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Jesús Nicolás
Jueves, 12 de septiembre 2024, 20:49
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En la historia, como convencionalmente se estudia en el mundo occidental, hay un antes y un después del nacimiento de Cristo. En la Vega Baja, ese hito que marcó la historia de la comarca para siempre fue la Dana de 2019. Cinco años se cumplían este jueves y todavía alguno se estremece cuando el cielo avecina tormenta o le mentan ese dichoso acrónimo del argot meteorológico. Con ocasión de la efeméride, muchos municipios recordaban los momentos más duros de aquella fatídica 'riada de Santa María' que segó la vida de nada menos que seis personas. Una de esas localidades era, cómo no, la capital comarcal, Orihuela. El alcalde, Pepe Vegara (PP), visitaba una de las pedanías que estaban en la zona cero: Media Legua. Junto a otros lugares del término municipal oriolano como El Escorratel o Molins estuvieron entre los puntos más castigados por las lluvias. Tocaba hacer balance y Vegara lo tenía claro. Cinco años después, el camino está todavía por hacer.
Las infraestructuras prometidas para evitar otra devastadora inundación del Bajo Segura, reivindicó el alcalde oriolano, siguen en los papeles y no sobre el terreno. Ejemplo de ello son las redichas obras para laminar las aguas que bajan por las peligrosas ramblas de Tabala y Abanilla, que siguen sin ejecutar por parte de la CHS. A ellos, al organismo de cuenca, señaló Vegara. «El que no recuerda corre el riesgo de olvidar y por eso estamos aquí conmemorando aquellos días, porque cada vez que caen cuatro gotas de alguna manera tenemos miedo y eso no es recuperar la normalidad. La forma de evitar ese miedo es que las administraciones que tienen responsabilidades sobre el tratamiento de ramblas, ríos y protección contra inundaciones acometan las acciones necesarias», reivindicó el alcalde oriolano. Una responsabilidad de la que descargó, por contra, al Consell de Carlos Mazón. «La Generalitat Valenciana tiene un compromiso con nosotros y la CHS tiene que comprometerse con nosotros».
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Hasta el momento, las únicas obras visibles han sido las ejecutadas en el marco del Plan Vega Renhace del anterior Consell del Botánico. En los últimos años, se ha actuado sobre algunas de las acequias y azarbes que se vieron más afectados con el fin de incrementar su capacidad de drenaje. Además, algunos municipios como Rafal, Bigastro o San Isidro han visto inaugurar nuevas balsas de laminación y parques inundables. Sin embargo, la desembocadura del río Segura en Guardamar, lejos de estar despejada de lodo y cañizo, sigue siendo un tapón al escape fluido de grandes avenidas.
«Seguimos después de cinco años sin haber hecho ninguna obra de calado», se lamentaba también la alcaldesa de Almoradí, María Gómez. El municipio, situado en el mismo corazón de la comarca, fue también muy castigado cuando la mota del río a su paso por la localidad colapsó dejando inundado todo su casco urbano. Ayer, durante una visita de la regidora a los regantes del Azud de Alfeitamí, reivindicaba al igual que su compañero de partido oriolano que la CHS tome medidas. «Las obras más importantes que necesitamos son las que tienen que hacer ellos, pero seguimos haciendo solo estudios y anteproyectos».
La semana pasada y viéndose venir la efeméride, el president de la Generalitat, Carlos Mazón, visitaba las obras en el Canal de Riegos de Levante, en San Fulgencio, para anunciar que el Consell destinará 13,5 millones de euros como parte de la segunda fase de las llamadas «Ayudas a la Vega Baja», nombre con el que han rebautizado el antiguo Plan Vega Renhace. Un cambio de nomenclatura muy criticado por los socialistas, cuyas agrupaciones no perdieron la ocasión este jueves de reivindicar al expresident, Ximo Puig, como ideólogo de este plan de inversiones en la comarca tras la Dana.
El alcalde de Orihuela, por su parte, alababa lo que entiende como una prueba de compromiso del actual Consell del PP por, dijo, invertir «siete millones de euros para efectuar medidas que palíen daños como el dragado del río Segura y los azarbes».
La licitación de las obras de la presa antirriadas de Tabala, según indicó la CHS el pasado junio, no se esperan hasta 2027. El organismo de cuenca, como avanzó LA VERDAD, debe evaluar el impacto sobre la línea del AVE y dos autovías del embalse llamado a evitar inundaciones en zonas de Murcia, Beniel y Orihuela. En cuanto a la rambla de Abanilla, la única obra contemplada es aumentar la capacidad del canal de derivación ya existente hacia el pantano de Santomera. Todo y que este embalse ya se vio al borde del colapso precisamente durante la Dana, cuando el agua estuvo a punto de rebasar la cota de la presa.
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