Santiago

Escritor
«Mi energía es la envidia que siento del genio de Stephen King»

El rey del thriller vuelve con 'La chica del lago', una novela ambientada en su tierra

Martes, 11 de noviembre 2025, 11:44

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Mikel Santiago (Portugalete, 1975) comenzó autopublicándose en internet y ha acabado viendo cómo su primera novela, 'La última noche en 'Tremore Beach', se convertía en serie de Netflix. Su novena obra, 'La chica del lago' (Ediciones B) –en librerías desde el 11 de noviembre–, devuelve al rey del thriller con la historia de una escritora de misterio enfrentada a un suceso del pasado que inspiró su obra más exitosa.

–'La chica del lago' arranca en una firma de ejemplares, una situación de la que usted tendrá buenas anécdotas.

–Muchas. Te dejan mensajes, sobres, una caja... 'Míralo después', te dicen... Alguien que asegura ser de tu familia te pide el teléfono personal, que te tiene que contar algo...

–¿Ha llegado a temer por su integridad?

–No, no. Pero porque no me lo he planteado.

–¿En esas firmas se hace una idea de quiénes son sus lectores?

–Sí. Hay fans, lectores que hacen un esfuerzo para venir a verte desde lejos, gente que lee mis novelas en hospitales en momentos duros, en bajas por depresión... Y cuando vienen, se emocionan, claro, porque conectan mi libro con su momento vital. Nos damos un abrazo, empatizamos... Soy una persona que conecta bien con la gente y no me da repelús casi nada. Pero entiendo que haya escritores que se sienten desbordados.

–La protagonista de 'La chica del lago' es una suerte de Dolores Redondo. ¿Hay algo de usted en ella?

–Muchísimo porque es escritora y se mueve en el mundo de la literatura comercial, rápido y potente. Su primera novela se basó en un caso real, una especie de 'A sangre fría', de Truman Capote. La editorial le pide más casos de la inspectora, cuando ella sería feliz escribiendo sobre las huelgas de los anarquistas. En esta industria, si aciertas empiezas a ganar dinero.

–¿Y eso le ha pasado a usted?

–A mí me lleva yendo bien desde 2022. Como autónomo, miro mis cuentas y pienso que esto se estabiliza. En mis primeras cuatro novelas yo seguí trabajando de programador freelance hasta 2018, primero en Ámsterdam y después aquí en Bilbao, donde vivo. Me ofrecieron escribir dos guiones para Netflix y ya no podía compatibilizar los tres trabajos. Dejé la informática, que me dio grandes alegrías durante quince años. Ahora soy profesional, pago mis facturas con esto. El mundo de la publicación va muy rápido.

–No puede estar mucho tiempo sin lanzar un libro.

–Eso es. Yo no siento el corsé temático, la marca 'euskal noir'. Existe un gran consejo editorial que te dice quédate donde estás. La gente compra un libro tuyo esperando tal y cual. Pero es que no se me ocurre, no sé, una novela histórica en el desierto.

La portada del libro.

–¿Se ha cansado de aplicar una fórmula o en cada novela empieza de cero?

–Me sigue motivando inventarme una historia. 'La chica del lago' tiene una mecánica de misterio compartida con otras novelas mías: quién lo hizo, el 'macguffin' del diario, el pasado que regresa... Soy un gran amante de Stephen King, y uno de mis proyectos soñados es escribir una buena novela de terror. Creo que mi editora me apoyaría.

La música como terapia

–Sus primeras obras las ambientaba en el extranjero, pero ahora transcurren en una Vizcaya muy reconocible.

–Cuando creas tu propio tono te sientes cómodo poniendo Bilbao, La Latina en Madrid o Urkizu, un pueblo inventado en el interior de Álava.

–Y si quiero conocer Illumbe, ¿a dónde voy?

– Es un pastiche de localizaciones. De entrada es Mundaka, pero también Gorliz, Plentzia, el valle de Arratia, Balmaseda... Vizcaya da suficiente de sí para meter todo.

–Usted intentó triunfar en la música antes de dedicarse a la informática y a escribir.

–Mi primer sueño fue ser músico y compositor. Ya entonces escribía diarios. Me iba solo con mi cuatro pistas al local de ensayo, hacía mis maquetas y después tocaba la canción con mi grupo. El otro día me lo recordó la película de Bruce Springsteeen componiendo 'Nebraska' ('Springsteen. Deliver Me From Nowhere'). La música duró de los 20 años a los 27. Vino un productor de Madrid, Gonzalo Benavides, a vernos a la sala Mistyk, pero no nos fichó. Nos llamábamos Negraloca, pensaban que éramos un grupo de salsa. Estaba Xabi Eguia, ingeniero de sonido de un montón de artistas, Yahvé Mediavilla, que ahora trabaja en Last Tour...

– Y usted se marchó a Irlanda.

–Sí, allí me reenganché con la música gracias a las versiones. Tengo tres hijas pero sigo tocando con un par de bandas en Bilbao y yendo a conciertos. Para mí es una terapia.

–¿Qué envidia de Stephen King?

–Has dicho una palabra que me encanta. Mi energía es la envidia, envidio su genio. Con la música también me ocurre. Sus buenas ideas y grandes desarrollos. Merece el Nobel, sin duda.

–¿Ser un escritor de éxito es también ser un poco rockstar?

–Los escritores no somos famosos, somos conocidos. Yo vivo tranquilamente en Bilbao y así quiero seguir. Pero cuando presentas un libro ante 500 personas y tienes tiradas de 120.000 ejemplares, cuando empezaste con 6.000, te das cuenta de que lo que escribes lo va a leer muchísima gente. El otro día leí a Villalibre contando que tenía miedo hasta de que le pasasen la pelota. Para un escritor puede ser parecido si te dejas ganar por la presión, si temes cada palabra que pones. Un escritor tiene que ser como un niño que se queda mirando fijamente. Te tiene que dar todo igual.

–¿Cómo ha sido la experiencia de convertir 'La última noche en Tremore Beach' en serie de Netflix?

–Un autor como yo se puede dar con un canto en los dientes con una producción top de Netflix así. El director, Oriol Paulo, fue honesto con los cambios, pero a mí me costó digerirlos. Ahora estamos luchando para que la trilogía de Illumbe mantenga el nivel.

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