Urgente Asalta un piso de Alicante quemado tras un incendio mientras la propietaria sigue ingresada en el hospital
Imagen de las vistas de las que disfrutan los vecinos de la sierra de Altea T.A.

Terror en la Sierra de Altea: «Amenazaron con llevarse a un niño si no les daban más dinero»

Los vecinos de la urbanización Urlisa denuncian que llevan más de medio año sufriendo una auténtica oleada de robos en sus domicilios con un preocupante aumento de la violencia

Viernes, 21 de abril 2023, 07:30

El mercado inmobiliario está boyante en toda la Costa Blanca. Tras la pandemia, el interés inversor en muchos de los principales destinos de la región ha vuelto a despertar con fuerza y eso ha provocado que vuelvan a aparecer grúas en el paisaje y folletos, muchos folletos, mostrando las muchas y variadas bondades del área.

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En ese material promocional, ya sea en su formato tradicional de papel o en sus muchas variantes digitales (webs o redes sociales incluidas) hay una foto que se repite una y otra vez: la de Altea y su bahía captada desde la Sierra Bernia. Allá donde Altea Hills preside una zona de urbanizaciones de alto poder adquisitivo que actúan como imán de los compradores y, a la vez, de los amantes de lo ajeno.

Así, al menos, lo denuncia Silvia Martín, vecina de la urbanización Urlisa, que abarca algo más de una veintena de calles y que lleva varios meses sufriendo una media de «entre tres y cuatro robos a la semana», algo que ha sembrado el miedo entre los propietarios.

Miedo e indignación, porque mientras ellos sufren esa oleada de delitos, que últimamente han derivado ya en actos realmente violentos, los responsables políticos miran, según explica Martín en conversación con Todo Alicante, para otro lado porque, a pesar de haberlo pedido por activa y por pasiva, no han querido reunirse con los afectados.

Normalizar la delincuencia

Lo primero que sorprende al escuchar el relato de Silvia Martín es hasta qué punto se pueden llegar a normalizar situaciones que bajo ningún concepto pueden ser consideradas como normales. Así, asegura que la que están viviendo «no es una situación nueva porque esta es una zona residencial con muchas casas de segunda residencia y siempre ha habido robos en casas vacías».

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Sin embargo, lo que ha despertado la actual ola de miedo e indignación entre los vecinos es que «de un tiempo a esta parte los ladrones, no contentos con los botines que hay en las casas de segunda residencia, donde no hay cosas de tanto valor, han comenzado a vigilar a los vecinos que son residentes permanentes».

Violencia en aumento

Recientemente, de hecho, «han empezado a ocurrir robos cuando se sale de casa o a cenar. Casi siempre en la noche». Y de ahí se ha pasado a la siguiente pantalla 'lógica' de esta escalada: la de los robos mientras los vecinos están en sus casas.

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«Ya han tomado un carácter violento», lamenta Silvia Martín. «En los últimos seis meses han empezado a irrumpir en casas con sus habitantes dentro. Tenemos varios casos en los que los ladrones han entrado mientras había incluso niños en la casa. Los vecinos han llamado al 112 y la Guardia Civil ha tardado una hora en acudir porque no tienen efectivos disponibles». Los ladrones prueban y, viendo que nada ocurre, doblan su apuesta en su siguiente visita a la zona en una espiral que, al menos por el momento, parece no tener fin ni trabas.

Amenazas de secuestros a menores

De hecho, el relato de uno de los últimos robos sucedidos en el área es, sencillamente, estremecedor. «Tenemos una vecina que se encontraba sola en casa con sus mellizos y una hija algo más mayor y entraron en su vivienda y, no contentos con el botín, le rajaron las dos rodillas y la apuñalaron en la cadera. Además, le dieron una puntada en el cuello, un golpe en la cabeza y le dijeron que se llevarían a uno de sus hijos si no les daba más dinero. Estos casos nos están preocupando mucho», explica, con estoicidad y entereza, Silvia Martín.

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La portavoz de estos preocupados vecinos lamenta, así mismo, el nulo caso que a su situación están haciendo los responsables del gobierno municipal. Según denuncia la propia Silvia Martín. «llevamos un año pidiendo reuniones con el gobierno local y no hemos obtenido ninguna respuesta, con lo que no hemos conseguido ni tan siquiera reunirnos con ellos. No están haciendo nada y estamos en una situación de abandono, dejadez e indiferencia. Eso es algo que los ladrones saben y nos tememos que si no se actúa puede ocurrir una desgracia».

Una realidad que es todavía más desesperante cuando aquellos que deben protegernos ante el crimen tampoco parecen tener tiempo para atender a las víctimas. «Hemos intentado hacer reuniones con la Guardia Civil, pero tampoco lo hemos conseguido. La situación es deplorable porque sentimos que nadie quiere escucharnos», añade esta vecina.

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Tanto es así, asegura Martín, que «a las personas que han sufrido estos robos y han interpuesto las denuncias, ha sido la propia Guardia Civil la que les ha aconsejado que acudan a los medios de comunicación porque ellos no pueden hacer más».

Vigilancia vecinal

Ante esta escalada, por ahora sin fin, de la inseguridad, los propios vecinos han decidido tomar cartas en el asunto. «Tenemos un grupo de Whatsapp donde nos informamos cada vez que vemos alguna cosa sospechosa, pero ha habido veces que hemos llamado a la policía informando de esas actuaciones sospechosas, pero no vienen. Es como la pescadilla que se muerde la cola: nosotros actuamos por nuestra parte, pero no somos policías y no podemos hacer más», insiste Martín.

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A ello no ayuda, además, su situación de proximidad con la conocida urbanización de súperlujo Altea Hills, donde muchos multimillonarios tienen casas y mansiones de muy alto standing (se ha rumoreado en muchas ocasiones con la presencia de Vladímir Putin en la zona) y que cuenta con seguridad privada las 24 horas del día.

Le preguntamos a Silvia Martín si considera que ante la imposibilidad de acceder a esa área de la sierra de Altea, los cacos hayan podido optar por no moverse mucho de la zona y centrarse en unos vecinos más accesibles para ellos.

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Su respuesta es clara: «eso es lo que está ocurriendo. Altea Hills no sólo son vecinos, sino que es una comunidad de propietarios con un carácter administrativo y tienen seguridad privada y estas cosas no pasan. Nosotros no somos una comunidad de propietarios, sino vecinos que viven en un área y que nos hemos juntado para estar informados y tener una voz un poco más fuerte. Tenemos ese hándicap, pero estamos muy preocupados y ya hemos empezado a hablar con empresas de seguridad para estudiar si hay maneras de viabilizar esta cuestión, aunque no lo vemos probable».

Falta de medidas preventivas

No pueden tener seguridad privada, pero tampoco pública porque, al contrario de lo que se ha hecho en muchos municipios de la comarca de la Marina Baixa (especialmente en las zonas de urbanizaciones y diseminado), Altea no ha apostado por una red de vídeo vigilancia en las principales entradas de las urbaninzaciones.

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«Nosotros actuamos por nuestra parte, pero no somos policías y no podemos hacer más»

Silvia Martín

Martín asegura que en las proximidades de la urbanización Urlisa «no hay nada y creo que no quieren hacer nada porque, además de este problema, sufrimos una situación de abandono que se traduce en contenedores rotos, calles sin asfaltar, puntos de luz en los que no hay farolas, farolas que existen que no están enganchadas a la red eléctrica… No son problemas de seguridad, pero si no hay alumbrado, obviamente se genera un caldo de cultivo para los ladrones».

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