Opinión
El día de la marmotaCualquiera que intente profundizar un poco en los valores constitucionales verá cómo se cercenan y se convierten en eufemismos como si fuéramos una democracia fallida
Divertida película de 1993, con Bill Murray y Andie MacDowell como protagonistas, trata sobre un hombre del tiempo (Bill Murray) de una cadena de TV que va a un pueblo a retransmitir la salida de la marmota si ve o no su sombra. Si la ve es que el invierno va a durar seis semanas más, creencia popular de origen holandés en el estado de Pensilvania. Si no la ve, es que la primavera está cerca. Después de transmitir este evento por la cadena de TV, volviendo a su lugar de origen quedan atrapados en una tormenta que les hace regresar al pueblo. A partir de ese momento, el hombre del tiempo deberá repetir todos los días lo mismo hasta que el egoísmo y el mal carácter del protagonista empieza a cambiar y rehace las situaciones mostrando un mejor trato y a empatizar con los vecinos del pueblo.
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Podría parecer que en España está pasando por la misma circunstancia que el protagonista de la película. Y es así, pero a peor. Estamos atravesando un periodo donde el muro crece al mismo tiempo que sus guardianes se van debilitando por días. Acabamos de regresar de las vacaciones (en realidad no las hubo, el fuego ha sido muy duro con el Oeste de España) y se vuelve a repetir exactamente el mismo patrón de la dana: utilizar la desgracia para atacar al oponente político con el retraso de las ayudas. En este caso, con la tardanza en proporcionar la ayuda necesaria para extinguir los incendios. Bien es verdad que quedó clara la poca apuesta de las autonomías afectadas por las emergencias, pero también la complicación administrativa, europea o nacional, de hacer un mantenimiento de las zonas boscosas o con abundante vegetación. Como se suele decir: entre unos y otros, la casa sin barrer. Hay que recordar a este Gobierno que los recursos del Estado son para ayudar, no para confrontar. Que aquello de «si necesitan ayudan, que la pidan» no funciona y sí la predisposición a ayudar. Cómo crujen los responsables elegidos por afinidad y no por gestión y cómo crujen las no prioridades.
Los ciudadanos somos los sufridores de esta estrategia divisoria sin sentido, que nada tiene que ver con el progreso del país
Los ciudadanos somos los sufridores de esta estrategia divisoria sin sentido, que nada tiene que ver con el progreso del país. Los incendios no solo evidencian una mala gestión de emergencias sino una desconexión con los valores constitucionales que deberían guiar al Estado. Esta falta de compromiso nos hace preguntarnos si los principios expresados en el artículo 1 de nuestra Constitución son realmente una prioridad.
Cualquiera que intente profundizar un poco en algunos de estos valores verá cómo se están cercenando y se están convirtiendo en eufemismos como si fuéramos una democracia fallida. Si nos asomamos a la libertad de expresión, es atacada por el puritanismo de extrema izquierda que tiene mucho que callar, con casos públicos y notorios que todos conocemos. Si nos asomamos a la justicia, es tachada constantemente porque está haciendo su trabajo, con ataques que siempre provienen del mismo lado, del investigado y del juzgado. Si hablamos de igualdad, ya no existe, solo privilegios para los que sustentan el Gobierno actual: amnistías, indultos, condonación de deuda y cesiones de competencias exclusivas del Estado (es decir, no se respeta ni la norma suprema). Si hablamos del pluralismo político, se mantiene lo que hay y se intenta preservar. Véase la no aplicación de la directiva europea que eleva del 2% al 5% para poder tener representación en Europa, lo que afectaría a aquellos partidos que solo tienen predicamento en su territorio. Es decir, afectaría a los socios del sanchismo.
Hemos aguantado más de 800 asesinados y los herederos de quienes perpetraban esos asesinatos nos quieren dar clases de libertad, de ética y moral. Los que decían que unos sacudían el árbol y ellos recogían las nueces, los mismos del RH negativo. O aquellos que tuvieron en sus filas a negreros, esos que dicen que tienen más que ver con un francés que con un andaluz, esos de la ratafía, esos que adoran a Prat de la Riva, a Heribert Barrera, a Pujol y Ferrusola.
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Todos ellos tienen mucho en común y todos ellos son los escogidos por el sanchismo, por el PSOE para hacernos ¿«progresar»? Somos rehenes de minorías que en el Congreso suman mayorías pero que en la suma de votos no es así. Es evidente que el supuesto avance progresista, sobre todo cuando se rodea de partidos con dos puntos en común todos ellos, el odio a su país, ese que les ha proporcionado riquezas y libertad y a toda persona que vive, siente de manera centrada, liberal y tolerante, ese tipo de persona que vive y deja vivir todo lo contrario de lo que son ellos, los odiadores.
Lo que nos pesa a todos es la inacción. Y que se entienda que cuando se pide acción significa precampaña electoral, campaña electoral e ir a votar. No hay visos de que esta situación vaya a cambiar ni de que veamos un futuro mejor y no porque no existan propuestas, que las hay, sino porque no hay capacidad de provocar un adelanto electoral. Como creo que debo terminar siempre con algo positivo, creo que dos de las medidas presentadas por el Partido Popular contra los incendios y de racionalizar las labores del campo para evitar incendios tan desbocados como los de este mes pasado. La medida de que si no hay presentación de presupuestos generales obligaría a la convocatoria de elecciones generales aportaría algo de raciocinio al país. Voy a decir algo favorable al sanchismo: nos está enseñando los rotos de nuestro ordenamiento y sus agujeros, ahí hay mucho trabajo que hacer. Así que creo que hay futuro por medidas propuestas, porque se empieza a ver equipo y porque necesitamos, los que estamos al otro lado del muro, seguir teniendo esperanza y ver que se puede romper el bucle del día de la marmota.
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P.S: Parece que tenía ganas de decir cosas y alguna he dicho.
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