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Este miércoles, 10 de abril, ha marcado una frontera muy importante a lo que a los recursos hídricos de la Marina Baixa se refiere. Tal y como explica el director del Consorcio de Aguas de la Marina Baixa, Jaime Berenguer, «en octubre del año pasado entramos en lo que se llama prealerta técnica. Tiene que estar dos meses. En diciembre entramos en prealerta. Y hoy, 10 de abril, el indicador del volumen nos hace entrar en alerta técnica. Teóricamente, tendríamos que estar dos meses en alerta técnica para confirmar este estado. No se han producido lluvias este invierno, ahora estamos en primavera y si no se producen lluvias en primavera, pues entraríamos en el peor de los escenarios y a finales del mes de junio o principios del mes de julio, entraríamos en emergencia».
Y todo, por la situación de sequía que lleva padeciendo la zona desde hace ya muchísimos meses. A la hora de analizar la situación actual y, sobre todo, lo que está por venir, Berenguer pide, en primer lugar, definir el propio concepto de sequía que «es una situación meteorológica prolongada, durante la cual la precipitación es inferior a la media. Este es un fenómeno cíclico, es decir, que la hemos tenido, la tenemos y la vamos a tener en un futuro».
Debido a esa realidad cíclica, explica el director del Consorcio a Todo Alicante, «en la Marina Baixa hemos hecho grandes inversiones, grandes obras, hemos planificado muchas infraestructuras, tenemos un sistema complejo y sobredimensionado y en el corto plazo podemos aguantar periodos secos de hasta un año».
En otras comarcas de la propia provincia de Alicante ya se ha avisado a la población de que, salvo que se produzcan importantes precipitaciones en primavera, se procederá a tomar medidas como la reducción del caudal disponible e, incluso, algún tipo de restricciones en el consumo humano.
Sin embargo, preguntado acerca de si esa realidad podría producirse en la Marina Baixa, Jaime Berenguer afirma que «aquí hemos tenido las sequías del 68-69, del 77-83, del 94-96, la del 99-2001 muy importante y la del 15 al 16, que es la última. Siempre veo un poco la historia, es decir, hablamos de los años 50, de los inicios del turismo en Benidorm, y parecía que en aquel entonces el alcalde Zaragoza tenía el tema solucionado. En el año 59, trajo el agua de Polop y dijeron 'oiga, Benidorm tiene garantizada el agua'. Hasta la siguiente sequía, que fue la del 68-69, cuando se constituye el Consorcio, se vuelven a hacer más infraestructuras y viene otro periodo seco… es decir, que se han ido incrementando el número de infraestructuras y la sequía es algo, como he dicho antes, que se ha producido, se produce actualmente y se producirá en un futuro».
Por todo ello, es un firme defensor de que «lo que hay que tener son infraestructuras para garantizar esa agua, sobre todo para el abastecimiento en momentos de extrema necesidad, como pueden ser a partir de que no se produzcan lluvias en esta primavera».
Consciente de que un episodio de lluvias que pudiera aliviar la situación actual sólo sería, como lo fue en el pasado, una solución temporal, Jaime Berenguer aboga por seguir invirtiendo en infraestructuras y soluciones que no hagan depender a la Marina Baixa sólo del agua que cae del cielo. En otras palabras, en sumar a esos aportes los que puedan venir del agua desalada y, sobre todo, de la reutilización.
«En la Marina Baja el sistema de gestión de las aguas es un sistema de aguas subterráneas, superficiales y reutilizadas. Hemos incorporado la desalada, pero la región siempre ha estado caracterizada por un aislamiento geográfico y eso ha hecho que este sistema de gestión de aguas, haya sido prácticamente una necesidad», afirma.
Pero, ¿podría llegar el momento de que se tenga que anunciar algún tipo de restricción a lo largo de 2024? Berenguer opina que ese punto no se alcanzará. «Creo que en la práctica, en la Marina Baixa, no va a darse o no puede darse este escenario, porque desde el año 97 estamos interconectados, tenemos tanto recursos que puedan venir del exterior como necesidades podamos tener».
