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Un año, 365 días. Eso es lo que ha pasado desde que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, declarase la guerra a Ucrania. Un sufrimiento que se ha expandido en el tiempo y ha llegado no solo a los países vecinos, sino a prácticamente el resto del mundo. Rincones y lugares de todas partes se han visto afectados por un conflicto que está dejando decenas de miles de muertos.
Y la provincia no es ajena a la realidad que azota el país de Europa del Este. La economía alicantina no terminó de curar sus heridas de la pandemia cuando esta nueva crisis volvió a abrirlas. Precios disparados, una inflación disparatada y costes de materias primas inasumibles son algunos de los puntos que más han castigado a las empresas de Alicante.
Tere Compañy Martínez
Y es que el pasado año se presuponía como el del cremiento económico. El de la recuperación tras dos complicados años que lastraron los diferentes sectores. Pero no lo ha sido. O al menos del todo. «La invasión de Rusia a Ucrania ha lastrado el proceso de recuperación de la Covid-19«, explican desde la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV). Un proceso que comenzaba a mostrar «brotes verdes en 2022».
Una afirmación con la que concuerdan desde el Instituto de Estudios Económicos de Alicante (Ineca). Para el director de Estudios de Ineca, Francisco Llopis, esta invasión «ha representado una ampliación del periodo de recuperación y el conflicto ha trastocado el proceso cuando todos los procesos productivos, logísticos y la demanda se estaban recuperando».
Las consecuencias del conflicto armado se podrían resumir en tres aspectos fundamentales: la crisis energética, el aumento de las materias primas y la inflación. La CEV achaca a estos motivos que «algunas de las ramas industriales de la provincia y la Comunitat que habían conseguido superar el nivel de producción de 2019 hayan vuelto a perderlo en los últimos meses del pasado año».
«La guerra ha provocado un nuevo ajuste en las empresas«, explica el director de estudios de Ineca, quien recalca de nuevo el alza de precios de »determinados recursos básicos como los energéticos«. La situación marca los pasos a seguir y »la recuperación total de la economía se tendrá que retrasar un tiempo todavía«.
De acuerdo al análisis de la Cámara de Comercio del 2022 y las perspectivas 2023, se espera que el crecimiento del PIB alicantino se modere, aunque «se espera que los factores que están lastrando el crecimiento evolucionen de forma más favorable», asegura el presidente de la institución Carlos Baño. En este escenario, los empresarios alicantinos les preocupa, más que los costes derivados del conflicto bélico, las sensaciones negativas y la desconfianza que surge de cara al futuro más inminente. «Más allá del impacto directo en el precio de materias primas, desabastecimiento y sobrecostes energéticos, uno de los efectos más negativos ha sido la sensación de incertidumbre que ha generado», destaca el presidente de la Unión Empresarial de la Provincia de Alicante (UEPAL), César Quintanilla.
La Cámara de Comercio de Alicante también ha advertido del complicado escenario que se vivirá, al menos, durante los primeros compases de 2023. «La inflación general tenderá a moderarse, pero el precio de los alimentos y la inflación subyacente permanecerán en niveles elevados«, asevera su presidente, Carlos Baño.
Facturas de luz cuadriplicadas, el gas por las nubes y para rellenar el depósito hay que hacer cábalas. Consecuencias directas del conflicto que afectan a establecimientos, empresas y transportistas. En marzo de 2022 el barril de petróleo subió un 81% respecto al mismo mes de 2021, mientras que el precio del gas lo hizó en un 45% de enero a marzo, de acuerdo a datos de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
José Vicente Pérez Pardo
Empresas de la provincia como Obleas Quintín, con consumo intensivo energético por los hornos, han visto como los precios de su factura han experimentado un incremento brutal. «Hemos incrementado algo las tarifas aunque no todo lo que deberíamos porque hemos asumido bastante coste nosotros», explica el CEO de la compañía centenaria ibense, Juan Pablo García.
«El aumento del coste de las materias primas energéticas está incidiendo de forma muy negativa en la actividad empresarial», explican desde la CEV, quienes aseguran que sectores como la agricultura o «algunas ramas de la industria manufacturera» están muy expuestas a estos elevados precios.
De todo lo negativo, surge una luz. La enciende Ineca, que valora el cambio de pensamiento en materia energética que se ha producido debido a los elevados sobrecostes. «Estos shocks están generando un interesante replanteamiento del sistema productivo», destaca Francisco Llopis. El director de estudios de Ineca remarca la «tendencia a la reducción de la gran dependencia de terceros países y de determinadas energías.
Y es que los sobrecostes energéticos son uno de los temas que más preocupan a las empresas. Según el informe «Evolución de la actividad industrial» elaborado por la Cámara de Comercio de Alicante, el 80% de las empresas manufactureras los califican como uno de los principales problemas derivados de la guerra de Ucrania.
Además, el 50% se ve afectado negativamente por el corte de gas ruso, que ha obligado a muchas compañías a buscar alternativas. Un panorama que destacan desde la Confederación Empresarial de la Comunitat, que remarcan «la resiliencia» de compañías frente a esta «nueva crisis».
Sin duda otro de los aspectos más negativos para la economía alicantina ha sido la reducción de las relaciones comerciales entre la provincia y los dos países enfrentados. Sectores como el calzado o la agricultura son dos de los que más han acusado el conflicto.
Más de 28 millones de euros. Esa es la cantidad en la que se han reducido las exportacioens con Rusia, un 45% menos que en 2021, mientras que las importaciones con el país presidido por Putin aumentaron en un 23,2%, siendo las pieles y vehículos los productos más comprados.
También las exportaciones con Ucrania, debido principalmente a las dificultades de entrada y salida del país sitiado, han bajado. Lo han hecho en un 32,6%, unos cinco millones menos, según detallan desde el Instituto de Estudios Económicos. Al final, entre unos y otros, las exportaciones se reducen en unos 33 millones de euros, mientras que crecen en 3,5 millones de euros las importaciones.
Cómo en todas las guerras, la migración viene como acompañante. En las distintas localidades de la provincia se han empadronado más de 13.000 inmigrantes . «Este proceso migratorio está conllevando la compra de viviendas por parte de los ucranianos», asevera Francisco Llopis. Y es que de acuerdo al director de estudios de Ineca, «estas acciones casi duplican las operaciones respecto a los valores medios de años anteriores».
La CEV explica que esta situación, «que ha pasado factura al crecimiento mundial y que sigue siendo una amenaza para la evolución de la economía», ha obligado a negocios a cambiar de estrategias y a «buscar mercados alternativos tras verse afectadas las relaciones comerciales y de proveedores».
La guerra de Ucrania es uno -y no el único- de los lastres de la economía alicantina, que se había despertado tras dos años de obligado letargo por la pandemia y ha visto como el conflicto en Europa del Este le ha cortado las alas. Unas alas que, de acuerdo a las principales organizaciones económicas de la provincia, tardarán en volver a crecer.
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