Mariquita Pérez, la muñeca eterna que viajó desde Onil a todo el mundo
El juguete soñado por todas las niñas de la posguerra que convirtió la provincia de Alicante en su hogar
Lleva sombrerito de playa y gafas de sol a juego con sus zapatos o un vestido a rayas rojas con unas sandalias del mismo color. Las combinaciones son infinitas para Mariquita Pérez, la muñeca que se convirtió en un sueño para las niñas de la posguerra y que hoy en día, casi un siglo después sigue fabricándose a mano en Onil. Y es que esta muñeca nació en 1938 y desde entonces se convirtió en un icono de la infancia española.
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Aquella muñeca, creada por Leonor Coello de Portugal, rompió moldes porque no era solo un juguete: era un universo entero. Vestía como las niñas de la época, tenía maletas, muebles, libros y hasta un aire de elegancia que hacía soñar en un país necesitado de ilusiones. Para muchas fue «la muñeca que podía vestirse como su dueña», y para otras, la que siempre quedó en la lista de los deseos imposibles.
Su historia está unida de manera inseparable a la provincia de Alicante. Fue en Onil donde Mariquita encontró su hogar. Allí, en los talleres que han dado fama internacional a este pequeño municipio, se sigue fabricando con el mismo mimo de siempre. Los procesos han cambiado —del cartón piedra se pasó al vinilo, más resistente—, pero la esencia permanece intacta. Cada pieza pasa por manos expertas, cada vestido se confecciona con telas de calidad y el lacado final le devuelve ese brillo de porcelana que la distingue de todas las demás.
En la España de la posguerra, tener una Mariquita Pérez era un lujo al alcance de pocas familias. Pero incluso aquellas niñas que no la tuvieron la recuerdan como el juguete soñado, la muñeca que representaba un mundo mejor. Hoy son muchas de esas niñas, convertidas en mujeres adultas, las que han hecho realidad aquel deseo, bien para sí mismas, bien para regalársela a sus hijas o nietas.
También el coleccionismo ha jugado un papel clave en su continuidad. Hay quienes buscan piezas originales de los años cuarenta y quienes esperan con ilusión las ediciones especiales que cada temporada se lanzan para ampliar su colección.
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Ochenta y cinco años después de su nacimiento, Mariquita Pérez sigue siendo mucho más que una muñeca. Es un pedazo de historia, un símbolo de la infancia de varias generaciones y un ejemplo de cómo la tradición juguetera de Alicante ha sabido resistir al paso del tiempo. Cada Mariquita es también un viaje emocional: para quienes la tuvieron, un reencuentro con sus recuerdos; para quienes nunca pudieron tenerla, la posibilidad de cumplir por fin un deseo que parecía olvidado.
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