Gustavo Torner: un viaje a Cuenca diferente
Solo pretendo, unos días después de sus fallecimiento recordar quién fue y que, aun estando mermado, siguió impactando como así lo hizo durante su vida artística
Ir de visita a Cuenca siempre es un placer, tanto por la propia ciudad, como por su arquitectura, gastronomía y, por supuesto, por la Plaza Mayor, de la que se habla poco, pero es un retorno a imágenes del pasado en blanco y negro, años cincuenta y sesenta.
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En esas fechas, un grupo, entonces definidos como 'locos', inició un camino que cambiaría la tendencia pictórica de este país. Ese grupo estaba compuesto por Fernando Zóbel de Ayala, Gerardo Rueda y Gustavo Torner; de este último quiero hablar.
Asociados a estos tres artistas estaban Eusebio Sempere, Antonio Lorenzo, Manuel Miralles y José Guerrero. No voy a hacer una disertación sobre su obra, pues no me pertenece ni tengo los conocimientos para ello, pero sí hablaré de su lado humano, el que tuve la suerte de conocer.
Debo decir que soy un afortunado. He podido conocer la obra de, sino casi todos, sí de más de la mitad de la lista. Una lista, recalco, muy importante para el cambio de tendencia artística que estaba a punto de ocurrir. Gracias a ese cambio de tendencia, España se abrió un poco más al mundo.
Como he dicho, me voy a detener en Gustavo Torner, un artista nacional e internacional cuya grandeza reside en su carácter. Yo lo conocí ya mayor gracias a la entrega del primer Premio Eusebio Sempere. Torner tenía 97 años, nació el 13 de julio de 1925.
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Primeras conversaciones
Antes del encuentro cara a cara, pude hablar por teléfono con él. Me sorprendieron su lucidez, sus ganas de vivir y de recordar todo lo que vivió. Recuerdo que, en las varias llamadas que tuve con Gustavo Torner, me repetía que aquel grupo de Cuenca pudo llegar donde llegó porque no los consideraban peligrosos oficialmente y, además, sus integrantes eran necesarios para mostrar que este país abría sus puertas a cierta libertad artística; los políticos de España en aquel momento lo usaron para vender al mundo esa pequeña apertura.
Me repetía que aquel grupo era necesario para mostrar que este país abría sus puertas a cierta libertad artística
Tengo que decir que esa época, tanto a nivel artístico como a nivel político, es fascinante. Cuando te pones a investigar, ves que este está pasando de la oscuridad al color y no solo en la pintura y la luz llegara unos años más tarde.
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El premio Eusebio Sempere
Mi conocimiento de Gustavo Torner viene como consecuencia de la instauración en el Ayuntamiento de Alicante del premio bienal Eusebio Sempere de la creación y el pensamiento artístico, reconocido a nivel nacional.
El jurado de aquella primera edición estaba compuesto por Jordi Teixedor de Otto, Yolanda Romero Gómez, Isabel Tejeda Martín, Daniel García Andújar, Rosa Castells y un servidor, quien escribe. La unanimidad fue casi inmediata; todos los miembros del jurado tenían en mente la enorme trayectoria del artista así como su influencia en los caminos artísticos desempeñados.
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El día clave: conocer a Gustavo Torner y su estudio
Llegó el día del encuentro, del viaje a Cuenca, a su casa, a ver al artista, al creador, al hombre. Ese día conocimos al hombre, a una persona con una cabeza bien amueblada, con los brazos abiertos (en sentido figurado, tenía su movilidad reducida).
Muy agradecido por recibir el premio, acordándose de Eusebio Sempere y contándonos anécdotas de él y junto al gran artista colivenco. De sus andanzas por Nueva York, de su sentido del arte tanto estético como introspectivo. Como nos agasajó y como nos hizo sentir, él, que estaba agradecido al galardón y a las personas que pensaron en él.
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El encuentro tuvo una duración determinada evidentemente por su estado, pero antes de dejar su casa, su casa colgante, pudimos visitar algunas de sus estancias. Me impresionó mucho un salón, su salón rojo, todo rojo, y uno podría pensar que sería una habitación cargante. Olvídense, era una habitación cálida donde, con la ventana dando al río Huécar, te permitía estar en el sillón rojo y contemplar las obras colgadas en sus muros y sus libros de arte. Fuimos a su taller y vimos dónde trabajaba, porque nos comentaron que, aun con todas sus dificultades, Gustavo Torner seguía creando.
Fui un día inolvidable, fuimos a ver el Espacio Torner donde tiene expuesta obra suya. Allí te das cuenta del trabajo tan grande que el artista ha desarrollado tanto en lo expuesto, como en el propio Espacio. Cuando entras, por el tipo de edificio, una iglesia tardo-gótica puedes pensar que nada va acompañar a su obra pero, al cruzar te das cuenta que el espacio interior y su obra está perfectamente instalada y en los lugares perfectos para su exposición pública.
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Gustavo Torner tuvo algo que decir y eso se nota en el vestido del espacio, su mano esta no solo en las obras sino en lenguaje expositivo y casi diría yo, minimalista. Tengo en mi mente todas las imágenes de ese día, de esa 'giornata particolare'. No todos los días se entrega un premio a un personaje tan admirado y reconocido. Solo pretendo, unos días después de sus fallecimiento recordar quién fue y que, aun estando mermado siguió impactando como así lo hizo durante su vida artística.
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