Imagen de la tragedia en la calle Altamira. A.M.

Aniversario del día que Alicante tembló: la explosión de la armería 'El Gato' causó 17 muertos y más de 120 heridos

Cerca de 400 kilos de explosivos almacenados en pleno centro convirtieron una mañana de verano en una escena de guerra | La tragedia forzó la remodelación de la plaza del Ayuntamiento y alteró el diseño urbano

Jueves, 31 de julio 2025, 07:11

La mañana avanzaba con su habitual parsimonia veraniega en el centro de Alicante. Eran las 11 horas del 31 de julio de 1943 cuando un estruendo ensordecedor sacudió la ciudad. En cuestión de segundos, el centro quedó envuelto en una nube densa de polvo, gritos, fragmentos de vidrio y confusión. Había explotado la armería 'El Gato'.

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Ubicada en la calle Rafael Altamira, en la esquina con Capitán Meca, la tienda propiedad de Alfredo Llopis era conocida entre cazadores y particulares por su amplio suministro de pólvora, cartuchos, dinamita y detonadores. Nadie imaginaba que tras aquellas puertas, en pleno centro urbano, se almacenaban casi 400 kilos de material explosivo y 1.200 de detonadores ilegales. Aquella jornada, el silencio de la posguerra dio paso a uno de los episodios más trágicos -y olvidados- de la historia reciente de Alicante.

Los primeros en acudir fueron agentes de la Guardia Municipal y miembros de Protección Civil. El escenario que encontraron rozaba lo apocalíptico: el edificio de la armería había volado por los aires, y con él, comercios, soportales y viviendas vecinas. El Consulado del Mar, un inmueble histórico, quedó seriamente dañado. Los heridos se contaban por decenas y los cuerpos, algunos irreconocibles, fueron retirados entre escombros humeantes. El balance final: 17 muertos y más de 120 heridos.

Nadie supo con certeza qué desencadenó la explosión. ¿Un descuido? ¿Un sobrecalentamiento? ¿Una chispa mal apagada? Lo que sí quedó claro es que 'El Gato 'almacenaba mucho más de lo que jamás debió autorizarse en pleno centro de una ciudad densamente habitada. La tragedia fue tan repentina que ni siquiera hubo tiempo para que los servicios de emergencia se desplegaran con eficacia. Todo ocurrió en un instante. Y para muchos, fue el último.

La plaza del Ayuntamiento

La onda expansiva destrozó cristaleras a varias calles de distancia, incluyendo las del convento de la Preciosísima Sangre de Cristo. El trauma colectivo aceleró los planes urbanísticos: la plaza del Ayuntamiento, antes más estrecha y cerrada, fue transformada. Nacieron las galerías con arcos que hoy flanquean el consistorio, un intento de abrir espacio, de ensanchar la respiración de una ciudad que había quedado sin aliento.

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Se creó una Comisión Pro Damnificados, con el respaldo del Ayuntamiento, empresarios locales y ciudadanía. En apenas semanas se recaudaron más de 250.000 pesetas de la época, destinadas a indemnizaciones, reconstrucción y ayuda a las familias de las víctimas.

Durante años, el suceso quedó silenciado, como tantos otros episodios incómodos en la posguerra. La dictadura no incentivaba la memoria. Las víctimas fueron enterradas, los daños reparados, y el relato se desvaneció entre capas de silencio.

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No fue hasta las décadas finales del siglo XX que historiadores locales y cronistas como Enrique Cutillas comenzaron a desempolvar los archivos. La placa conmemorativa que hoy puede verse en la zona fue colocada en 2014, más de setenta años después, como un gesto tardío pero necesario.

Placa conmemorativa de la tragedia. Alicantevivo

Alicante vivió aquel día un estallido que partió su historia en dos. La tragedia de 'El Gato' no sólo expuso la fragilidad de los protocolos de seguridad en tiempos oscuros, sino que dejó una cicatriz invisible en su memoria urbana.

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Hoy, la plaza del Ayuntamiento brilla bajo el sol, ajena -quizás- a la violencia que la transformó. Pero bajo sus baldosas aún resuena el eco apagado de una mañana en que la ciudad entera tembló.

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