Por la senda del descrédito
Desde la sala de máquinas del Gobierno/partido ya no se sabe bien quién es quién, no paran de sacar conejos de la chistera para tapar todo el fango que sale a borbotones desde los conductos oficiales y extraoficiales
No es que me guste que el Gobierno de mi país esté desacreditado constantemente, pero es evidente que está ocurriendo y que es una realidad incontestable. Desde la sala de máquinas del Gobierno/partido ya no se sabe bien quién es quién, no paran de sacar conejos de la chistera para tapar todo el fango que sale a borbotones desde los conductos oficiales y extraoficiales.
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El último truco que han sacado es el de la afrenta con Israel. Bien es verdad que desde 2018 han pisado callos y no les ha pasado nada. Han hecho como en el póker: se han jugado a tirar faroles y hasta ahora han tenido suerte. Hasta ahora. Si estás en una mesa de profesionales de este juego, debes meditar mucho contra quién utilizas este lance y, sobre todo, el tiempo que lo vas a estar haciendo.
Como la osadía anterior les ha dado alas, en el Centro de Información de Combate (todos los buques de guerra lo tienen) se confiaron a su astucia. Como diría el Chapulin colorado: «¡No contaban con mi astucia!». Y sin embargo la estrategia, les está saliendo rana cuanto menos y, a la larga, les resultara costosa. Creo que el fondo les da igual porque su refugio natural nunca será una democracia plena como lo es Israel. Ellos prefieren un reino como el de Marruecos.
La fábula de la Verdad y la Mentira
La fábula de la Verdad y la Mentira, de origen popular y autor desconocido, pero de una sabiduría mayúscula de esas que ya no existen. Relata que la Verdad y la Mentira salen a pasear por una calle de un pueblo. La Mentira va toda orgullosa, segura y sintiéndose atractiva, usando sus armas seducía a toda persona que quisiera acercarse. La Verdad, que iba a su lado, era más humilde, más sencilla y, por lo tanto, menos llamativa. Pero un día, después de mucho tiempo, la Mentira comprende que ha tejido una red de engaños que complica la vida de sus aduladores y le complica a ella su existencia.
La Mentira, para mantener sus atributos, debía tapar un engaño con otro. La Verdad percibe el daño que los engaños de la Mentira han causado a sus vecinos. En ese momento la Verdad decide revelar y exponer a todos la verdad de la situación. Es en ese momento cuando la Mentira pierde todo su encanto y aquellos que la defendieron a capa y espada quedan desacreditados gravemente, puesto que la Verdad ha desmontado el «milhojas» de sus mentiras.
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El juego de engaños (ahora con Israel, antes con la honradez, con la defensa de la mujer, la separación de poderes, etc.) termina saliendo a la luz.
La verdad siempre sale a la luz tarde o temprano. El juego de engaños (ahora con Israel, antes con la honradez, con la defensa de la mujer, la separación de poderes, etc.) termina saliendo a la luz. Hemos escuchado como un diputado del PP desmonta la aparente indignación de la ministra Alegría, defendiendo la postura del PSOE de ruptura de relaciones con Israel. Resulta que hace un mes ella subvencionó una prueba (336.000 euros) que ganó Israel y en la entrega de premios, subió el corredor y sonó el himno. En la Vuelta a Cataluña o en la gallega Gran Camiño no ocurrió absolutamente nada.
El último Real Decreto que expresa que no vamos a comprar armas a Israel, salvo si el ejecutivo lo considera pertinente, es trampantojo; parece una cosa pero, en realidad, es otra. En fin, una serie de engaños o cortinas de humo que solo tiene un fin: tapar el desaguisado que el sanchismo ha hecho desde el Gobierno. Cita de María de Zayas y Sotomayor: «Que la verdad aunque tarde, siempre vence, y la mentira, aunque brille, al final desvanece».
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O aquello de Quevedo de que «donde hay verdad, no hay envidia; donde hay mentira no hay descanso». Salgamos de este impass de la manera más democrática que esta sociedad conoce, las elecciones generales.
Personalmente les deseo que puedan vivir sin remordimientos de conciencia pero, sobre todo, que se vayan, desaparezcan y abramos una etapa nueva, más liberal y menos censora, más coherente con la ciudadanía y menos con la ideología.
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