Alicante frente al reto ambiental: agua, energía y tecnología para una nueva resiliencia
TODO ALICANTE, en colaboración con Aguas de Alicante e Hidraqua organizan un foro para hablar de los desafíos ambientales y energéticos presentes y futuros
Sandra Paniagua
Sábado, 19 de julio 2025, 07:13
Cuando el apagón del 28 de abril dejó a buena parte del país sin electricidad, en Alicante hubo una empresa que demostró estar preparada para este tipo de vicisitudes. De hecho, en Aguas de Alicante no cundió el pánico. Tal y como relató Guillermo Mas, responsable de Innovación Tecnológica y Compra Pública de Innovación de la compañía, al inicio del Foro Medio Ambiente y Agua organizado por TODO ALICANTE, «parecía un episodio poco probable, pero no por ello dejamos de prepararnos». Y así lo demostraron. Con protocolos definidos, simulacros realizados y planes de actuación ya testados, la empresa fue capaz de dar respuesta ordenada a una situación extrema.
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La resiliencia, ese concepto que hasta hace poco sonaba teórico, se ha convertido en una necesidad tangible. Alicante no puede permitirse improvisar. Por eso, en Aguas de Alicante además de las baterías hídricas que garantizan entre 24 y 48 horas de suministro, cuentan con grupos electrógenos, centros de control conectados a distintos transformadores, señales duplicadas por radiofrecuencia y, ahora, se estudian soluciones vía satélite para no perder comunicación en situaciones críticas.
Sin embargo, no todos salieron tan bien parados. Para Raúl Mérida, secretario autonómico de Medio Ambiente, lo grave no fue el apagón en sí, sino la falta de respuestas claras desde Red Eléctrica. «No debemos acostumbrarnos a que las cosas funcionen mal», señaló con firmeza. «Semanas antes ya hubo conatos. No fue una sorpresa para todos». De hecho, tal y como expresó Mérida, la alerta encendió las alarmas políticas en Europa y, de forma indirecta, ha puesto sobre la mesa el debate de fondo: ¿cómo construimos uns sistema que funcione incluso en la adversidad? Porque más allá de los cortes, hay una lección urgente: tenemos que prepararnos. Pero también exigir que no vuelva a ocurrir.
Desde el ámbito empresarial, Sergi Santacreu, CEO de Ennova, con amplia experiencia en fotovoltaica tanto en España como en Ecuador, lo resume con una anécdota muy gráfica: «Hay gente que se ha gastado 20.000 euros en una instalación solar y se ha quedado sin luz. No se les explicó cómo funcionaba». En un sistema que avanza a pasos agigantados hacia la transición energética, las prisas no pueden traducirse en mala planificación. Hace falta conocimiento, regulación clara y responsabilidad compartida.
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En ese sentido, la relación entre agua, energía y residuos se vuelve cada vez más estrecha. «En Aguas de Alicante somos grandes consumidores y también generadores de energía, y gestionamos residuos en grandes volúmenes», recuerda Mas. Desde la implantación de la ISO 50.001 hasta la conversión de las depuradoras en ecofactorías capaces de generar biogás, la eficiencia energética se ha convertido en una palanca para reducir costes, emisiones y dependencia externa.
El proyecto LIFE MERLIN, impulsado desde Alicante con fondos europeos, es un ejemplo de cómo se puede innovar a partir de lo que ya existe. A través de residuos agroalimentarios y tecnologías de hidrólisis, se busca optimizar la producción energética de los lodos de depuración. Y en paralelo, se experimenta con nuevas soluciones para valorizar incluso lo que hasta ahora era considerado un desecho sin uso, como los restos de limpieza de fábricas de helado.
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Tecnología, aliada silenciosa
La tecnología se convierte, así, en una aliada silenciosa. Desde la telelectura que permite conocer en tiempo real qué sucede en cada punto de la red de agua, hasta el uso de inteligencia artificial para predecir, simular y optimizar. El futuro no es solo digital: es inteligente.
Pero la IA no se limita al agua. En el campo de las renovables, Santacreu señala que «los inversores solares ya son capaces de anticipar lluvias y ajustar el uso de energía». Y destaca la agrovoltaica como solución mixta que permite generar electricidad sin restar espacio agrícola. Un modelo que, según él, requiere colaboración, no imposición.
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Raúl Mérida coincide. Bajo su gestión, la conselleria ha roto con la política de puertas cerradas a las empresas del sector energético. «Hemos pasado de una administración que no recibía proyectos fotovoltaicos a otra que los impulsa», explicó. La clave, asegura, está en la seguridad jurídica: que quien quiera invertir sepa con claridad dónde, cómo y bajo qué condiciones puede hacerlo. Y que los trámites no sean una traba insalvable.
Alicante necesita ese impulso. Porque los retos climáticos ya están aquí. La región vive con una tensión constante entre la escasez y la demanda de agua, agravada por un patrón de precipitaciones cada vez más extremo: menos lluvias suaves, más episodios intensos que provocan daños y apenas permiten recarga de acuíferos.
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Mientras la población se dispara en verano, pasa de 1,8 a 3 millones de personas solo en la provincia, las reservas hídricas se nutren en otoño e invierno. Esa desconexión temporal entre disponibilidad y consumo exige soluciones estructurales. De ahí la apuesta decidida por el agua regenerada, por redes inteligentes de uso, y por proyectos como «Alicante Agua Circular», que busca aprovechar incluso el agua de lluvia urbana.
La visión es clara: captar, tratar y reutilizar. Pero también anticipar, predecir y adaptarse. Con plataformas digitales, control sanitario de vertidos industriales y herramientas de planificación a medio plazo, la ciudad avanza hacia un modelo más híbrido y resiliente.
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La protección del entorno forma parte también de esa ecuación. Desde la reactivación de 123 depuradoras tras la dana gracias a EPSAR, hasta los proyectos para convertir la Albufera en reserva de la biosfera, el compromiso con el territorio se traduce en acción. Mérida recordó también el déficit de refugios climáticos en la Comunitat Valenciana y anunció nuevos espacios verdes integrados en entornos urbanos como respuesta al aumento de temperaturas.
«La agricultura no es solo un sector económico, es una forma de vida y una herramienta de protección ambiental», subrayó el secretario autonómico. Por eso, además del agua, se apoya a la ganadería extensiva, clave en la prevención de incendios, y se anuncian ayudas a entidades que conserven la biodiversidad.
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No hay desarrollo ambiental sin desarrollo económico, ni sostenibilidad sin colaboración público-privada. Ese fue uno de los mensajes recurrentes de todos los participantes. Santacreu fue claro: «Sin colaboración pública, levantar grandes huertas solares es casi imposible. Hay que apretar a las grandes eléctricas, que muchas veces son el verdadero cuello de botella».
La solución no está en el no sistemático, sino en el «¿cómo lo hacemos?». Y en ese cambio cultural, Alicante tiene mucho que aportar. «Todo está por inventar», concluyó Mérida. «Tenemos que dejar trabajar a la gente joven, apoyar sus ideas, y no tener miedo».
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Guillermo Mas lo resumió en una frase que bien podría ser lema de esta nueva etapa: «Trabajamos con ilusión, buscando soluciones y herramientas que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos. Y con esa perspectiva, avanzamos».
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