El PSPV, en su laberinto
La reunión de este fin de semana debe ser un punto de inflexión en su estrategia, aunque pendiente siempre de Sánchez
Si los socialistas siempre dicen que Mazón se quedó en El Ventorro el fatídico 29O y nunca más salió de ahí, tres cuartos de lo mismo se pueden aplicar. Los de Diana Morant no han sabido recoger la (lógica) indignación ciudadana tras la mayor tragedia de la historia en la Comunitat Valenciana en su historia democrática y convertirla en una fuerza transformadora.
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Mientras, el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, ha logrado sobrevivir, en primer lugar; mantenerse, segundo estadio; y ahora, contraatacar. Su secretario general, Miguel Tellado, le mantiene hasta 2027. ¿Y después?
Morant continúa anclada en su discurso de hace meses reclamando elecciones autonómicas, sobre las que no tiene competencias. Hace en la Comunitat lo mismo que critica a Feijóo en Madrid. Hasta alguien tan poco sospechoso como Ximo Puig, pidió hace semanas que los socialistas construyeran una «alternativa».
En sus meses como secretaria general, lo más relevante de su gestión ha sido descabezar la agrupación local de Alicante, donde ahora manda una gestora a tiempo parcial. La acción política la monopoliza el grupo municipal, con una portavoz en retirada y en la búsqueda de un nuevo rostro para el cartel.
A nivel interno también, el aparato ha logrado controlar las comarcas alicantinas y evitado en la mayoría de las circunscripciones la celebración de primarias. Unas alternativas impulsadas por Alejandro Soler, superviviente de Cerdán en la ejecutiva federal y siempre un valor a tener en cuenta en el socialismo, no solo alicantino, sino autonómico.
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El dolor está en Valencia, qué duda cabe, pero Alicante tiene sus propias heridas. Y, si no se curan, pueden ser sangrantes para los socialistas
Porque el País Valenciano depende de Alicante, que no se equivoque el secretario de Organización, Vicent Mascarell. El dolor está en Valencia, qué duda cabe, pero Alicante tiene sus propias heridas. Y, si no se curan, pueden ser sangrantes para los socialistas.
Algo tienen que haber detectado en la sala de máquinas de Moncloa para que en la misma semana pise tierra alicantina el presidente del Gobierno, Pedro Sanchez, y el PSPV se vuelque dos días en la Vega Baja.
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Una comarca desatendida por los socialistas. Como ejemplo, el enorme patinazo de la ministra el reconocer que no tenia ni idea de la polémica de las casas de la playa Babilonia en Guardamar, que el Gobierno del que forma parte quiere tirar por la Ley de Costas. Justo en su visita a Guardamar. Inenarrable.
Es en la Vega Baja, y en la provincia de Alicante en general, donde la desafección no se convierte en votos a los socialistas, sino a Vox. Algunas encuestas apuntan a que los de Abascal podrían disputarle la segunda plaza a los socialistas, no a los populares. En definitiva, que la derecha marque registros históricos.
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Alguien sabe algo. Por eso, el arranque del curso político es uno de los mayores bastiones del PP en la Comunitat: Torrevieja, donde gobierna con mayoría absoluta. Y gobernará hasta que su alcalde, Eduardo Dolón, se peine como Vin Diesel.
En el discurso, los socialistas deben buscar nuevas vías de agua al gobierno de la Generalitat, lanzar temas de calado social más allá de los mensajes del Gobierno en las últimas dos semanas, que por algo lo hace Sánchez, y una reorganización discursiva más allá de Palestina y el 29O. Temas como la vivienda, los salarios, la conciliación y las ayudas a las familias tienen que entrar en la agenda si los socialistas quieren aspirar de verdad a movilizar la izquierda de toda la Comunitat. Y también organizativa. Que es urgente, por lo que pueda pasar.
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