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Es jueves y la calle San Mateo bulle de actividad desde primera hora de la mañana. Y es normal, al ajetreo habitual de esta arteria comercial -de las pocas que quedan en los barrios alejados del centro de la ciudad- se le suma que es día de mercadillo y la gente aprovecha para acercarse a comprar. En los escaparates se han colado algunos carteles de Black Friday, pero en otros muchos este tipo de descuentos no acaban de llegar.
Tiendas de telas, otra de lencería, una de moda, de animales o de alimentación. En esta calle hay de todo lo que se pueda necesitar y todas tienen en común que siguen perteneciendo a ese eje de lo que se conoce como comercio local.
Clientes y comerciantes coinciden: lo que sigue diferenciando a las tiendas de barrio es la calidad y el servicio. «Me desplazo de lejos, las grandes superficies se han quedado para la gente jóven», explica Julia Galán. Ella es clienta de una carnicería que reconoce que no aplican ningún tipo de descuentos en el Black Friday. «En los precios que estamos no podemos bajar más», explica Antonio, su propietario. En el local se atiende y se provee de buen género pero también se cuela en las conversaciones la vida familiar de las compradoras e incluso algo de crítica política. No son solo compras, también es vida social.
La atención también es otro de los puntos fuertes del comercio local. En la tienda de ropa interior y pijamas Marian sí tiene descuentos para el Black Friday, alguna oferta especial, pero reconoce que el efecto de estas promociones es muy pequeño. «Llevamos 44 años en el barrio y la gente de aquí nos compra siempre, en realidad en este tipo de fechas hacemos un 10% extra, un detalle, pero ya tenemos los precios muy ajustados en el día a día», explica Maria Ángeles.
Su local es uno de los que llevan más tiempo en esta calle comercial. En estos años han visto cambiar el barrio pero también crecer a sus clientas. «Compro aquí porque me conocen desde que me crecieron las tetas», afirma Mabel. Ella y su madre, Mari Asunción, están comprando sujetadores y reconocen que el trato es excelente. Mabel explica que no tiene un cuerpo normativo y que cuando compra le hacen sentir bien, «si necesito algo en particular me lo traen», afirma.
No es el único comercio con descuentos. También Moda Karay exhibe la ropa de fiesta entre el 10 y el 30 por ciento menos por el Black Friday. Ellos regentan tres tiendas en toda la ciudad y la dependienta de la de San Mateo, Esther, reconoce que la gente aprovecha el más mínimo descuento para comprar vestidos para sus eventos. «Así ya lo tienen», afirma.
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En la Óptica San Mateo, otro de los clásicos del barrio, también se pueden ver descuentos, aunque insisten en que ellos hacen «gracias» y ofertas todo el año. «Nuestra clientela es del barrio pero también algunos que se han ido y vuelven por la confianza y porque los precios están muy ajustados», explica la óptica, Paula.
En el otro extremo está Arantxa, una de las decanas de San Mateo, con un negocio que lleva ya 46 años en esta calle. Su tienda de decoración y cortinas, Otoman, ha visto cambiar un barrio que considera irreconocible en los últimos 20 años. «Esta zona antes era mejor, ahora es ruinoso, ya solo queda la gente mayor y los que vienen no pueden aparcar, aquí no se ha mirado nada por el comercio», explica indignada Arantxa. Esta mujer afirma que ellos tienen descuentos siempre, por lo que no realiza nada especial por el Black Friday.
Pasa la mañana y la calle San Mateo sigue llena de vida. Sea Black Friday, jueves de mercadillo o un día cualquiera, esta arteria comercial continúa resistiendo al paso del tiempo, a los cambios de las costumbres de compra y a un cliente que se ha habituado a las grandes superficies frente al comercio local.
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