Un señor, sentado, contemplando las inundadas calles de Orihuela. Tony Sevilla

Las voces desde la otra riada

Damnificados por la DANA de la Vega Baja dan algunas claves sobre el duro proceso burocrático, económico y psicológico que se abre en Valencia

Alberto Martínez de la Calle

Sábado, 23 de noviembre 2024, 07:13

En 2019, a algo más de 200 kilómetros de Valencia, hubo una DANA que sirvió para comprobar la temible versión actual de las gotas frías. En aquella ocasión, la comarca de la Vega Baja sufrió las consecuencias. Fueron tres días de máxima tensión que se cobraron tres víctimas mortales. Viviendas, campos y naves industriales también experimentaron las severas consecuencias. Entonces se abrió un debate sobre la necesidad de intensificar el mantenimiento de los ríos y adaptar las infraestructuras a las nuevas condiciones climatológicas, pero los proyectos presentados siguen en un cajón. Una desidia que alimenta la preocupación de los vecinos, quienes alertan de los actuales riesgos hidrológicos.

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En Valencia, donde el balance supera los 200 fallecidos, toman nota de la experiencia de aquellos que ya fueron golpeados por las catástrofes naturales.

INUNDACIONES LA VEGA BAJA, 2019

«El río está sucio. Como venga otra riada no sé lo que puede pasar»

José Francisco Navarro vive en Orihuela, en la pedanía de Media Legua. «Pasamos de tener diez centímetros de agua a un metro y medio en 20 minutos», recuerda. Entre el 12 y el 14 de septiembre de 2019, una DANA dejó imágenes sobrecogedoras en la Vega Baja. «Estaba la alerta, pero no crees que va a llover tanto como luego se da. El problema que tuvimos fue la rambla de Abanilla», añade. Junto a otro vecino, con un tractor de grandes dimensiones, rescató a los decenas de mayores.

«Al ver lo de Valencia se te encoge el corazón», admite José Francisco. Gotas frías de tal envergadura dejan huella: «Ahora dan previsión de lluvia y en las casas nos preparamos. Todas las casas nos hemos hecho portalones de aluminio o madera para que no entre el agua. Es el miedo a que venga otra vez. De todas formas, la gente, de por sí, somos muy confiados». Al mismo tiempo, expresa su indignación por la falta de medidas administrativas: «Las infraestructuras no se mejoran. En esta rambla no se ha hecho nada. Si lloviera, tendríamos el mismo problema. Se hizo el Plan Vega Renhace, que incluye un desvío de la rambla y la limpieza, pero no se ha ejecutado nada. Está todo igual».

«Tengo limones. Perdí 300 árboles y después de cinco años me van a echar fruto ahora»

Marisol Fernández

Afectada

En la misma línea se pronuncia Marisol Fernández, de Heredades, una pedanía de Rojales. «Estoy en un núcleo bastante poblado. En la casa tuve suerte y no me entró, se quedó justo. Avisaron y lo moví todo hacia arriba, el tractor también. Los árboles prácticamente no se veían por el agua. Tengo limones. Perdí 300 árboles y después de cinco años me van a echar fruto ahora. El huerto se recuperó a base de mucho trabajo. El ser humano tiene esa capacidad de salir». Se vio abocada a dejar la agricultura ecológica para emprender la tradicional. Y lanza un consejo: «Que la gente asegure la cosecha y la vivienda. En estas situaciones, te sientes respaldada».

«A mi juicio se planteó una negligencia en el mantenimiento del río Segura. Planteé una demanda a la Confederación Hidrográfica»

Antonio Ángel Hurtado

Afectado

Se muestra decepcionada: «Con el cambio climático, habría que darse cuenta de que se necesita embalses para meter toda esa agua, se necesita ver dónde están todos los terraplenes donde el agua va a parar... Deberían darse cuenta los que gobiernan. Deberían preocuparse de tener el río limpio, de que no estuviera roto… Esto va a venir todos los años. Se arregló el río y no se ha hecho nada más. El río está súper sucio y tiene muchísimas cañas. Como venga una riada no sé lo que puede pasar».

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Un señor, sentado, contemplando las inundadas calles de Orihuela. Tony Sevilla

Antonio Ángel Hurtado, de Almoradí, tiene una finca «a 100 o 150 metros de donde se produjo la rotura del río Segura». La inundación asoló sus tierras de naranjos: «Las pérdidas rondaron los 300.000 euros y las ayudas, sumando todo, llegarían a 30.000 o 40.000». Está remontando: «Restituí el terreno, lo limpié y volví a hacer labores de nivelación y labranza y en 2021, dos años después, volví a plantar la finca. Ahora tengo limoneros».

«Ahora dan previsión de lluvia y en las casas nos preparamos. Todas las casas nos hemos hecho portalones de aluminio o madera para que no entre el agua. Es el miedo»

José Francisco Navarro

Afectado

Antonio Ángel tomó medidas legales: «A mi juicio se planteó una negligencia en el mantenimiento del río Segura porque no es lo mismo un desbordamiento que una rotura por un mal mantenimiento de las placas de hormigón que estaban sin apoyo. Entonces planteé una demanda a la Confederación Hidrográfica del Segura. Estoy pendiente de que se resuelva. Reclamo los daños que sufrí». Da la voz de alarma: «El cauce del Segura está ciego de cañas y suciedad. Si volviéramos a sufrir otra situación como aquella o parecida a la que ha pasado en Valencia, el río volvería a ser otro desastre».

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