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Las emisiones de CO2, el principal gas de efecto invernadero responsable del calentamiento global, tampoco han tocado techo este año 2024. Impulsada un año más por el uso del petróleo y el gas como principales fuentes de energía para una economía mundial en crecimiento, la escaldada dibuja una gráfica, de nuevo, ascendente.
Ni ha alcanzado el pico a partir del cual se produzca una bajada continuada ni, por supuesto, un descenso. Así, las proyecciones indican que serán 41,6 las gigatoneladas de este gas las que serán arrojadas a la atmósfera al cierre de 2024. Un 52% por encima de la era preindustrial, antes de la quema estructura de combustibles fósiles como fuente de energía.
De seguir así, será un 50% más probable que en seis años la Tierra ya estará instalada de forma estable en un clima 1,5º más cálido. Además, quedará aún más lejos el objetivo de mantener el calentamiento global por debajo de los 2º, al que están enfocados ahora todos los esfuerzos de descarbonización.
Estas son algunas de las principales conclusiones del último informe realizado por el Global Carbon Project, el mayor estudio del que se dispone en la actualidad sobre emisiones de CO2, y en el que participa un consorcio de más de cien expertos y 80 instituciones científicas.
En su última edición, que se presenta este miércoles en la COP29 de Bakú, vuelven a poner a un lado de la balanza las emisiones generadas por el hombre y las generadas por la propia Naturaleza y, al otro, la capacidad natural de los sumideros de la Tierra para absorber dióxido de carbono. El resultado, un año más, no es el deseado por la comunidad científica.
Pep Canadell, director ejecutivo del Global Carbon Project e investigador jefe del Centro de Ciencias del Clima CSIRO en Canberra (Australia), valoró que ni siquiera el avance de las energías renovables han logrado una bajada significativa en las emisiones. «Estas tecnologías limpias no pueden suministrar todavía toda la energía adicional que necesita un mundo en crecimiento», reconoció en un encuentro organizado para periodistas por el SMCenter.
A pesar de que la buena noticia de que los gases han alcanzado el denominado 'pico' a partir de cual bajen se hace de rogar, el incremento porcentual de emisiones no ha sido tan alto como en décadas anteriores. «A escala mundial se observa una cierta estabilización», ya que la subida registrada ha sido de un 0,8%, cuando en la década comprendida entre 2004 y 2013 eran del orden del 2% anual.
La meseta -así la denominan en el informe- que se observa ahora indica cierto progreso en la lucha contra el cambio climático. Eso sí, «insuficiente para poner todas las emisiones globales en trayectoria descendente». Canadell añade que estos datos demuestran que «el nivel de mitigación debe ser mayor de lo que se pensaba hasta ahora porque no se está logrando que la curva descienda».
Cuando se habla de mitigación los expertos se refieren a los pasos que las economías del mundo están dando para su descarbonización, esto es, abandonar la quema de combustibles fósiles. Este es, en opinión del director de Global Carbon Project, el «gran elefante en la habitación».
Un análisis pormenorizado de las emisiones de gases procedentes de la quema de cada combustible tampoco arroja noticias positivas. De hecho, el incremento global del 0,8% ya citado está impulsado por la subida de las emisiones de gas y petróleo, y, aunque en menor medida, las de carbón.
A pesar de que en España el uso del carbón como fuente de energía es prácticamente residual, el panorama en el resto del mundo es muy diferente. Su quema supone todavía el 41% del total de las emisiones fósiles y estas aumentarán de nuevo en 2024. Es verdad que a un menor ritmo, pero persiste su uso en India y China. «No es lo que los científicos esperábamos ver. En el caso concreto del carbón pensábamos ver ya un descenso», reconoce el científico.
El petróleo es el segundo combustible en peso específico y también aumentarán sus emisiones. En este caso el motivo es el crecimiento imparable que experimenta la demanda internacional en el sector de la aviación. «Aún no se ha recuperado el nivel de actividad prepandemia y, por ello, todo indica a que seguirá creciendo», advierte Canadell.
