Jacobo Barchín posa animado y con fuerza en una playa de la provincia de Alicante. T.A

La batalla de Jacobo: el agente en silla de ruedas que quiere volver a la Guardia Civil

Un accidente mientras hacía ciclismo en 2020 interrumpió su carrera en El Campello y desde entonces pelea por regresar: «Ni retiro, ni pensión»

Martes, 23 de julio 2024, 07:14

Cuando Jacobo Barchín salió de su casa de El Campello para practicar ciclismo, una de sus aficiones, no sabía que la vida le iba a cambiar en cuestión de segundos. El 2 de diciembre de 2020, el guardia civil se dio de bruces con una arqueta que estaba abierta, sin señalizar y sin alcantarillar. El accidente le provocó una lesión medular incompleta en la vértebra dorsal 12.

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Con apenas 30 años -ahora tiene 34- comenzaría una lucha contra la silla de ruedas, su mente y la Benemérita, Cuerpo al que pertenece desde 2015 y que le dio de lado cuando más lo necesitaba, según sostiene su mujer, Raquel, con la que lleva 12 años. La pareja contrajo matrimonio el pasado verano en una preciosa ceremonia en la que Jacobo portó el traje de gran gala de la Benemérita para pasar por el pasillo de sables que realizaban sus compañeros mientras avanzaba con un andador.

A pesar de que el infortunio se cruzó en la vida de la pareja, la cuál disfrutaba de una vida feliz en El Campello -lugar donde había conseguido una plaza en la unidad de Seguridad Ciudadana-, no dejan de luchar. «No nos vamos a rendir ahora», asegura Raquel.

Jacobo junto al amor de su vida, Raquel. T.A

Desde el fatídico día, Jacobo -natural de San Clemente (Cuenca)- sufre una discapacidad física del 70%, pero sólo de cintura para abajo aunque puede ponerse de pie y caminar distancias cortas. Ahora, tras superar la dura rehabilitación se enfrenta a una Institución que no lo considera apto para trabajar y lo proponen para una «incapacidad permanente». «Quieren mandarle a retiro», sostiene su mujer.

En la actualidad, el guardia civil se encuentra de baja laboral y percibe un salario inferior al que le correspondería. Con su sueldo viven los dos, en la pedanía de la Barraca d'Aigües Vives -Alzira-, al lado del Hospital Vithas, donde sigue con su rehabilitación, que va «a pasos agigantados». El miedo y la angustia acechan a una pareja con un proyecto de futuro incierto que depende de la decisión del ministerio.

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Tres tribunales

Un año y medio después del accidente, el guardia civil acudió por primera vez a un tribunal médico, en Valencia. A los examinadores les sorprendió lo bien que iba la recuperación y le aseguraron que harían todo lo posible para que le reconocieran «apto con limitaciones» para que pudiese volver a trabajar en el Instituto Armado.

Tras seis meses, en marzo de 2023, vuelve a acudir al mismo tribunal que lo dejó helado: «Le dijeron que con un 70% de discapacidad no podían adaptarle un puesto de trabajo», señala Raquel, quien defiende que su marido tiene intactas sus capacidades cognitivas y miembros superiores. «Es completamente independiente y autónomo, puede hacer cualquier trabajo administrativo o burocrático».

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Jacobo Barchín en su lugar de trabajo. T.A

La facultativa que le atendió le aconsejó que se buscase una asociación por las tardes para que estuviese «entretenido». Jacobo hizo caso omiso y de la mano de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) y su servicio jurídico presentaron alegaciones.

A principios de 2024 llegó el tercer 'round': una nueva revisión, esta vez en el Hospital Gómez Ulla, en Madrid. El tribunal médico lo derivó al traumatólogo y al neurólogo. Allí le aseguraron, de nuevo, que harían todo lo posible por ayudarle y le arrojaron resultados positivos, puesto que consideraban que estaba capacitado para poder trabajar en una oficina «sin ningún tipo de problemas», asegura su mujer.

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Cuando Jacobo abrió su expediente a principios de junio sufrió otro duro golpe: en el informe aparecía como incapacitado para trabajar. De hecho, incluso le aumentaron el grado de discapacidad para justificar su pase a retiro. De nuevo, de la mano de AUGC, el guardia civil presentó alegaciones, de las que está a la espera del dictamen del Ministerio de Defensa.

En el último informe Jacobo aparecía como incapacitado para trabajar

En el caso de que el Ministerio de Defensa fallase en contra de la reincorporación de Jacobo a la Guardia Civil, se quedaría a la espera de que la Seguridad Social reconociese su incapacidad permanente, algo que podría tardar hasta seis meses, apostilla Raquel.

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Por ello, a Jacobo no le importaría cambiar de destino si es lo que necesita la Dirección General, aunque el cuartel de El Campello tiene todo lo que necesita: rampa de acceso para personas con movilidad reducida, un baño adaptado y puestos de oficina.

Jacobo no quiere «ni retiro ni pensión», quiere seguir siendo guardia civil, por lo que tanto luchó. «Sólo contempla volver a trabajar», subraya Raquel, quien asegura que sus compañeros del cuartel de El Campello están «muy orgullosos de él» y conocen «todo lo que trabaja día a día para volver a ponerse el uniforme».

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Dos precedentes

Aunque ni la asociación ni el propio Jacobo conocen un caso en la Benemérita de un agente en activo en silla de ruedas que esté declarado apto con limitaciones -que es lo que piden para él- sí que tienen constancia de dos precedentes en otros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.

La soldado Isabel Fernández, del Ejército de Tierra, padece una artrosis degenerativa que la obliga a utilizar a diario la silla de ruedas. Sin embargo, realiza funciones administrativas en la academia de infantería de Toledo. Esta joven de 37 años ha demostrado su capacidad de superación y logró, el pasado octubre, proclamarse campeona del mundo de para-kárate.

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La soldado Isabel Fernández tras proclamarse campeona del mundo de para-kárate. Ministerio de Defensa

El otro caso es Rafael Prieto, un policía nacional al que jubilaron por tener una pierna biónica tras sufrir un accidente de moto en 2015. Tras un periplo jurídico que duró cuatro años, el Cuerpo lo readmitió y entró en el área de Participación Ciudadana de la Comisaría de Córdoba.

La fe mueve montañas y es a lo que se agarran Jacobo y Raquel. «Vamos a luchar hasta el final para que mi marido vuelva a sentirse guardia civil, el sueño por el que luchó tantos años».

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