Elche y Sevilla empatan en un duelo marcado por los goles de André Silva y Rafa Mir
Los franjiverdes rozaron la remontada en el Sánchez-Pizjuán, pero un tanto de Peque en el 86' rescató el empate para los locales
Ismael Martínez
Viernes, 12 de septiembre 2025, 23:28
El Elche aterrizaba en el Ramón Sánchez-Pizjuán con la moral por las nubes. Y no era para menos: tres jornadas seguidas mostrando solidez bajo el mando de Eder Sarabia habían ilusionado a la afición franjiverde. El técnico vasco, con ese punto de atrevimiento que le caracteriza, decidió mover el once e incluir de inicio a Martim Neto, Ali Houary, Pedrosa y André Silva, buscando prolongar la buena racha.
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Pero el arranque tuvo un color distinto. Desde el pitido inicial se notó a un Sevilla con urgencias, con esa necesidad casi obligatoria de imponer su ley en casa. Los de Nervión salieron con energía, mordiendo arriba y obligando a Matías Dituro a emplearse pronto. La verdad es que durante esos primeros compases el Elche se vio obligado a replegar, aunque poco a poco fue recuperando aire, acariciando la posesión y tratando de dormir el partido… siempre con el cosquilleo de que cualquier descuido podía costar caro.
Y así fue. En el minuto 27, una jugada colectiva del Sevilla terminó en los pies de Isaac Romero. El delantero, sin pensarlo demasiado, soltó un latigazo desde la frontal que se coló en la portería de Dituro. Un gol de esos que parecen tener destino marcado desde que el balón sale del pie. El Sánchez-Pizjuán rugió y el choque, que hasta entonces caminaba por la cuerda del equilibrio, se inclinó hacia el lado local.
El tanto no alteró la calma sevillista; al contrario, reforzó su confianza. Los de Almeyda siguieron manejando el ritmo con la serenidad de quien se sabe por delante. El Elche, en cambio, se mostró extraño, irreconocible respecto a las versiones anteriores: sin claridad, sin colmillo, como si el gol hubiera borrado de golpe sus ideas. Y es que al descanso se llegó con la sensación de que el Sevilla tenía el control en la palma de la mano, dejando a Sarabia con muchas preguntas que responder en la segunda parte.
Tras el paso por vestuarios, el guion dio un vuelco. El Elche salió con otra cara, como si alguien hubiera encendido un interruptor en el descanso. Eso sí, la primera sacudida fue sevillista: Isaac Romero volvió a mandar el balón a la red, aunque la jugada quedó invalidada por un fuera de juego tan claro como frustrante para la grada local.
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Y entonces llegó el despertar franjiverde. En el minuto 53, Martim Neto sacó un truco de mago desde la línea de fondo: dribló, levantó la cabeza y sirvió un pase medido al corazón del área. Allí esperaba André Silva, que no perdonó. Gol, estreno goleador de la temporada para el portugués y empate que encendía de nuevo el partido. La verdad es que el tanto se celebró como un soplo de aire fresco, casi como si empezara un duelo nuevo.
El efecto fue inmediato: el Elche se vino arriba, dominando las sensaciones y mirando de frente al Sevilla. Y en el minuto 69, el Sánchez-Pizjuán se quedó helado. Una falta en la frontal, Rafa Mir colocó el balón con mimo y, con un golpeo seco y elegante, dibujó un golazo de bandera. Un misil directo a la escuadra que certificaba la remontada momentánea y desataba la locura en el banquillo visitante.
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Pero el fútbol, caprichoso como siempre, aún tenía un giro más guardado. Con el Elche acariciando la gesta, el Sevilla apretó en los últimos minutos, empujado por su gente y por pura necesidad. El ambiente en el Sánchez-Pizjuán se volvió eléctrico, cada balón dividido sonaba a rugido.
Y en el 86 apareció Peque, que había entrado en la segunda mitad para refrescar el ataque. El delantero, con esa frescura de los que llegan desde el banquillo, cazó un balón en el área y lo mandó a la red con la determinación de quien se niega a rendirse. Gol del empate, jarro de agua fría para el Elche y estallido de alivio en Nervión.
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Ese tanto dejó la sensación de partido roto, con ambos equipos buscando a la desesperada el último golpe, aunque ya sin tiempo para más. El pitido final selló un empate vibrante, de los que dejan resaca emocional: un Sevilla que evitó la derrota sobre la bocina y un Elche que, pese a rozar la remontada perfecta, se marcha con la amarga sensación de haber tenido el triunfo en la palma de la mano.
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