Dani Martín
Secciones
Servicios
Destacamos
Dani Martín
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
«Feliz y orgulloso». Así es como se siente Dani Martín (Madrid, 47 años) con su nueva criatura bajo el brazo, 'El último día de nuestras vidas', un álbum de pop-rock con diez potentes temas en los que el artista pasa de modas y lleva al oyente a mediados de los 2000, cuando El Canto del Loco, la añorada formación que lideró, copaba las listas de ventas en nuestro país. «Este es mi Canto del Loco, el que yo quiero, el que yo amo», sentencia.
-Han pasado tres años desde su anterior trabajo, ¿cómo se encuentra?
-Pues estoy orgulloso, me siento afortunado y agradecido por llevar 25 años haciendo lo que me apetece, sacando los discos que quiero, de la manera en que quiero: poder sacarlos en físico, con las diez canciones que me apetecen. Básicamente, estoy feliz.
-Ha dicho que es el mejor disco de su carrera…
- Yo no te he dicho que sea el mejor disco de mi carrera.
-Lo ha dicho en alguno de sus últimos vídeos en Instagram.
-¡Qué falso! (ríe).
-¿Por qué lo cree?
-Creo que es el disco más visceral que he hecho hasta la fecha y el que tiene un sonido más parecido al de El Canto del Loco en mi carrera en solitario. Podría ser un disco que podría convivir entre 'Estados de ánimo' y 'Zapatillas', pero con una lírica de 2024. La verdad es que estoy muy orgulloso del sonido y de lo que hemos currado durante dos años enteros. Es un disco muy meditado, aunque solo sean diez canciones.
-Arranca con 'El último día de nuestras vidas', un tema muy positivo, con guitarrazos y sintes, que invita a aprovechar el momento. ¿Es así como viven los rockeros?
-Partiendo de la base de que no me considero rockero, sino ser humano, sí que soy disfrutón y como tal sí que puede que en algún momento haya vivido la vida como el último día de mi vida. Me gusta que cada comida que hacemos entre amigos, cada día que salimos por Madrid a comer o cada partido de fútbol de los sábados sean como si fuera el último día de mi vida. Quiero que cada reunión con los colegas sea muy divertida o que si voy al Metropolitano a ver un partido de fútbol, que sea algo superemocionante, que mi padre y yo nos lo pasemos de puta madre. Y sí, me gusta vivir las cosas con emoción y si me voy a comer un trozo de tarta, quiero sentirla, poder paladearla y disfrutarla, y decir ¡buah, qué puta maravilla!
-Cuando publicó la canción que da nombre al disco, saltó la polémica acerca de un posible plagio a Alcalá Norte. ¿Cómo lo vivió? ¿Ya los conocía?
-(Ríe). Sí, sí, me encantan. Me parece que son un soplo de aire fresco y me recuerdan a muchas cosas del pasado. Sinceramente, creo que no existe ningún tipo de cosa que vaya más allá de una conexión extraña en esos sintes que suenan un poco parecidos, pero como decía Nigel Walker, mi productor, si hemos robado algo de Alcalá Norte, pues siempre hay que robar de los mejores.
-«Quiero poder engordar, una vida normal», puede escucharse en la canción. ¿La popularidad y la fama tienen algo de pesadilla?
-Bueno, yo creo que tienen algo de autoexigencia, de querer mostrar tu mejor versión las 24 horas del día, y eso es agotador. Llega un momento en que es mucho mejor estar delgado o estar a gusto físicamente por salud que por un grito de 'guapo' en un escenario. Así que yo opto por la salud más que por la exigencia de ser famoso, conocido, popular, y tener que estar brillante físicamente. De hecho, cuanto más gordo he estado, que pesaba 31 kilos más, es en la gira en la que más tickets he vendido. Por lo tanto, a mi público no le preocupa mi físico.
-En 'Me vuelves puto loco' analiza lo que es ligar ahora. ¿Se ha perdido la magia?
-Seguramente para los jóvenes no, pero para ti y para mí sí. Llegar a un bar y cruzarte con una mirada que te apriete las tuercas, que te deje temblando, creo que es una sensación superbonita y que seguimos buscando los de aquella época. O que la amiga de Luis, que va a venir a comer, que en la comida tengas con ella una conexión superespecial. Yo creo que nosotros preferimos eso a mandar una pizza y una tortuga por WhatsApp.
-Nombra en esa misma canción a grupos de la escena actual como Cariño o Cupido pero ¿por qué parece que en el plano musical es más fácil que en otras disciplinas artísticas quedarse estancado en lo que uno escuchaba de joven? ¿Lucha contra ello?
