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En los pueblos todo se sabe. Ya sea una simple anécdota reconvertida en rumor o un hecho comprobado y verídico, el boca a oreja aflora en cada una de las calles, bares y casas. «Pueblo pequeño, infierno grande», es como en múltiples ocasiones se defiende la escritora Elisa Ferrer (1983) a través de la voz de Alba, la narradora de su nueva novela 'El holandés' (Tusquets, 2023).
La obra relata una de las historias «convertidas en leyenda» que marcaron su infancia en el pueblo, L'Alcúdia de Crespins. Fue en esa población de la comarca La Costera de Valencia donde «siempre desde niña escuchaba que un señor había vendido un solar en Benidorm que no era suyo», relata haciendo hincapié en que como era una «niña cotilla, me ponía en la mesa de los mayores y escuchaba» para no perder detalle.
Sin embargo, aquella pequeña Elisa marcaba maneras. Interesada por un tema que «hizo hablar» en el pueblo, regresa años después para convertir aquellas historias de mesa camilla en su segundo libro.
Benidorm. Finales de la década de los 80. El último solar sin edificar en primera línea de la playa de Poniente fue el detonante de 'El holandés', la novela que rescata aquella estafa encabezada por Rafael y, por ende, también recrea la transformación urbanística de Benidorm. La primera no se entiende sin la segunda. Y es que, cuatro décadas atrás, los terrenos valiosos de este municipio se ubicaban lejos del mar, pues eran los más fértiles para el cultivo. Sin embargo, el auge del turismo de sol y playas hizo que el alcalde de aquel entonces, Pedro Zaragoza, idease el plan para convertir su pueblo natal en la ciudad turística que hoy en día es. Aquella iniciativa arrastró consigo la especulación urbanística y dio personajes como Rafael quien, como otros tantos, vio el negocio en aquellos solares que años atrás carecían de valor. El contexto es importante, porque como recalca la autora «esto es una novela, la realidad nos acompaña como queremos».
Arrancar con la historia fue «un marrón». En su caso, no fue ella quien como «novelista corre detrás de un personaje», si no más bien, «él vino a mí». Rafael -uno de los muchos nombres que utilizó en sus vidas como prófugo de la Justicia- acudió «sin avisar» a casa de los padres de la escritora, de los que era amigo, uno de los días que Elisa permanecía allí de visita.
«Tú padre me ha dicho que estás aquí», le soltó tras preguntarle si era ella la guionista (este era su oficio). «Tengo una historia que vas a flipar». Y tanto. Primero, «porque él se cree que con un libro o ficción en España te forras». Segundo, porque en sus planes no entraba darse de bruces con este hombre sin previo aviso. Tercero, porque ya tenía otra trama entre manos, muy alejada de las vivencias de Rafael.
Tras conocer de viva voz la historia de Rafael y el timo del solar de Benidorm, Elisa Ferrer continuó con sus planes y viajó hasta Iowa para dar comienzo a sus estudios de un máster de Escritura. Afincada en la ciudad y con la mente abierta para adquirir conocimientos y continuar con su opera prima 'Temporada de avispas' (XV Premio Tusquets Editores de Novela, 2019), el entramado de los terrenos «volvía de manera inminente».
De hecho, a los seis meses de curso, la escritora se apuntó a un taller de no ficción. Durante las clases «todos mis compañeros empezaron a contar su vida y yo dije: 'voy a llamar a Rafael'», porque no podía dejar de pensar en su historia y cómo convertirla en novela a pesar de parecerle «un marrón».
A su regreso a España comenzaron a quedar en el pueblo. Ferrer le grababa «todo el tiempo y le hacía las mismas preguntas» porque «al principio pensaba que me mentía». No obstante, «siempre contaba todo igual», como también hicieron las personas que conocieron a Rafael en sus destinos, sobre todo, durante su estancia en Utrecht (Holanda), ciudad a la que huyó tras dar el golpe en Benidorm y donde bien le recuerdan sus habitantes «a pesar de que no tenían idiomas en común».
Muchas de las conversaciones con Rafael fueron en un coche de camino a la capital turística de la Costa Blanca. La escritora desvela que sus tíos veraneaban allí, pero ella no conocía la ciudad ni tampoco aquel solar que desde hacía tanto tiempo rondaba su cabeza. «No sabía cómo era Benidorm, me imaginaba un solar inmenso» y «no asfixiado por todos lados como lo estaba en la costa levantina», recuerda tras ver por primera vez las torres Veralux.
Durante sus viajes, además de acercarse al solar, Rafael le contó su estancia en la capital turística de la Costa Blanca. Allí regentaba una discoteca, la entonces conocida como 'Baccus Garden', y también el pequeño bar que daba de comer a la familia. Fue en una de esas, cuando ideó su plan para engatusar a unos inversores «vascos», como narra la novela, y lucrarse a través de la venta de aquel terreno que no le pertenecía, el cual le permitió embolsarse 400 millones de pesetas y vivir toda una odisea de huidas, juicios y estancias en prisión.
«Si me preguntan si esto es un 'thriller', yo digo que es un libro de personaje», manifiesta decidida Elisa Ferrer al reconocer que para ella «lo más importante de la novela es Rafael». Tras años de diálogos con este vecino de su municipio, la autora ha conocido a «un tío encantador cuya fuerza es engatusar». Son múltiples las anécdotas que cuenta acerca de sus conversaciones y una de las cosas que más le fascina de este hombre es su simpatía: «Estás almorzando con él en el pueblo, pasa una señora con cara de rancia y él sigue encantado de la vida».
Su personalidad le llevó a buscar un narrador que acompañara la historia. Tras probar con muchas voces, incluso con la suya propia, se decantó por Alba, una joven guionista del mismo pueblo del «rey de los bajos fondos» -como le apoda en la novela- y por quien este se interesa para que escriba un guion sobre su estafa. Su mezcla a lo largo de la obra es «un contraste», el cual sirve también para mostrar que «estamos pagando lo que hacen las generaciones anteriores».
Tras inmortalizar sobre las páginas un mar de diálogos y confesiones, Ferrer le dio la novela a Rafael para que la leyera y entre sus primeras conclusiones, este le soltó que «se ha divertido mucho leyéndola, menos lo de Alba que le aburre», ya que le quita espacio a sus palabras. Con este tono, que refleja al máximo la esencia del personaje, la autora confiesa que el protagonista se pasea por el pueblo «encantado» y comenta que «se ha inventado que ha firmado un contrato con mis abogados y que no puede firmar el libro». Algo que le dice a sus vecinos cuando le preguntan por su historia sobre la mayor estafa en Benidorm.
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Óscar Beltrán de Otálora e Isabel Toledo
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