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Algunos de los platos del 'a cuatro manos' en Orobianco.
Algunos de los platos del 'a cuatro manos' en Orobianco. AM/AH
Historias con delantal

Cuando el Piamonte abraza el Mediterráneo: la magia a cuatro manos de Andrea Drago y Michelangelo Mammoliti en Orobianco

La alianza entre los dos mundos culinarios, en un enclave único de Calpe, narra una historia que fluye entre tradición y modernidad

Sábado, 13 de septiembre 2025, 07:13

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En lo alto de las colinas de Calpe, donde el Mediterráneo se funde con la silueta del Peñón de Ifach y la brisa marina acaricia los ventanales de Orobianco, se teje una noche que perdurará en la memoria de la alta gastronomía.

Allí, bajo la luz plateada de la luna en su máximo esplendor, dos talentos italianos de altura se han dado la mano: Andrea Drago, custodio de la única estrella Michelin italiana en España -a la que suma un Sol Repsol- en Orobianco (con Paolo Casagrandeen la dirección gastronómica), y Michelangelo Mammoliti, genio piamontés con dos estrellas en su laureado La Rei Natura.

Como resultado de la fusión nace un menú a cuatro manos que no es un simple ejercicio técnico, sino un relato emocional que se despliega plato a plato durante casi cuatro horas, en un vaivén entre tradición y vanguardia, mar y montaña, memoria y proximidad.

El inicio de un viaje sensorial

El preludio de esta estrellada cena llega con un brindis de Mim, cava del Penedès cien por cien Pinot Noir, que anticipa la frescura y elegancia de lo que está por llegar con una mirada respetuosa hacia el producto. A partir de ahí, cada creación es un capítulo de un diálogo constante entre el Piamonte y el Mediterráneo.

Sobrasada y calamar crudo; berenjena asada con texturas ahumadas; conejo marinado que evoca campos soleados; cigalas y anguila que recuerdan la profundidad del mar. Todos estos productos van hilados con precisión quirúrgica y una sensibilidad poética, en un equilibrio sorprendente que roza lo místico.

Varios de los platos del 'a cuatro manos' en Orobianco. AH/AM
Imagen principal - Varios de los platos del 'a cuatro manos' en Orobianco.
Imagen secundaria 1 - Varios de los platos del 'a cuatro manos' en Orobianco.
Imagen secundaria 2 - Varios de los platos del 'a cuatro manos' en Orobianco.

El momento álgido llega con los spaghetti, cocinados en una extracción de prosciutto de montaña a la barbacoa. La pasta, en un al dente perfecto, despliega en boca la intensidad de la leña y el humo, un sabor que evoca reuniones familiares en las montañas, alrededor del fuego, uniendo generaciones en un mismo recuerdo.

El festín continúa con un cordero asado con jugo de berenjena a la parmigiana, un plato profundo y reconfortante que combina la nobleza de la carne con la calidez mediterránea de la agricultura, elevada a un nuevo nivel de sutileza.

Calamarata en juz de pescado, aji amarillo y cigala.
Conejo marinado con gamba roja, carbonara de hierbas y chufa.
Anguila con algas, mantequilla y moscatel.
Victoria: embutido de piña Viitoria, sorbete a la brasa y vainilla.
Petit-fours.

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Los postres, fieles a la identidad de Mammoliti y Drago, oscilan entre la viveza cítrica -un respiro de frescor mediterráneo- y la intensidad inesperada de un mousse de gorgonzola que se instala en la memoria gustativa de los comensales.

Lo más fascinante de este cuatro manos con mucha estrella es que cada propuesta es una selección de lo mejor de cada restaurante -Orobianco y La Rei Natura-, piezas emblemáticas elegidas con mimo y combinadas para generar una explosión de sabores y emociones que trascendía fronteras y estilos.

El ritual de la sala y el maridaje perfecto

La cocina abierta de Orobianco refuerza la sensación de complicidad con los chefs. La danza de cuchillos, pinzas y miradas se convierte así en un espectáculo silencioso. En sala, Inés y su equipo despliegan una coreografía impecable, guiando el servicio con la naturalidad de quien sabe que cada gesto construye experiencia.

Equipo de Orobianco.

El maridaje alcanza su clímax con el Bin 28, un tinto australiano que acompaña cada plato, convertido en el lienzo perfecto, con suma elegancia sin eclipsar la voz protagonista de cada receta.

Más que una cena, una declaración

Al cerrar la velada, queda claro que lo vivido durante la experiencia a cuatro manos y con tres estrellas Michelin, la de Drago sumada a las dos de Mammoliti, en Orobianco trasciende la gastronomía. Es un puente entre dos cocinas, dos sensibilidades y dos formas de entender el territorio, celebrando la esencia más pura de la alta cocina italiana contemporánea, con un guiño inevitable al Mediterráneo que arropa Calpe.

Este encuentro, inscrito en el calendario exclusivo de Orobianco 2025, se erige como cita imprescindible para quienes buscan en la mesa no solo placer, sino experiencias irrepetibles donde la alta gastronomía se convierte en arte y emoción. Todo ello de la mano de un menú único, dos chefs a la altura de los genios, una noche irrepetible en este enclave privilegiado de la provincia de Alicante.

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