Benalúa reivindica su centro social con un ninot de carrer del 'Caballero Barcala'

Benalúa no descansa ni en Hogueras en su reclamación de un centro social. La asociación vecinal Benalúa El templete ha recuperado durante los días grandes de la ciudad el espíritu más reivindicativo y satírico de los ninots de carrer.

En pleno corazón del barrio, en la plaza Navarro Rodrigo, han presentado al 'Caballero Barcala', una figura de cartón con armadura, escudo y lanza que ironiza sobre el abandono institucional que sufre la zona y, especialmente, sobre «la falta de respuesta» del alcalde de Alicante, Luis Barcala.

El acto, cargado de simbolismo y participación vecinal, se ha convertido en una escenificación festiva pero también firme. «Estamos cansados del meninfotisme institucional. Benalúa también existe y merece dignidad», ha expresado el presidente de la asociación, Ernest Gil.

La instalación del ninot devuelve a las calles una tradición festera con fondo de crítica política que durante décadas caracterizó a las Hogueras. En este caso, la sátira no se limita a la figura: también incluye un romance popular, 'El Romanç del malefici de Benalúa i el cavaller Barcala', en el que se describe la historia del barrio desde sus orígenes hasta su «agonía» actual, con «la desidia institucional como gran maldición».

«En Benalúa, Alipark y adyacentes vivimos más de 15.000 personas, de las que una tercera parte son mayores de 65 años», han recordado desde esta entidad en un comunicado «Tenemos muchas necesidades, pero la prioritaria es un centro social, que serviría como refugio climático y solucionaría muchos de los problemas de salud que provoca la soledad no deseada. Muchas personas han desaparecido desde que comenzamos esta lucha. ¿Cuántas más caerán hasta que se convierta en realidad?», advierten.

A la acción simbólica se sumaron también representantes de otras asociaciones vecinales, como Les Palmeretes de Carolinas Bajas y la Asociación de Vecinos de Alipark y Adyacentes, que quisieron mostrar su respaldo a la causa.

El Caballero Barcala, con su armadura templetaria, recorrió simbólicamente la plaza para recordar —en tono festivo pero firme— que cuando los gobiernos no escuchan, los barrios se organizan y se defienden. La escena cerró entre aplausos, humor, pancartas y la esperanza de que la ironía y la presión vecinal consigan romper el «maleficio» de años de abandono.

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