Elisa Matilla interpreta a Valeria en la comedia 'Inmaduros'. Enrique Cidoncha

Elisa Matilla

Actriz
«La recompensa inmediata del teatro es como una droga, escuchas la carcajada y la adrenalina se dispara»

Llega de nuevo al Principal de Alicante con la comedia 'Inmaduros' dirigida por el alfasino Juan Luis Iborra | «Hay personajes con los que aprendes y otros con los que solo te diviertes; Valeria es de los segundos»

Adrián Mazón

Alicante

Viernes, 28 de noviembre 2025, 11:03

«Disculpa si te llamo Lola». Así arranca la conversación con la actriz Elisa Matilla, conocida y reconocida por múltiples papeles en cines, series y teatro. En muchos de ellos ha dado vida a este nombre, aunque con diferentes personalidades, como es el caso de 'Aquí no hay quien viva', 'Valentín', 'Condenadas a entenderse', 'Tierra de lobos' o 'Gibraltareña'.

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«Estoy muy acostumbrada», responde Matilla, aunque en esta ocasión habla de Valeria, su personaje en 'Inmaduros', obra con la que llega este viernes y sábado al Teatro Principal de Alicante. Así, regresa al coliseo tras pasar por última vez con 'Gibraltareña' y lo hace con la ilusión de pisar de nuevo la provincia tras años de vínculo con la tierra.

Elisa Matilla junto a Carlos Sobera y Ángel Pardo en 'Inmaduros'. Enrique Cidoncha

Y es que Matilla ha subido más veces a las tablas, aunque en el papel de presentadora del Festival de Cine de l'Alfàs del Pi, gracias a Juan Luis Iborra, quien «sale más en mi currículum que yo», bromea sobre la relación de amistad y profesionalidad que mantienen. Con 'Inmaduros' vuelve también a Alicante de su mano.

¿Qué es la inmadurez, una etapa o un proceso?

Es un proceso con el que se identifica gente que está poco trabajada emocionalmente. Para mí la inmadurez no tiene que ver con divertirte o ser infantil en ciertos aspectos. Es un lugar en el que se coloca la gente que no se trabaja emocionalmente.

El personaje de Valeria juega un rol muy particular dentro del caos emocional de la obra. ¿Cómo lo defines?

Valeria es una mujer que está de vuelta de todo, no tiene conflicto alguno. Llega muy trabajada, muy hecha, y aparece porque tiene una cita de ligue, una cita para pasárselo bien. Tiene clarísimo quién es, qué quiere y a qué va. La obra no pretende dar una moralina, es divertimento por divertimento, algo que defiendo muchísimo: que la gente vaya al teatro a reírse y a pasárselo bien.

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¿Te ha confrontado alguna verdad personal preparando el montaje?

Absolutamente ninguna.

¿Por qué? ¿Qué distancia hay entre tú y Valeria?

Es un personaje muy lejano a mí, no tiene nada que ver. Está muy llevado al límite, igual que todas las mujeres que salen en la función, que tienen su tiempo para explicar su cometido. Son personajes muy al límite de la comedia y las situaciones incómodas vienen de ver a dos hombres inmaduros que están sin hacer. Eso provoca mucha vergüenza ajena y, a la vez, todos sabemos que algo de eso tiene que ver con nosotros. Por eso la gente se identifica tanto desde el patio de butacas.

¿La comedia llega a revelar vulnerabilidades profundas?

El trasfondo es ese. Las comedias se escriben sobre una base seria, pero se les da la vuelta hasta convertirlas en comedia. Sacan los defectos de los personajes y eso provoca risa. El personaje de Alfi, por ejemplo, está lleno de situaciones que generan muchísima comedia.

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«Las comedias se escriben sobre una base seria, pero se les da la vuelta hasta convertirlas en comedia. Sacan los defectos de los personajes y eso provoca risa»

¿Cómo es trabajar con Juan Luis Iborra, Carlos Sobera, Ángel Pardo y el resto del elenco?

Con Carlos es la cuarta función que hago, y también hicimos una película hace muchos años. Es facilísimo trabajar con él, es un excelente compañero. Juan Luis Iborra es mi amigo del alma, fue la primera persona que conocí en Madrid y nuestras carreras han ido de la mano. Es una de las personas que más quiero y más admiro en esta profesión. Con Ángel Pardo ya llevo nueve funciones. Es mi partner por excelencia. Hemos trabajado juntos de manera casual pero constante y es como irte de gira con la familia. Cuando una semana no hay bolo, ni nos lo creemos. La compañía de Carlos es como una familia.

¿Hay algún momento que te haga aguantar la risa en escena?

Esto pasa todo el rato. Llevamos tanto tiempo trabajando que ya nos conocemos. Antes de que te dé la risa, el otro ya sabe que te vas a reír. Incluso provocamos la risa en escena para putearnos un poco. A veces se nos va de las manos, pero el público lo disfruta muchísimo. Yo soy bastante buena aguantando la risa, ¿eh?

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¿Eso se entrena?

Yo creo que es una capacidad. No se entrena. Un día la tienes y al siguiente te ríes por todo. Carlos Sobera y yo a veces hablamos antes de salir diciendo: «Hoy te voy a hacer reír», «hoy voy a putearte con esto».

Elisa Matilla junto a Carlos Sobera y Ángel Pardo en 'Inmaduros'. Enrique Cidoncha

¿Cómo se consigue generar carcajadas sin caer en lo fácil?

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Todo es relativo. Lo que es inteligente para unos no lo es para otros. Nosotros vivimos de la carcajada del público. Hay dos o tres momentos que sabemos que son fijos, gags muy trabajados por Juan Luis Iborra que funcionan en todas las plazas. Pero cada público es diferente. No se ríen igual en Alicante que en otros sitios. Incluso entre la función de tarde y de la noche cambia muchísimo.

¿Improvisáis según el público?

Muchísimo. Hay públicos maravillosos que te llevan ellos solos y no tienes que hacer esfuerzo. Y hay otros días en los que tienes que tirar tú de ellos. Esa es la magia del teatro.

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Al salir del teatro, ¿qué conversación te gustaría escuchar entre los espectadores?

La verdad es que la escuchamos casi todos los días. La gente es muy cariñosa, nos dice que se lo ha pasado muy bien, que se han olvidado de sus problemas. Algunos te cuentan cosas personales que han dejado aparcadas durante la función. El público de teatro suele ser muy amable.

«Los actores hacemos personajes. Da igual si es comedia o drama, construyes al personaje, te enamoras de él, lo llenas de defectos y cualidades»

¿Qué diferencia para ti hacer teatro, televisión o cine?

La inmediatez. La recompensa inmediata del teatro es como una droga. Escuchas la carcajada en el momento y la adrenalina se dispara. El aplauso ya es otra cosa. En televisión o cine pasa tiempo hasta que ves la reacción del público.

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En tu carrera teatral has hecho comedia, drama y clásicos. ¿Cómo te adaptas a cada personaje?

Porque al final los actores hacemos personajes. Da igual si es comedia o drama, construyes al personaje, te enamoras de él, lo llenas de defectos y cualidades. Luego el medio es secundario para mí. Sí que es verdad que dramas como 'Ay Carmela', donde te mueres dos veces en escena, son más cansados que comedias como 'Miles Gloriosus'. Pero ambos son igual de gratificantes.

¿Qué te ha enseñado 'Inmaduros' sobre ti misma?

Nada. No tiene nada que ver conmigo. Me divierto muchísimo con Valeria, pero no tiene nada mío. Quizá solo la energía. Yo tengo mucha energía y si el personaje me permite usarla, se la vuelco. Pero poco más.

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