Los sueldos devuelven el bipartidismo al Ayuntamiento de Alicante
El apoyo del grupo de Barceló resquebraja a la izquierda, molesta al PSOE y da alas a Vox
Cada cuatro años, tras las elecciones, empieza un partido que se juega, sobre todo, en los despachos municipales. Aunque los totales, las cantidades y los repartos de las retribuciones a los concejales acaparan titulares, el reparto de las dedicaciones completas, los salarios y asesores es un tema con mucho intríngulis y detalles que suelen pasar desapercibidos sin una mirada sosegada.
En Alicante, el reparto de los sueldos ha sido rápido. Con apenas unas horas de margen, el alcalde, Luis Barcala, comunicó a los grupos municipales su distribución y convocó Junta de Portavoces anunciando el pleno. Apenas 48 horas después, los concejales votaban un aumento del 10% de media. PP y PSOE a favor, Compromís y EU-Podem se abstenían y Vox votaba en contra.
Tras el escenario, algunas de las vicisitudes que marcan la política municipal de Alicante y que dan respuesta, a veces, a esas cuestiones que hacen a la ciudadanía echarse las manos a la cabeza de incomprensión.
La legislatura comienza con una más que singularidad o rareza en el pleno: PP y PSOE han votado juntos esta propuesta del alcalde para repartir los sueldos. Y es que, en la distribución, los socialistas no quedan mal parados: mantienen el mismo número de dedicaciones exclusivas que el anterior mandato pese a haber perdido un concejal. Un regalo algo envenenado para un grupo municipal en equilibrio, a las órdenes de Ana Barceló y con continuos desacuerdos con la agrupación local del PSOE de Alicante.
De hecho, ha molestado, y mucho, en el partido que la primera decisión de la portavoz municipal socialista sea apoyar al PP para aumentarse el suelo. Encima, en plena campaña electoral para las generales del 23J.
El PP no ha desaprovechado la oportunidad para lanzar un dardo a los socialistas, pese a que los votos de estos últimos han permitido salir adelante la propuesta. Mari Carmen de España, la portavoz de los populares, ha afirmado en su declaración que la dedicación exclusiva que dejará libre la concejala Cristina García al entrar en la Diputación de Alicante pasará al portavoz del siguiente grupo de la oposición -Compromís-. La edil ha invitado al PSOE a hacer lo mismo en cuanto quede libre la dedicación exclusiva de Raúl Ruiz por el mismo motivo.
El anuncio es inteligente. Muestra las costuras de una izquierda que, aunque intenta dar imagen de unidad e ilusión, al menos en el Ayuntamiento de Alicante dan la sensación de estar en un 'sálvese quien pueda'. Sino, ¿por qué no ha habido un acuerdo para votar en contra de la distribución y empezar la legislatura tumbando la propuesta de Barcala? La pregunta no es baladí porque con el anunciado voto de Vox en contra del PP necesitaba que, al menos, uno de los grupos de la oposición se abstuviera.
El anuncio es inteligente, muestra las costuras de una izquierda que, aunque intenta dar imagen de unidad e ilusión, dan la sensación de estar en un 'sálvese quien pueda'
Una foto fija del alcalde derrotado en el primer pleno del mandato hubiera dado una imagen a la ciudadanía de una oposición fuerte y marcada por la confrontación a la derecha. Un golpe de efecto para empezar el mandato a un alcalde acostumbrado a la oposición más bien tranquila de los socialistas.
Pero tampoco los populares no habían usado esa intención en la negociación con los grupos de izquierda, cualquiera de ellos podría haber garantizado con su voto la aprobación de la iniciativa. Los populares se han guardado la propuesta para el pleno y han conseguido una foto en la que los principales partidos sacan adelante destinar 1,7 millones de euros a los salarios de los concejales. PP y PSOE han votado juntos. Los que se llaman a sí mismos progresistas, por separado.
La izquierda dividida
Nada más acabar el pleno, uno de los concejales de la oposición publicaba en redes su discurso junto con un mensaje que decía: «El PP considera que puedo llevar adelante la tarea con el 75% de la dedicación, en lugar de con dedicación exclusiva como el resto de portavoces. Agravio comparativo e injusto. Creo que los grupos de oposición de la izquierda no hemos estado a la altura».
