Retos de ayer y hoy

Alicante es mucho más que playa, sol, temperaturas primaverales durante prácticamente todo el año y un sinfín de fiestas y tradiciones de todo tipo y guardianas de nuestra identidad.

Todo ello es importante, esencial, mejor dicho, puesto que sin estas notas de color que hacen brillar nuestra ciudad, Alicante sería una más. Sin embargo, hay otros asuntos que no reciben la atención que merecen y que sin ningún género de dudas marcan nuestro día a día y es que los alicantinos, además de disfrutar de lo anteriormente citado, pagamos unos impuestos para que sean atendidas nuestras necesidades o, al menos, no se nos impongan desde las administraciones públicas trabas innecesarias que dificulten tareas tan cotidianas como ir a trabajar, disfrutar de nuestros barrios y, además, hacerlo con seguridad.

Y no pocas son las vicisitudes que hemos enfrentado, enfrentamos y que, desgraciadamente y todo parece indicar que así sea, seguiremos enfrentando a la hora de intentar llevar una vida tranquila y en libertad.

Los retos de Alicante, en muchos aspectos, son los mismos que hace ya demasiados años y eso habla muy mal de unos políticos - entre los que me incluyo, como no podía ser de otra manera- que parece que quieran enfangarse en grandes proyectos y titulares de prensa antes de trabajar por lo que verdaderamente importa, que son nuestros barrios y partidas rurales, los cuales siguen descuidados, sucios, muchos de ellos oscuros y la mayoría sin contar con la exigida policía «de barrio».

Para el grupo político Vox son retos de ciudad, sin duda, la Estación Intermodal, el Parque Central, la eliminación de las vías de la Costa o la construcción del Centro de Congresos. Pero las aceras levantadas, los socavones en las calzadas, las escombreras ilegales, la inseguridad, la falta de iluminación o la limpieza no dejan de ser cuestiones esenciales para nuestro día a día porque como Ayuntamiento de Alicante lo primero que se debe garantizar es una ciudad limpia, ordenada, segura y que favorezca desde la implantación de nuevos negocios a tratar a los alicantinos como el verdadero centro de las políticas públicas y no como meros observadores de un caos permanente de obras, ideas vacías y luchas de egos.

Si los alicantinos están hartos de obras que duran meses y dejan pérdidas millonarias en el pequeño comercio únicamente para quitar un carril allí o rebajar una acera allá, debemos hacérnoslo mirar. Como debemos hacernos mirar el hecho de que todavía nadie del equipo de gobierno, mucho menos el alcalde, ha explicado si todas esas dichosas obras que ya han generado suficientes quebraderos de cabeza van a traer consigo una Zona de Bajas Emisiones que, encima, nos va a multar por circular con nuestro coche por nuestra ciudad. La ordenanza de esta barbaridad sigue escondida no sabemos muy bien en el cajón de quien, pero que está, está.

En definitiva, los retos de Alicante pasan por tener un modelo de ciudad hasta hoy desconocido, pero también por trabajar en esos asuntos estancados y parece que interesadamente escondidos antes de las elecciones del pasado mayo. «Lo urgente antes de lo importante» dirían algunos acertadamente. Nosotros preferimos hablar de «cuidar de lo que verdaderamente importa».

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• Carmen Robledillo