-No, no lucho. Es que fuimos tan felices escuchando a Extremoduro, Sum 41, Green Day, The Offspring, los Strokes, Pereza, Amaral... Fuimos muy felices y ahora mismo a mí me cuesta encontrar cosas que suplan ese sentimiento, ¿no? Será por mi edad, tal vez, pero creo que también es porque socialmente vivimos una inmediatez que no permite que haya letras como la de 'Vis a Vis' de Leiva, canciones como 'Mediterráneo' de Serrat, 'Quién me ha robado el mes de abril' o 'Contigo' de Sabina, 'El roce de tu cuerpo' de Platero y Tú... Por no hablarte de todo Police, Los Beatles, Los Rolling, de todo lo que creció con nosotros y nos abrió las puertas de la música. Pues ahora a mí escuchar un disco nuevo me cuesta un poco más. Sin embargo, con 'Saviors' de Green Day ha sido un disco que me lo he zampado entero y me parece brutal de la primera a la última canción. Me ha pasado igual con 'The New Abnormal' de The Strokes o con el último de Carolina Durante, 'Elige tu propia aventura', que me encanta. No sé, la verdad es que creo que el que se da el permiso a viajar... Ah, bueno, me he enamorado de Nick Cave. O sea, por favor, ¿dónde he estado metido 48 años sin escuchar a Nick Cave?
-Pero eso también está genial: descubrir a alguien, aunque sea tarde. A mí me pasó con David Bowie.
-Bueno, Bowie, por favor. A mí me enseñó Coque Malla cómo escuchar a Bowie. Pero Nick Cave, el otro día, aquí en el WiZink, me dejó en silencio. Vine con una amiga a verlo desde el palco y estaba todo el mundo en silencio, disfrutando del talento de una bestia que se debió de cargar como diez micros tirándolos al suelo. Me hizo sentir tan pequeño... tiene un empoderamiento brutal.
-En 'Novedades viernes' se queda a gusto con versos como 'No veo alma en la era digital, no siento nada por la música actual' y carga contra las canciones prefabricadas para ser llegar al éxito con su autotune, su Bizarrap y el fragmentito de rap. Vaya paliza a la industria musica, ¿no? ¿No teme granjearse enemigos?
-Bueno, a una parte de la industria. Creo que hay otra muy sana, muy poco inmediata, muy trabajada, muy respetuosa con la tarea y luego hay otra que pretende un soniquete constante y una letra también muy parecida en todas sus canciones y en todos sus patrones. Es una canción de humor, de hartazgo, que bien podría representar el aullido de la portada, pero en ningún caso es una canción de mala leche. Creo que el que se sienta dolido, identificado, pues que se lo haga ver.
-Dice también algo así como 'Llenáis el WiZink Center en la fiesta de Los 40 y no lo volvéis a pisar'.
-Eso es muy gracioso, ¿no?
-Usted ha llenado diez fechas.
-Sí, pero eso también es una anécdota porque a lo mejor con el próximo disco llenamos tres o no llenamos ninguna.
-En 'Burning Man' carga contra esa vida falsa que muchos se han construido a través de las redes sociales. ¿Se puede luchar contra ello?
-Yo creo que tú lo haces y yo también lo hago. Tenemos nuestras vidas reales, no mostramos a nuestros hijos las 24 horas del día en las redes sociales, ni nuestros bíceps, ni nuestros pechos, ni nuestros culos. Creo que dentro de diez años, si a lo que nos vamos a tener que agarrar es a que yo era el que estaba bueno y el que hacía setenta 'burpees', y ahora no puedo hacer ni cuatro, estoy gordo y tengo el pelo blanco… Si ahora tiras de ello, no tendrás a qué agarrarte a no ser que hayas ahorrado y tengas una casa. Y bendito sea el dinero que hayas hecho con las redes sociales. Pero sí que siento que hay cierta prostitución en redes sociales por parte de alguna gente. Luego hay otras personas haciendo cosas maravillosas, que no me cansaré de repetir. Hay una chica que se llama @auntie_mariagalan que ha levantado un orfanato, unos talleres en Uganda, dando trabajo a gente de allí. Ha hecho una escuela, y su Instagram lo utiliza para dar visibilidad a esa situación, como tantos otros periodistas o músicos. Hay un Instagram para divertirte y aprender, que ese es el que yo elijo, y luego está el otro, que me parece superlícito y superguay. Cuando cumplan 18 años los hijos de estos personajes, espero que les denuncien por la vida que les han hecho llevar sin pedirles ningún permiso, como hicieron con Kiko Rivera.
-Esa canción acaba con una sección de coros y vientos muy potente. ¿De dónde surgió la idea?
-No sé por qué me vinieron a la cabeza los niños de 'Matilda', niños que están haciendo algo artístico y vocacional, rodeados de sus padres, muy tapados del foco en lo privado y lo profesional. Me pareció bonito darle ese toque de que los niños pueden hacer cosas maravillosas, como tocar el piano, ser felices, cantar porque eso les hace felices y no tener que aparecer dentro del disco, ni en el videoclip, ni nada de eso, y de ahí me surgió la idea. Me los imagino con una bandera de la paz, como en 'Los Miserables', subiendo a la cúspide del empoderamiento y lanzando la bandera de «vente a este lado que es mucho mejor», el de la vida, el de disfrute y el de cantar.