Una de las imágenes que más llaman la atención cuando se producen episodios de lluvias copiosas es la de la apertura de los aliviaderos de los dos embalses de la zona (Amadorio y Guadalest). Muchos vecinos no entienden los motivos por los que se tira tanta agua al mar siendo, como es, un recurso tan preciado.
Todo ello se debe a la normativa actual que marca los llamados 'resguardos', es decir, la cantidad máxima que se permite embalsar en un pantano en previsión de que una aportación torrencial pueda llevar a la presa a un riesgo estructural debido a que el pantano se vea sobrepasado. Sin embargo, esos resguardos (que son distintos para cada mes del año) se establecieron hace ya muchos años y desde el Consorcio de Aguas de la Marina Baixa se aboga por una actualización de los mismos.
Jaime Berenguer lo explica de forma muy clara. «Es uno de los hándicaps que tenemos en esta comarca. Estos establecimientos de volúmenes máximos son mensuales y el mes más restrictivo es el mes de octubre. Hemos hecho ahora unas alegaciones a seguridad de presas, porque estamos recordando que no hace mucho, entre marzo y septiembre de 2022, se perdieron casi 92 hectómetros cúbicos y vaciamos del orden de 10 o 12 hectómetros cúbicos en las presas de Guadalest y Amadorio». Todo ello, para respetar esos límites máximos exigidos por la normativa.
El director del Consorcio considera que «si hubiésemos podido ahorrar, por ejemplo, cinco de esos hectómetros cúbicos, ahora mismo la Marina Baixa estaría en un régimen de normalidad. Entonces, hay que buscar soluciones».
Y no. Según Berenguer actualizar esos resguardos no supondría un peligro añadido para las presas y las poblaciones que viven río abajo ya que «tenemos unas cuencas, unos ríos que permiten desaguar, prácticamente en un solo día, hasta dos hectómetros cúbicos». Esto provoca que, incluso «con una probabilidad de lluvias, perfectamente podíamos retener esa agua y valorar si podemos desembalsarla o no».
Otra de las preguntas recurrentes en la población en estos periodos secos es por qué no se crean nuevas reservas de agua. Esa es una solución, afirma Berenguer, que también está estudiada ya sobre el papel. «Para nosotros, una de las líneas de trabajo posible es aumentar la capacidad de almacenamiento».
El gran hándicap de esta cuestión es, como siempre, la económica. «Estamos hablando que los embalses o las balsas naturales son enormemente caras. Tenemos una balsa proyectada junto al embalse Guadalest. Estamos hablando de dos hectómetros cúbicos y una inversión de 16 millones de euros».
Por ello, Berenguer insiste en que «la balsa más económica sería regular estos resguardos, tomar las medidas por parte del Ministerio, las que se ordenen, en el sentido de poder desaguar con más seguridad y más rápido. Instalar medidas de seguridad en los ríos para que no hiciera daño y almacenar prácticamente la capacidad máxima en los embalses».
De esta manera, añade el director del Consorcio, «tendríamos hasta ocho hectómetros cúbicos más de volumen. Esto es muy significativo ya que no hay balsas suficientes ni ubicaciones en la Marina Baixa para ello».
El consumo de agua actual de la ciudad de Benidorm, la mayor urbe de la Marina Baixa y motor económico de la zona, es de «aproximadamente 12 hectómetros cúbicos al año». Por ello, y haciendo una resta muy sencilla, reducir los resguardos significaría, prácticamente, garantizar el 70% del consumo anual de Benidorm.
Lo explica Berenguer: «muchas veces hemos dicho que en noviembre la Confederación o el Ministerio te permite almacenar casi cuatro hectómetros cúbicos más que en octubre» que, como se explicaba antes, es el mes más restrictivo en cuanto a esos límites de seguridad. «A un millón de euros el hectómetro cúbico, podíamos tomar muchas medidas necesarias para que en ese mes pudiéramos almacenar esa agua».
De nuevo, haciendo una multiplicación rápida, se podrían ahorrar en sólo cuatro años (una legislatura) esos 16 millones que permitirían crear la balsa que aumente hasta en dos hectómetros cúbicos las reservas de toda la comarca.
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