Cambiar los planos por las recetas de helados italianos hasta situarse entre las mejores de España

En una de las calles que colindan con la concatedral de San Nicolás de Bari en Alicante, hay un local pequeño, tímido, que se dedica a la hostelería, pero no saca sillas, ni mesas. Que no pone cafés, ni desayunos, sino que lo apuesta todo al mismo producto: el helado. Los rótulos de la entrada rezan su nombre 'Heladería Livanti'.

Todo aquel que haya tenido la suerte de probar una de sus tarrinas sabrá que lo que se dice de ellas no son exageraciones. Detrás de sus vitrinas se encuentra el mejor helado de la provincia y, probablemente, de los mejores de España. Paramos en la puerta cinco minutos hasta que Belén termina de abrir y nos atiende. En ese pequeño lapso de tiempo pasan dos grupos de personas.

Unos son locales, o al menos lo parecen. Al ver de nuevo la fachada de la heladería recuerdan la última vez que entraron con frases del tipo «es que mira que están buenos». Los siguientes son turistas franceses. Por la cantidad de maletas que llevan parece que acaban de aterrizar. Uno de ellos para delante del local, hace una foto y la pasa por un grupo. Parece que esta noche volverán a por un helado.

Dentro del pequeño negocio ya aguarda una señora mayor esperando a ser atendida. Frente a ella hay una barrera de cuerda, al estilo de los grandes conciertos en los que hay que organizar a la gente para que no se aglomere sobre la entrada. Además, una de las estanterías detrás del mostrador está llena de reconocimientos recibido. E ellos destaca el solete de la Guía Repsol y el primer premio 'Artisti dil Gelato 2025'.

Entonces, sale Belén Pallarés a recibirnos. Ella es la dueña de la heladería y está muy orgullosa de lo que ha conseguido. El proyecto nació hace ya casi 15 años. Entre risas comenta que viene «de un mundo muy distinto». Antes se dedicaba a la arquitectura, pero en la crisis de 2008 tuvo que abandonarlo. Ante tanta «destrucción» ella y su socio Mario, siciliano, se vieron en la necesidad de poner un poco de alegría, de salir adelante con algo que a la gente le hiciera ilusión.

Así, con este pensamiento, en noviembre de 2010 encontraron el local y para abril ya estaba abierto al público. En esas primeras semanas de apertura la gente se quedaba fascinada con la vitrina que se mostraba frente a ellos, una gran variedad de sabores y helados al estilo siciliano acababa de aterrizar en Alicante.

Solo unos años después de abrir el local, el negocio fue galardonado como la tercera mejor heladería de España en TripAdvisor. El secreto del éxito era la autenticidad y calidad. «Queríamos hacer un helado diferente que fuese nuestro y por eso fuimos a aprender cómo se hacía para separarnos de semipreparados y demás, el objetivo era crear nuestras propias recetas y creaciones», relata Pallarés.

Como para muchos otros negocios, la pandemia fue un golpe duro y frenó el crecimiento, pero supieron reinventarse. Crearon una página web donde vendían el producto y con la furgoneta iban repartiendo el helado. Gracias a esto el negocio se mantuvo a flote y para 2021 de nuevo volvían a ser la heladería de referencia de Alicante.

Este compromiso con el cliente va mucho más allá. «Mis helados son sinceros, son de verdad, si te digo que lleva esto, es que lo lleva y nada más. Son artesanos porque los creas desde el principio, te preocupas por ello» afirma la arquitecta y ahora heladera. Cada uno de sus helados se hace de cero y con una receta original para cada uno, su recetario incluye más de 70 creaciones únicas porque ella quiere ofrecer un helado especial, se aleja de bases a las que se les añaden sabores.

De todas las recetas, la que más se vende es la de pistacho, pero no quedan atrás los sabores frutales, como el mango o el limón. Con las frutas hay que tener tino, porque al trabajar con productos naturales los sabores de helados de frutas van en relación a la temporada. Si te pasas, los meses de verano no encontrarás fresas, pero durante el invierno triunfa.

Belén hace su trabajo sin compararse con el resto, sólo quiere superarse a sí misma, por eso no le da miedo morir de éxito, no es algo en lo que piense. Su plan no es conseguir galardones y ser la más reconocida, sino más bien continuar trabajando como lo hace. «Como lo hago es como quiero seguir y si la gente sigue viniendo es que le gusta. Quiero seguir así, mejorar la materia prima, las creaciones…» afirma la empresaria.

En otra de las cosas en las que aún no ha pensado es en el relevo generacional, pero no le importa. Son cosas que para Pallarés aún quedan lejos. Ese momento será en unos 15 años, por eso, por ahora, piensa en que la heladería funcione y que la gente siga yéndose contenta y satisfecha con su trabajo.

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