Las subidas de estas dos fuentes fósiles no superan el 1%, algo que no sucede con el gas natural, que registra el mayor incremento de emisiones durante 2024, con un 2,4%. Por razones geopolíticas, su uso se ha recortado en Europa, pero esto no se ha replicado en otros países como China, Estados Unidos e India, principalmente.
El cemento, que es estudiado como un emisor propio de CO2, es el único parámetro que demuestra una bajada notable. Buena noticia que queda relativizada si se tiene en cuenta que solo es responsable del 4% de las emisiones globales. Esta tendencia no se debe a un triunfo de la lucha climática, sino más bien con el parón de la construcción que se ha dado en China.
Por países, el camino de descarbonización es muy dispar. Europa lidera la bajada de emisiones con diferencia (-7%), seguida de Estados Unidos (-0,6%). Al margen de estos dos países, China sigue siendo el principal emisor de CO2. Un 32% de lo que se emitió a la atmósfera en 2024 procede del estado asiático. La buena noticia es que la subida fue menor que en años anteriores, de un escaso 0,2%.
¿Significa esto que China está al borde de alcanzar su punto de inflexión a partir del cual estabilizará sus emisiones? El informe del año que viene aclarará si este dato se debe a la situación de ralentización económica o si realmente es una tendencia de descarbonización.
Por ahora, lo cierto es que a final de año podríamos asistir a «la primera vez en la historia que este país no tiene un aumento de emisiones sustancial de dióxido de carbono». También hace otro apunte positivo el informe sobre la economía china: «las emisiones del petróleo probablemente hayan alcanzado su punto máximo porque los vehículos eléctricos van ganando cuota de mercado de forma sostenida».
El informe destaca también los 22 países (la mayoría de la Unión Europea, junto con Reino Unido y Estados Unidos) que han logrado rebajar sus emisiones y, a la vez, hacer cercer sus economías. A este «selecto grupo» se han sumado Nueva Zelanda, Noruega y Corea del Sur. Un número de incorporaciones «muy triste», en opinión de Canadell.
Pero no son sólo las economías las responsables de las emisiones de estos gases de efecto invernadero. El uso de la tierra -como se denomina técnicamente- también tiene su parte de responsabilidad. En este caso, el año 2024 ha contado con los grandes incendios en el norte de América y la sequía en la cuenca del Amazonas. Ambos eventos han sido capaces de descompensar las expectativas que había puestas en el descenso progresivo del efecto de la deforestación. Esta se ha mantenido a la baja durante la última década. «La degradación del suelo va a menos y la tendencia a la baja de las emisiones procedentes ella es real y permanecerá en el futuro», valoró Canadell.
Así, en este sentido, la reforestación ha demostrado su eficancia para compensar las emisiones de CO2 en el balance global. 1,9 billones de toneladas cada año se secuestran gracias a estas acciones. Esto supone el 5% del total de emisiones. Por ello, los responsables del proyecto realizan un llamamiento para retomar los grandes proyectos de la última década, que ahora se han paralizado.
Con todo, el balance realizado cuenta con el trabajo que hacen los sumideros naturales de carbono, que se vuelven menos eficientes cuanto más avanza el calentamiento global. Estos son, básicamente, bosques y océanos, que absorben la mitad de lo emitido a la atmósfera. En 2024 también fueron un 40% menos eficientes por la sequía y los grandes incendios.
Si esta tendencia continúa, los autores del informe calculan que en seis años el mundo será 1,5º más cálido. Sobre el anuncio de la OMM y de Copernicus de que ya 2024 ha superado esta temperatura, Canadell valoró que es no es justo dar el mensaje de que el objetivo de los Acuerdos de París ya no tiene sentido porque ha sido superado, porque se renovarían el objetivo con algún grado más y eso ya resultaría nefasto para la lucha climática.
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«La temperatura no se estabilizará hasta que las emisiones lleguen a cero por la descarbonización o porque el balance sea cero neto, contando con la compensación de los sumideros», valoró el director del Carbon Project. «Bakú será la demostración de si nos creemos de verdad este viaje de las cero emisiones el que nos hemos embarcado».
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