El PP considera que puedo llevar adelante la tarea con el 75% de la dedicación, en lugar de con dedicación exclusiva como el resto de portavoces. Agravio comparativo e injusto. Creo que los grupos de oposición de la izquierda no hemos estado a la altura.
— Manolo Copé (@manocope) July 7, 2023
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La reflexión dice dos grandes verdades: los grupos minoritarios asumen las mismas responsabilidades fijas que los mayoritarios (plenos, comisiones, empresas o patronatos) y la oposición de izquierdas no ha «estado a la altura».
Desde hace al menos dos mandatos, en el Ayuntamiento de Alicante los portavoces de los grupos han tenido dedicación exclusiva, además de unas retribuciones equivalentes a las de los concejales de gobierno. Este acuerdo no escrito se ha roto esta legislatura. Los concejales del PP aumentan un 11% su salario, los portavoces de la oposición un 7%. Además, los portavoces de Compromís y EU-Podem tendrán dedicación parcial, cobran mucho menos.
Es cierto que la distribución del Pleno no es la misma en 2019 que en 2023 y que la ciudadanía ha sido la que con su voto ha repartido los escaños, algo que también debería reflejarse en los recursos a repartir entre los diferentes grupos. Pero también es cierto que los partidos minoritarios salen perjudicados, reciben porcentualmente menos recursos que lo obtenido en votos. Pero ni con esas. Con el sí de los socialista de Ana Barceló, Compromís y EU-Podem se han abstenido huyendo del voto en contra, de la foto junto a Vox levantando la mano y votando no a las retribuciones de los concejales.
Compromís y EU-Podem se han abstenido huyendo del voto en contra y de la foto junto a Vox levantando la mano
Los partidos situados más a la izquierda, han defendido la dignidad de los salarios públicos, la importancia de que la oposición cuente con recursos para fiscalizar al gobierno local. Y tienen razón en que el reparto de los órganos, comisiones, mesas, patronatos y empresas mixtas hace que un solo concejal, en el caso de EU-Podem, y dos, en el de Compromís, tengan que asumir más de 40 espacios diferentes. Una carga importante cuando hablamos de revisar documentación, presentar alegaciones y, en definitiva, fiscalizar que todo en el Ayuntamiento de Alicante se haga como se tiene que hacer.
Estos grupos son los que más han perdido con el reparto y tiene sentido su queja, entender que se puede realizar toda esta labor con una dedicación del 75% no parece justo. La política requiere, en la mayoría de los casos, una dedicación exclusiva y más si eres la cara visible del grupo municipal. Aunque, incluso con la pérdida de salario de un mandato para otro, las retribuciones de los portavoces están muy por encima del salario medio de cualquier trabajador.
Sin embargo, estos partidos no han sido capaces de articular un discurso claro y contundente. De hecho, se han abstenido. La postura no deja de ser un reflejo de lo que ha primado a la hora de la votación, evitar la foto con Vox, que sí ha votado en contra.
Vox, los grandes ganadores
La formación ultraconservadora lo tuvo claro desde el primer momento. Su voto iba a ser en contra. Pese a que durante el pasado mandato fueron la muleta perfecta para un bipartito que necesitaba de Vox para conseguir mayorías. Pese a que el reparto les da dos concejales a dedicación completa y dos a parcial. Pese a que su portavoz mantendrá la dedicación parcial para compatibilizarlo con su profesión de abogada con la política.
La formación ha conseguido marcar una postura que entronca con el discurso de los de Abascal a nivel nacional. «No está la situación para que los políticos se suban el sueldo», ha dicho su portavoz Carmen Robledillo. De manera más sutil también ha dejado caer que la política debe estar bien remunerada.
Vox ha sido la única formación que ha votado sin taparse la nariz y marcando su fuerza
Vox ha sido la única formación que ha votado sin taparse la nariz y marcando su fuerza. De paso ha obligado a la izquierda -dividida- a una posición incómoda, en la que reclaman más recursos para las labores de oposición pero tampoco son capaces de votar en contra del reparto.