Alicante es una ciudad con un potencial social y económico enorme, en eso estamos todos de acuerdo, pero se ha quedado anclada en el pasado. La ciudad necesita cambios profundos ante el colapso social y medioambiental que padece. Debería estar trabajando para posicionarse de manera competitiva ante Europa y luchar contra la emergencia climática, la desigualdad. También debería invertir todos sus esfuerzos en tratar de modernizar nuestros sectores productivos para hacerlos más competitivos, eficientes y sostenibles y no limitarse a apostar por un único sector, el turístico.
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El deterioro de la ciudad, la progresiva destrucción de su patrimonio, el abandono de los espacios y servicios públicos, su permanente suciedad, la desigualdad entre barrios y el envejecimiento poblacional nos lleva a un reto fundamental: es preciso que nos sensibilicemos con las necesidades reales de nuestra ciudad. Es preciso que, como ciudadanos, seamos protagonistas del cambio que queremos para Alicante y pasemos a quererla, cuidarla, amarla activamente.
«Los mayores retos que afronta Alicante, a medio y largo plazo, están relacionados con el cambio climático, con disponer en cada barrio del modelo de 'ciudad de 15 minutos'»
Los mayores retos que afronta Alicante, a medio y largo plazo, están relacionados con el cambio climático, con disponer en cada barrio del modelo de 'ciudad de 15 minutos', con contar con los servicios esenciales, mejor conectividad y buenos equipamientos de todo tipo. Que cada barrio tenga de por sí una serie de servicios que garanticen oportunidades, independientemente de dónde viva cada cual. Y que nuestro entorno esté limpio y libre de contaminación. No estar anclados al sector servicios, sino apostar por un modelo productivo basado en la industria, con eje principal en la innovación y la ecoinnovación para generar riqueza, más empleo y retener el talento joven en nuestro territorio.
Pero antes tenemos retos a corto plazo que afectan al día a día de vecinas, vecinos y comerciantes, como son la limpieza y la supervisión de contratas, que con frecuencia resultan bastante deficitarias y se gestionan sin control. Hemos visto cómo en los ámbitos de limpieza, gestión de residuos, transporte o jardines, empresas que hacen obras las ejecutan mal, tienen sobrecostes desorbitados o incluso se dan a la fuga.
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