La granada mollar de Elche, en peligro de extinción

Este apreciado producto es uno de los emblemas de la agricultura de la provincia. La campaña 2022/2023 ya está terminando, lista y envasada para llevarla a todo el mundo. El próximo llega a partir de ahora, para la siguiente.

El recorte del Trasvase Tajo-Segura aprobado el martes en el Consejo de Ministros deja en la incertidumbre a muchos agricultores sobre el futuro de sus cultivos, incluida la granda mollar. La organización agraria Asaja-Elche ya anunció que se dejarían de plantar dos millones de kilos de frutas y hortalizas en el Camp d'Elx por la disminución en las transferencias hídricas.

Entre los cultivos de verano, se encuentran algunos tan tradicionales como la sandía o el melón de Carrizales. Estas frutas se dejarán de plantar para evitar generar más gastos que ganancias en los agricultores por la falta de riego para los cultivos.

En el caso de los leñosos pasa algo parecido. En la actualidad, tan solo se mantienen con un riego de socorro a la semana para mantener los árboles, pero no para producir una nueva cosecha en verano. En el caso de la granada mollar, los agricultores se plantean «dejar el cultivo parado» para la próxima campaña y «darla por perdida» en espera de cómo se desarrollen los acontecimientos.

Tras el plan aprobado por el Gobierno, los números no salen. Para una hectárea de granda se necesitan 4.500 metros cúbicos de agua. El precio desde el trasvase es a 20 céntimos, por lo que cuesta de producción 1.035 euros agua.

La desalación se cotiza a 1,30 euros el metro cúbico, seis veces más que enviada por la tubería, por lo que el coste para la misma superficie se dispara a 5.400 euros. «Inasumible», aseguran desde la cooperativa Cambayas de Elche.

Este precio de 1,30 euros es el que pagan actualmente a comunidades de regantes con acceso a agua desalada y que intercambian por agua del Trasvase.

Esta cooperativa cuenta con 2.000 hectáreas de granada mollar. Es una de las más potentes de la provincia, dando empleo a 300 agricultores y otras cien familias entre recolectores y envasadores. En total, producen 11 millones de kilos de granada.

Con un producto que debería salir al mercado por seis veces su precio actual es imposible y todavía no han decidido si continuarán el próximo año. En la actualidad, están terminando de envasar y transportar los últimos frutos recogidos en la campaña pasada camino no solo a las grandes cadenas de distribución, sino también a muchos países del mundo donde se consume este producto con Denominación de Origen.

Las promesas de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, y del presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, de rebajar el coste de 1,30 euros a apenas 0,24 el metro cúbico no les convencen.

No es solo el hecho de que, aun con todas las subvenciones, les salga más caro. Es que no tienen ninguna seguridad de que Bruselas no sancione esta subvención a un medio de producción como es el agua y lo tengan que eliminar o, peor, «que tengamos que devolver el dinero». Esto sería ya, directamente, el cierre.

En estas condiciones, «nos dejan sin materia prima, que es el agua» y, por tanto, es imposible producir nada. Por tanto, se plantean dejar de producir para la siguiente campaña y esperar sin recoger ningún fruto.