Urgente Asalta un piso de Alicante quemado tras un incendio mientras la propietaria sigue ingresada en el hospital
Nuria Marco junto a bomberos a los que asistió durante el operativo de extinción del fuego. TA

El 'ángel' que ayudó a los bomberos durante el incendio en Penáguila

Nuria Marco desoyó la orden de evacuación y se quedó en la localidad para auxiliar a los efectivos en labores de orientación por la zona y vigilar las fincas de sus allegados | Esta vecina ya vivió de cerca la tragedia del fuego de Torre de les Maçanes en 2012

Pau Sellés

Alicante

Viernes, 2 de agosto 2024, 07:17

Nuria Marco conoció de primera mano la tragedia en 2012. Fue durante un virulento incendio en la Torre de les Maçanes, en el cual fallecieron dos efectivos del equipo de extinción. Antes de exhalar su último suspiro, uno de los dos fue bajado del monte hasta la vecina población de Penáguila, donde los residentes hicieron todo lo posible por socorrerle. Una de estas vecinas fue Marco, que aún recuerda entre lágrimas lo ocurrido: «Lo tuve a mis pies, con su traje quemado adherido al cuerpo. Le dije que luchara, que tenía que ser fuerte, pero falleció en el hospital horas después».

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El fuego y la tragedia se han vuelto a cruzar en la vida de Nuria 12 años más tarde. Penáguila ha sido el municipio más afectado por las llamas declaradas el pasado martes en Benasau. Si bien esta vez no ha habido víctimas mortales, unas 300 hectáreas de uno de los enclaves más bucólicos del Comtat han sido pasto de las llamas. 

Quién sabe si el alcance de este incendio forestal no hubiera sido mayor de no haber mediado la determinación de Nuria. A pesar de que el municipio fue desalojado pocas horas después de que se iniciaran las llamas, ella permaneció en el mismo para ayudar en las tareas de extinción. Se puede decir que se convirtió en los ojos de los bomberos, que sin conocer los vericuetos de la orografía de Penàguila, se valieron de la asistencia de esta vecina.

También se convirtió en los oídos de la mayoría de penailers, que buscaron refugio en casas de allegados repartidas por municipios vecinos. Una gran parte de ellos fueron a Benifallim, donde la madre de Nuria acogió en su hogar a ocho personas evacuadas.

Imágenes de Nuria junto a los bomberos. (Abajo izq.) Mensaje de agradecimiento por su labor. TA

Desde este forzado y momentáneo exilio, eran muchos los mensajes de móvil que se enviaban a Nuria. «¿Puedes ir a ver cómo está mi casa?, ¿y mi bancal?, ¿te importaría comprobar si mi gato está bien?». Sus abnegadas ganas por ayudar hicieron que cumpliera estos encargos para tranquilizar a sus vecinos, una tarea que se prolongó hasta bien entrada la madrugada del miércoles. De hecho, aquella noche apenas durmió una hora, y para ello no abandonó Penàguila, a pesar de que las órdenes expresas eran que el pueblo fuera evacuado.

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El alcalde o el propio tío de Nuria fueron otros de los vecinos que se quedaron en el municipio para ayudar a los equipos de extinción en todo lo necesario. Fruto de esa ayuda desinteresada, Nuria estuvo recorriendo los caminos rurales que circundan el núcleo urbano, guiando al equipo de bomberos, indicando dónde estaban las tomas de agua para abastecer sus cisternas, e incluso ofreciéndoles víveres para hacer más llevadera su tarea.

«Les llevé todo lo que tenía en la nevera», dice Nuria, quien también recuerda que los bomberos «iban a ciegas» en muchos momentos: «Se movían por una zona de barranco con muchas zarzas. Yo les tenía que decir que dieran un rodeo, que no pisaran en determinados sitios, ya que había un alto riesgo de que la tierra se hundiera bajo sus pies». Toda esa encomiable labor queda reflejada en un mensaje recibido por uno de los bomberos: «Nuria, un ángel de mujer, nos buscó y guió. ¡Nos disteis la vida!».

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Esta labor itinerante hizo que fuera testigo de excepción del preocupante avance de las llamas hacia el núcleo urbano. A pesar de que se esperaba el peor de los desenlaces, las llamas no afectaron a las casas. «Es como si una burbuja protectora hubiera salvado al pueblo», explica Nuria de manera gráfica, que aún no da crédito que el fuego frenara su inexorable marcha.

También cuesta entender que se salvara el emblemático Jardín de Santos, un pintoresco laberinto de arbustos con el que cuenta Penáguila y que representa su principal atractivo turístico. La rápida acción de los bomberos hizo que las llamas no progresaran por las paredes del barranco, salvando así al municipio. Lo que inevitablemente han quedado afectadas son numerosas tierras de labranza, especialmente olivos, que es el cultivo más predominante en la zona.

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Con chanclas sobre tierra quemada

Sin apenas haber dormido, desplazándose en chanclas, y con una sensación térmica que rozaba los 50º, Marco continuó con su temeraria labor durante el miércoles, jornada en que las llamas frenaron su progreso, pero con un alto riesgo de que se pudieran reavivar debido al viento cambiante. Afortunadamente, no fue así, y los vecinos de Penáguila han podido volver paulatinamente a sus casas desde este jueves.

Habiendo pasado ya lo peor, Nuria reconoce sentir un «bajón», una suerte de resaca emocional que a buen seguro aún le durará unos días. Como corolario a esta experiencia, verbaliza una reflexión que le debe haber ayudado a conocerse mejor a sí misma: «En los momentos de mayor peligrosidad no pensaba en mí, ni siquiera en mis hijos, que sabía que estaban a salvo. Solo me venían a la cabeza las llamadas y mensajes de mis vecinos, que estaban nerviosos y sufriendo. Soy hija de Penáguila, tenía que hacer lo que hice, toda mi historia está aquí».

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