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Las calles están llenas poco tiempo después de que a las 12.33 horas un apagón generalizado haya dejado sin suministro eléctrico a toda España, excepto Canarias y Baleares. En los comercios del centro de Alicante todo el mundo ha salido a las puertas ante la falta de luz que impedía seguir trabajando con normalidad. Pequeños grupos de personas comentan las primeras teorías: un ciberataque, una avería o una caída en Alicante o en toda España.
En plena plaza Séneca, en una furgoneta de reparto parada suena la radio a todo volumen mientras una decena de personas escuchan las noticias. El repartidor, Alejandro López, explica que había bajado a hacer un reparto y que ha decidido pararse ante la curiosidad de la gente. «De momento no me da miedo, por eso estamos atentos a lo que digan», explica López, y bromea: «Tenemos aquí cerca el refugio de la Guerra Civil». Junto a él, Carlos se ha acercado a escuchar la radio, junto a su mujer han venido un día de turismo a Alicante y ahora no puede ponerse en contacto con su familia en Valencia: «Tendremos que esperar, ya hemos pasado una pandemia», afirmaba.
Aunque el pánico no ha cundido en los primeros momentos, en Carisma, una tienda de electrónica del barrio de Autobuses, no dan abasto. En pocos minutos se ha formado una cola de ocho personas que buscan radios a pilas para poder seguir la actualidad. «Nos preocupa mucho, tenemos un bebé de meses en casa y nos da miedo que le pueda pasar algo», explica uno de los clientes. «No sé si se solucionará rápido», cuestiona otra. Sobre el mostrador del comercio una pequeña radio a pilas da las últimas noticias con una clientela que escucha en silencio.
En un supermercado de la zona las dependientas esperan con paciencia a que vuelva la electricidad. «No nos preocupa, nos da más aburrimiento que miedo, tendremos que esperar aquí hasta que vuelva o venga el dueño para cerrarla manualmente con la llave», comenta Diana, una de las trabajadoras.
También están a la espera en la farmacia. «No podemos dispensar medicamentos», explica el farmacéutico Sergio Riual. En este establecimiento no pueden acceder al sistema electrónico de las recetas, por lo que tan solo pueden dar productos de parafarmacia y siempre que el pago se haga en efectivo. Sobre los medicamentos refrigerados, de momento mantienen la calma, ya que las neveras están preparadas para mantenerlos incluso en caso de apagón como este.
Enfadado está Paco, un hombre mayor al que el apagón le ha pillado en el banco y luego ha tratado de ir a la farmacia a por los medicamentos, sin éxito. «Ahora me voy a casa y no puedo subir en el ascensor», teme este hombre mayor que usa un andador para desplazarse.
También ha acudido a la farmacia Carlos López, un profesor de Matemáticas jubilado que echa la culpa a la coyuntura internacional. «Lo que me fastidia es que tanto Trump como Putin están jugando con nosotros, hoy nos fastidian a España y mañana a otros», explica.
En las terrazas durante la primera hora seguía la normalidad también, los primeros problemas han venido a la hora de pagar las cuentas. «No se puede pagar con tarjeta, no van los móviles y no podemos irnos porque no podemos abonar la cuenta», ha explicado Cristina Domingues, una clienta del bar el Refugio de la plaza Séneca. «Es de locos que esto pase aquí en España, es raro», comentaba preocupada con su acompañante.
La normalidad de los primeros momentos ha ido dando paso a la preocupación en las calles de Alicante. Los comerciantes han empezado a bajar las persianas de manera manual y el caos del tráfico por la falta de los semáforos se ha apoderado de los principales viales mientras la ciudad permanece a la espera de que vuelva la electricidad.
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