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Un buen arroz del 'senyoret', una tapa de pericana o una coca de mollitas son el clásico que todo alicantino conoce. Pero la gastronomía de Alicante hace años que ha dado un paso más allá, avanzando hacia la excelencia y la calidad que han convertido la ciudad en algo más que un destino de sol y playa.
La cocina de 'la terreta' se ha transformado en los últimos años en referente nacional e internacional. De hecho, la gala de entrega de los Soles Repsol, uno de los premios más prestigiosos del país, salió el año 2023 de San Sebastián, por primera vez en su historia, para celebrarse en la capital de l'Alacantí.
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Con el arroz por bandera, pero con una apuesta por la cultura culinaria basada en la calidad de la materia prima y la variedad, Alicante se presenta a Capital Española de la Gastronomía 2024. La ciudad compite con Antequera, Castellón y Oviedo para tomar el relevo de Cuenca, que obtuvo este reconocimiento en 2023.
Con 1.700 establecimientos de restauración y con el aval de haberse convertido en un destino gastronómico de referencia busca dar un paso más en el reconocimiento de su cocina. La ciudad ya cuenta con dos marcas propias para impulsarla: 'Alicante, ciudad del arroz' y 'Alicante gourmet'.
Pero su candidatura va mucho más allá, refleja el orgullo de los alicantinos por su tierra, por los productos. La gastronomía de Alicante no solo se saborea, también se huele, se disfruta a la vista y, sobre todo, se vive en cada rincón de la ciudad.
Son los amos indiscutibles de la comida alicantina. El máximo exponente gastronómico de 'la terreta'. Sin lugar a dudas, en Alicante el plato estrella es el arroz, tanto por la riqueza como por la variedad con la que se cocina este producto. Pero este plato va mucho más allá de ser la comida tradicional de los domingos, es la excusa para reunirse en torno a una mesa con amigos o familiares y, prácticamente, una religión en las comidas de las Hogueras.
Bien lo sabe Moncho Riquelme, un nombre propio de los arroceros alicantinos. Su padre, Ramón Riquelme, comenzó a llevar este plato por todo el mudo hace muchos años con sus paellas gigantes, una tradición que sigue en la familia.
Para Moncho, la materia prima de Alicante es inigualable. El pescado de la bahía, los mariscos, los embutidos o las verduras de la provincia llegan directas a las mesas de los restaurantes con una calidad difícil de encontrar cuando recorren kilómetros. «Alicante ha crecido mucho en los últimos años, la oferta que hay es brutal y hay pocas ciudades que tengan tanta diversidad», reconoce
Moncho lo tiene claro, aquí se come tan bien por la gran variedad de platos, desde arroces hasta las olletas o la repostería. Un sin fin de recetas que no existen en otros lugares y que beben de las tradiciones de las comarcas de alrededor y que la capital ha recogido. «No solo lo digo yo, Ferràn Adrià dice que la provincia donde mejor se come de España es Alicante», explica con orgullo Riquelme.
En los últimos años, la ciudad ha roto esquemas con nuevas apuestas que buscan no solo ofrecer alimentos, sino también convertir una comida en una experiencia de disfrute única. Una innovación que se ha basado en los platos tradicionales para ofrecer un producto diferenciado pero en el que destacan el respeto a la materia prima y un cuidado exquisito a la calidad.
«Aunque tenemos mucha cultura de los arroces también tenemos un pescado de mucha calidad, las mejores lonjas, un producto de montaña excepcional y los mejores aceites», explica Alba Esteve, del restaurante Alba.
Esta chef insiste en que Alicante todavía puede explotar mucho más la cultura gastronómica, más allá del arroz «una vez los turistas han probado este plato no pueden irse sin comer en un buen restaurante que ofrezca productos de aquí, como el pescado, pero tratados y presentados de manera diferente», afirma.
Por su parte, Moncho Riquelme habla de la tradición de la comida alicantina y de su origen. «Esta zona era el sur del reino de Aragón y aquí solo llegaba la casquería y los sobrantes, así que tuvimos que desarrollar mucho el cómo sobrevivir con lo que teníamos», afirma.
Este chef también reconoce que las diferentes oleadas de inmigración a la provincia han permitido conseguir una diversidad en la cocina única. «El arroz es muchas veces el enganche pero tenemos mucho más. Contamos con un plus de calidad, incluso con estrellas Michelin, y una riqueza espectacular en nuestra gastronomía», reconoce.
La lonja de Santa Pola, el embutido de Pinoso, el marisco de Dénia... todo ello se da cita en la ciudad para llenar las mesas de los restaurantes. Es justamente esa diversidad la que le da riqueza a la apuesta gastronómica de Alicante.
Una riqueza que no solo se ve en el plato sino que se puede palpar a simple vista en el Mercado Central. El emblemático edificio en el que cada día los placeros venden sus mejores productos a vecinos, turistas y restaurantes, y que se ha convertido en el segundo monumento más visitado de la ciudad, solo por detrás del Castillo de Santa Bárbara.
«Los extranjeros salen asombrados del Mercado Central, es como Eurodisney de la cantidad y variedad de los productos y lo colorido que es todo», explica el presidente de la Asociación de Mercados Municipales de Alicante, Paco Alemany.
Es justamente el Mercado Central el punto de partida de la apuesta culinaria alicantina, la catedral sobre la que se sustenta la gastronomía de toda una ciudad que bebe de los productos de toda la provincia.
Esa calidad y variedad se notan en los platos. O al menos así lo entiende la presidenta de la Asociación Provincial de Empresarios de la Hostelería de Alicante (APEHA), María del Mar Valera. La empresaria regenta desde hace años el Restaurante El Caldero y reconoce que Alicante tiene cerca las mejores flotas pesqueras, como la de Santa Pola. «No sé si en el sabor o en la frescura, pero eso se nota en el plato, el boquerón que a mí me traen es increíble», afirma.
Esta mujer recita como si fuera una poesía los productos de la provincia que llenan los platos de la capital: el aceite, el turrón, la uva, la granada mollar, el níspero, la cereza... «tenemos de todo», exclama.
«Ser Capital Gastronómica Española en 2024 supondría reconocer un trabajo que llevamos mucho tiempo haciendo. Pero para nosotros la calidad es el día a día y hay que seguir cultivando», destaca Valera. «Sería una recompensa a los más de 1.800 establecimientos de la ciudad, pero no solo eso dinero, el trabajo se reconoce con los clientes sobre todo cuando vuelven», afirma esta mujer.
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Isaac Asenjo | Madrid y Álex Sánchez
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