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El patio delantero de la nave de Alicante Gastronómica de Alicante (AGS) es un hervidero de gente, y eso que solo son las 9 de la mañana. Hablan de comida, de menús, de si queda pan de hamburguesa o de si una ración va en caliente. También se escucha mucho la frase «venimos a ayudar, ¿dónde vamos?». Y es que la maquinaria que permite que cada día casi 10.000 raciones de comida caliente lleguen a muchos de los pueblos de la zona cero de las inundaciones de Valencia está hecha de manos, de los cientos de voluntarios - casi trescientos cada día- que acuden a preparar bocadillos, pelar patatas o vacía basuras, todo es importante.
Las cocinas de Alicante Gastronómica Solidaria están preparadas para la emergencia. Desde su origen en plena pandemia hasta su acogida de los miles de refugiados ucranianos que llegaron con la guerra. Ahora solo han tenido que volver a poner en marcha al voluntariado para que se unan en la tarea de preparar arroces, estofados, bocadillos o embalar dulces para que los menús lleguen a Catarroja, Paiporta o Alfafar, entre otros municipios.
Pablo es uno de los voluntarios que hace unos días se presentó en la puerta de AGS dispuesto a arremangarse. Durante las primeras horas peló calabacines. Desde entonces vuelve cada día y ayuda en la organización a Marcela, Mónica y lel resto de voluntarios que sirven de ancla para el trabajo que se realiza en las diferentes áreas de una cocina que es un continuo ir y venir de colaboradores.
«¿Dónde ayudo?», «necesitamos aceite de girasol», «no queda embutido en bocadillos», «hace falta reorganizarlos para hacer de atún». Las preguntas vuelan en una actividad que no para nunca. «La gente viene con muy buena voluntad, es increíble que no nos conozcamos de nada y esto funcione como un reloj», explica Pablo. Pero, además, este voluntario reconoce que todo el mundo regresa a casa con una sonrisa y, sobre todo, vuelve: «Eso significa que se están haciendo cosas bonitas aquí», afirma.
10.000 raciones diarias
al día
300 voluntarios
al día
16 furgones y furgonetas
cada día
En panadería, fruta y verduras o cocina casi 600 manos se afanan en dejarlo todo preparado para las furgonetas que repartirán las raciones en diferentes puntos de la provincia de Valencia. La falla les Barraques de Catarroja es una de ellas. Desde la puerta se ve directamente el barranco del Poyo, ahora convertido en un barrizal lleno de barro, coches y restos de árboles que la fuerza del agua arrastró.
El cuidado es máximo en las raciones que se mandan a las zonas afectadas, equilibradas nutricionalmente, y con servilletas, cubiertos y postre incluidos. Pero sobre todo llegan calientes a la zona, un detalle que puede parecer insignificante pero no lo es en lugares donde durante muchos días no hubo luz o agua potable y donde en muchos casos los electrodomésticos y cocinas se echaron a perder en la inundación.
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Entre quienes hacen bocadillos una palabra se repite: «ayudar». La repiten Remedios de 69 años o Fini de 67. Pero también Neus, una estudiante de fisioterapia que luego irá a la Universidad a estudiar. Ellas han llegado durante la mañana, cuando hay más actividad. Llanos es de las que siguen por la tarde pelando y partiendo ajos, dejándolo todo preparado para el día siguiente. «Lo están pasando muy mal y tenemos que ser solidarios», afirma. También está poniendo su granito de arena Iván, que junto a otros cuatro chefs de Málaga, se han organizado para desplazarse a Alicante a ayudar en las cocinas de AGS. O Vicente, profesor del ciclo de jardinería, que viene con su alumnado. «Han cambiado rastrillos y azadas por cuchillos y peladores, están contentos de ver que son útiles y pueden colaborar», afirma orgulloso.
Los voluntarios no paran, pero después del mediodía muchos retornan a sus casas y todo se queda más vacío. Pablo insiste en que siguen haciendo falta más voluntarios y que serán necesarios todavía durante mucho tiempo. Por eso hacen un llamamiento a más personas a unirse, incluso por la tarde, para poder seguir a pleno rendimiento hasta las 19 horas, cuando todo cierra para volver a abrir a las 9 un día tras otro y muchos más.
Desde primera hora de la mañana las furgonetas salen con la comida caliente, con bocadillos, turrón dulce, llenos hasta arriba de la solidaridad de los voluntarios. Al otro lado de la cadena, en Valencia, cientos de familias recibirán las raciones directamente o se repartirán a las personas mayores del barrio. Una cadena de solidaridad que une el aquí y el allí, cientos de manos que se ayudan unas a otras hasta salir del fango.
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Laura Velasco | Granada y Álex Sánchez
Juan Antonio Marrahí | Valencia
Borja Crespo, Leticia Aróstegui y Sara I. Belled
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