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El colectivo 'La tripa del moro' pone un antifaz gigante a la Cara del Moro Archivo Municipal
La historia del Carnaval en Alicante: de las fiestas sin disfraces a la máscara en la Cara del Moro

La historia del Carnaval en Alicante: de las fiestas sin disfraces a la máscara en la Cara del Moro

La guerra civil y la religión pararon durante décadas una de las fiestas más transgresoras de la ciudad

Sábado, 18 de febrero 2023, 08:13

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Los disfraces tomarán las calles del centro de Alicante durante el finde del 17 al 19 de febrero. Carnaval regresa a la ciudad a lo grande tras una pandemia que lo debilitó. No hay edad para disfrutar de una de las fiestas más esperadas del año. Pero tras este evento que reúne a familiares y amigos se esconden siglos de historia que pocos usuarios conocen. Desde el año en que se oficializa por el Ayuntamiento a las prohibiciones, limitaciones y celebraciones clandestinas entre avisos de represalias por la dictadrua franquista y la religión.

La primera noticia documentada de la celebración de Carnaval es de 1802. El Gobernador político y militar de Alicante, José Senmanat, dirigió una petición al Ministerio de Gracia y Justicia para que se permitiera y se reconociese el carnaval alicantino.

El festival fue autorizado, pero con múltiples prohibiciones. No se admitían las máscaras, los disfraces religiosos, los relativos a la monarquía o los característicos del otro sexo. También estaba restringido el horario y la ubicación, solo se permitían los disfraces durante cuatro horas por la noche y en la calle Mayor y adyacentes.

Un lustro más tarde, en 1807, el Gobierno decidió prohibir completamente el carnaval en Alicante y en toda España. Hubo que esperar hasta 1821 para que se volviera a admitir. Las limitaciones y prohibiciones se fueron levantando en los siguientes años.

El Ayuntamiento lo hace oficial

No fue hasta 1901 cuando el Ayuntamiento de Alicante oficializa esta fiesta tan popular en todo el territorio nacional. Llegan las cabalgatas, tres en conreto, que se desarrollan por todo el centro de la ciudad. La Plaza de Toros se convierte en el punto de salida y llegada y la Explanada en el centro neurálgico del desfile donde se levantan improvisadas tribunas y asientos. Comienza el negocio y se venden abonos para los tres días.

Con el paso de las décadas, el Carnaval alcanza un gran éxito en Alicante hasta que estalla la guerra civil y la instauración de la dictadura franquista. Adiós al festival. Vuelve a ser prohibido por toda España. Las razones: moralidad y pudor, acompañados de avisos de represalias.

El Carnaval deja de celebrarse públicamente, pero se sigue celebrando clandestínamente en las casas. Tras casi cuatro décadas sin disfrutarse en libertad, en 1978 -con el inicio de la transición- algunos alicantinos se aventuran a pisar las calles disfrazados por el Casco Antiguo.

Los colectivos aparecen

Tras este movimiento desafiante, el Ayuntamiento de Alicante recogió la tendencia en 1982, y 43 años después volvía a reconocer la oficialidad del Carnaval de Alicante. Para ello se creó el 'Col.lectiu Carnestoltes', encargado de llevar a cabo la labor de recuperar el carnaval alicantino, que se llegaron a celebrar incluso en algún verano de los siguientes años.

En 1989 apareció otro colectivo con ideas más rompedoras y modernizadores, 'La tripa del moro', quienes construyeron un antifaz gigante para ponérselo a la Cara del Moro del monte Benacantil. Además, escenificaron un muro de Berlín en la misma Rambla, que acabó derribado. También crearon unos misiles de plástico que fueron colocados en el Monumento a la Libertad de Expresión de la Avenida de la Estación en alusión a una lanzadera, como crítica a la guerra del Golfo.

Todas estas acciones transgresoras crearon y avivaron una polémica en la ciudad, pero motivaron el nacimiento de otras costumbres, como la de celebrar el miércoles de ceniza un desfile para después incinerar un gran pez, lo que ahora se conoce como el 'Entierro de la Sardina'.

En las dos últimas décadas, el Carnaval de Alicante ha experimentado un crecimiento descomunal. Aunque se celebran actos durante varios días, la fiesta se ha centrado en el sábado noche y en la rambla, en lo que se conoce como el 'Sábado Ramblero'. Decenas de miles de personas pasean disfrazadas por la ciudad, desde bebés hasta abuelos. Una celebración en la que la gente deja a un lado la vergüenza y salen a la calle a disfrutar.

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