La Costa Blanca se prepara para ser el gran refugio turístico ante las olas de calor del futuro
Hoteleros y destinos de la provincia destacan que el mar, las infraestructuras y la adaptación climática convierten la región en una apuesta segura
La llegada del puente de agosto coincide prácticamente con la segunda semana continuada de ola de calor en la Costa Blanca, donde, eso sí, las temperaturas están siendo bastante más llevaderas que en muchas otras regiones de España que, además, no cuentan con el factor aliviador que siempre supone la cercanía al mar.
En todo caso, las olas de calor parecen no ser nada más que uno de los muchos efectos derivados del cambio climático y, por lo tanto, una realidad a la que toda la sociedad deberá de saber adaptarse en el presente y, sobre todo, en el futuro. Una adaptación que, evidentemente, también debe y deberá afrontar el turismo, motor económico de la Costa Blanca, y que, al menos por el momento, no ha visto sus resultados trastocados por las altas temperaturas.
En cualquier caso, son muchos los escenarios que pueden darse en los próximos años. Cabe ahora preguntarse si todo seguirá igual, si otras regiones más templadas podrán beneficiarse de una hipotética huida de visitantes o si, sencillamente, la provincia de Alicante se convertirá en la 'nueva Canarias' con una temporada alta más tendente hacia los ahora considerados meses fríos del año.
La Costa Blanca mantiene su atractivo turístico pese a las altas temperaturas
Por el momento, las cifras niegan cambios importantes de tendencia. Así lo demuestran las ya consolidadas oleadas de ocupación hechas públicas por la patronal hotelera Hosbec como las previsiones para los próximos días, semanas y meses. De hecho, la directora ejecutiva de la patronal, Mayte García, explica a TodoAlicante que «el efecto de la ola de calor o del cambio climático en la movilidad de los turistas siempre lo hemos detectado, para la zona de la Costa Blanca, como un factor más dentro de nuestras propias características climatológicas».
En ese mismo sentido, valora García que «desde siempre es una zona y un turismo muy adaptado a las altas temperaturas tanto en las actividades de ocio, muy ligadas a las actividades acuáticas y a la playa, como en unas instalaciones de alojamiento turístico en las que se trabaja mucho en esa adaptación al cambio climático y a mejorar el confort de los visitantes de una manera muy eficiente en los que la climatización y los servicios».
Por todo ello, y pese a que el termómetro roce o supere con frecuencia la barrera de los 30º, «eso hace que el turista sepa que eligiendo esas actividades y estos destinos se reducen mucho las molestias de las olas de calor» y es que, subraya Mayte García, «como diríamos coloquialmente, aquí esos efectos se llevan mucho mejor».
El mar y la climatización reducen el impacto del calor en la experiencia del visitante
De manera muy similar se pronuncia la directora de la Fundación Visit Benidorm, Leire Bilbao, que explica que las olas de calor «no nos han afectado de un año para otro» en la capital turística de la Costa Blanca y locomotora de la industria en la región. De hecho, insiste Bilbao, «nosotros somos un oasis frente a otros destinos que no tienen mar, piscinas, alojamientos con aire acondicionado…» algo que, subraya, se puede también extender «a la hostelería, donde sucede lo mismo» gracias a sus continuos esfuerzos de adaptación a esa realidad climática.
Aunque con distintas palabras, la conclusión de Leire Bilbao es la misma que la de Mayte García, y es que la directiva de Visit Benidorm insiste en que «estar aquí en una ola de calor es muchísimo mejor que estar en otros lugares en los que, sin duda, no cuentan con estas ventajas».
Teniendo todo ello en cuenta, cabe también preguntarse si existe alguna diferencia entre el comportamiento del turista nacional y el internacional. Como han apuntado tanto García como Bilbao, la costa mediterránea supone un importante alivio, incluso inmersa en una ola de calor, en comparación con las zonas del interior peninsular, aunque no es baladí preguntarse si el visitante del centro y norte de Europa, donde los veranos son cada vez más cálidos (pero no tórridos), siente alguna reticencia ante un mercurio disparado.
Mayte García explica que, en lo que respecta al turista nacional, «desde siempre tenemos muchos clientes que provienen del centro de la Península y que se desplaza a las zonas costeras, precisamente, para mitigar esos efectos del calor porque en sus lugares de origen suele ser mucho más duro y mucho más complicado poder pasar las noches tropicales y las horas fuertes del día».
El cambio climático podría alargar la temporada alta de mayo a octubre
La Directora Ejecutiva de Hosbec considera que esos turistas «saben que la Costa Blanca es una apuesta segura porque las temperaturas están mucho más suavizadas y las instalaciones más adaptadas» y, de nuevo, lanza un ejemplo a 'nivel usuario' al afirmar que «es una realidad que se comprueba muy fácilmente comparando cómo duerme uno en casa y cómo duerme cuando está en un hotel en una habitación climatizada».
En relación al visitante internacional, García apunta a que «a ese visitante no le genera un desagrado elegir nuestros destinos aún con altas temperaturas», aunque admite que si se abre el foco para mirar al futuro, eso es algo que podría cambiar.
De hecho, Leire Bilbao hace esa misma valoración. La directora de la Fundación Visit Benidorm, eso sí, matiza que «a futuro debería cambiar muy significativamente la temperatura de las olas de calor, con grandes aumentos continuos, para que ello supusiera un cambio en el comportamiento de los turistas» aunque concede que «sí que creo que aquello que sientan mayor disconfort térmico optarán por fechas menos calurosas».
Mayte García valora que «a medio-largo plazo, con una visión mucho más amplia del efecto del cambio climático, vamos a más meses de temperaturas suaves y sí vemos que vamos a poder alargar mucho más la temporada estival».
Una temporada que, asegura, podría iniciarse «en el mes de mayo» y alargarse «hasta octubre» y eso permitiría «ver que los turistas prefieran esos meses más suaves y repartir sus periodos vacacionales para disfrutar esos meses del mar y de nuestros destinos».
Hoteleros y destinos trabajan en estrategias de adaptación y sostenibilidad
Una valoración casi calcada a la que hace Leire Bilbao, que prevé que esa hipotética nueva realidad climática podría «permitir un reparto lineal de clientes durante todo el año», aunque no se muestra preocupada ante la posible huida de visitantes a otros destinos porque «realmente, la climatología actual no tiene nada que ver con la de otras zonas que reciben muchos turistas con varias decenas más de grados como Egipto, Dubái… y que no por ello se están reduciendo».
Pero esas palabras no deben confundirse, en ninguno de los dos casos, con un negacionismo de la realidad o una relajación en cuanto a las medidas de adaptación de los destinos. De hecho, Mayte García recuerda que desde la industria hotelera «estamos muy pendientes siempre en seguir las estrategias de adaptación al cambio climático porque somos los primeros interesados en tener mucha más diversidad de estrategias que signifiquen un mejor consumo de los recursos, una mejor distribución del uso del agua, a situaciones de emergencia como pueden ser las lluvias torrenciales…».
De igual manera, Leire Bilbao coincide en ese trabajo que empresarios y destinos realizan de manera constante en términos de adaptación y afirma que esas medidas «serán paulatinas con el incremento de zonas verdes, sombras, creación de islas climáticas… y promover actividades fuera de los horarios de más calor» algo en lo que, insiste, «se viene trabajando desde hace tiempo y de manera paulatina».