-En lugar de 'Este disco contiene lenguaje explícito' podemos leer una etiqueta donde pone 'Este disco no contiene duetos'. ¿Son el gran mal de la industria actual?
-A mí, el que haya tantos duetos me viene bien porque se venden muchos discos y me permiten lanzar todos estos formatos de CD y vinilo que hago tan maravillosos (ríe). Otros prefieren cantar con gente que ni conoce. Hay parte de la industria, no de la que yo vivo ni la que a mí me gusta y respeto, a la que le pones un disco y en vez de decirte qué ha sentido con el disco, te dicen, en la primera veo a Aitana, en la segunda a Manuel Turizo, en la tercera a no sé quien. Y le digo: «Pues muy bien, me parece estupendo. Para eso solo tienes que hacer un disco y llamarlos». Pero no, este disco no tiene duetos. Por ejemplo, en el disco de homenaje a El Canto, 'No, no vuelve', hubiera sido muy obvio y muy bueno para la compañía que hubiese estado lleno de duetos, pero preferí no caer en la obviedad. Que no digo que esté mal hacer duetos. Si te apetece hacer un dueto con tu amigo Coque Malla, hazlo; si te apetece hacer un dueto con tu amigo Leiva, hazlo; si te apetece hacer un dueto con tu amigo Manuel Turizo, hazlo; pero que las diez canciones del disco sean duetos porque ahora se lleve a hacerlos… Pues también está muy bien, que cada uno haga lo que le dé la gana.
-En 2021 lanzó 'No, no vuelve', el disco homenaje a El Canto, ahora se acerca al sonido de la banda, ¿de dónde viene esta segunda juventud?
-Bueno, pues esta segunda juventud viene de juntarme con Paco Salazar, que es mi productor, y de que nos encantan las guitarras. Me he vuelto a comprar un montón de amplificadores y de guitarras. Durante 25 años he estado guardando previos, compresores y cosas y me he hecho mi estudio. Y bueno, pues desde que terminó el confinamiento nos metimos allí y nos ha salido un poco el rollo ese de que dos colegas se juntan a montar una banda, que es a lo que suena esto, suena a banda. Luego llamábamos a Miguelito Lamas, que venía, se grababa sus baterías y seguíamos echándole cosas al guiso. Y bueno, pues este es mi canto del loco, el que yo quiero, el que yo amo.
-Y con estos pasos en esa dirección, ¿no le apetece reencontrarse con El Canto del Loco?
-Quiero a mi primo David, le tengo mucho cariño y quiero que le vaya muy bien con su proyecto, aunque no tenemos una relación a día de hoy . Tampoco la tengo con Chema, también le quiero y le doy 'likes' a su proyecto de Trötegalôpe. No tengo nada contra ellos, pero es como que soy feliz así, no sé. No echo de menos El Canto del Loco, ni tenerme que sentar con dos personas a decidir si la portada va a ser verde, roja, amarilla, con 48 años casi ya. Un día le dije a Ariel Rot que, seguramente, si nos hubiera ido mal a alguno, pues habríamos levantado el teléfono para hacer una reunión, para qué te voy a voy a mentir.
-El formato físico está en horas bajas, pero usted va a la contra y se saca estas ediciones de CD y vinilo repletas de detalles.
-Sí, tienes esto -coge la edición del CD- que cuesta 25 pavos y que creo que es un disco con un libreto superchulo, con pegatinas, en una caja superchula. No sé, creo que está de puta madre. Luego tenemos dos tipos de vinilos, uno 'hot red' y otro 'hot pink' y luego está la supercaja, con un print record que mola que te cagas. Luego lleva también un cassette, un fanzine, el CD, más pegatinas, el libreto y nos aventuramos a tener todas las canciones del disco en vinilos de siete pulgadas. Aquel que quiera el olor de abrir esto y tenerlo para toda la vida y quererlo y respetar lo que significa la música y darle un lugar, tirarte un sábado entero disfrutando de esto, como yo hacía con los discos de Los Ronaldos, de Red Hot Chili Peppers, de Rage Against the Machine, de Extremoduro.... Pues aquí tienes eso, para echar un ratejo. Y luego todo esto -señala a la edición de lujo- es diferente en cada una de las portadas, está hecho por la artista Bego Martín, que nos ha hecho el merchandising, el arte del disco, los visuales de la gira, el mural que hay ahí afuera. Una pedazo de artista mayúscula e increíble.
-¿Cree que esta deriva digital implica que de alguna manera se respeta menos la música, se le hace menos caso?
-Yo creo que es otra manera de vivirla y también hay que respetarles a ellos, que lo hagan así, pero que nos respeten a nosotros con nuestros vinilos, con nuestra tardanza a la hora de sacar un disco y nuestros 'iros a tomar por culo', si nos apetece. Convivamos todos juntos y respetémonos y ya está.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.