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La falla Les Barraques de Catarroja es un hervidero de gente. Voluntarios que organizan, otros que preguntan si pueden llevar comida a alguna persona mayor del barrio, y una cola larga de vecinos que se acercan a conseguir raciones, jabón o material para dejar listas sus casas. En este local que hace esquina no hace falta más que levantar un poco los ojos para darse cuenta de la magnitud del desastre que dejó el paso de la DANA por la provincia de Valencia. Enfrente se amontonan coches, restos de árboles, kilos y kilos de barro e incluso autobuses que fueron arrastrados por la fuerza del agua. Cualquiera diría que es el escenario de una película de tornados. Pero es muy real y está a apenas 20 minutos en coche del cap i casal.
Es a esta pequeña falla donde llegan algunas de las 10.000 raciones que los voluntarios preparan en Alicante Gastronómica Solidaria (AGS) cada día. Las primeras jornadas desde la entidad festera solicitaban mil. Ahora, conforme las familias limpian sus casas y recuperan poco a poco su vida -la normalidad tardará todavía semanas o meses en llegar- se han quedado en 500.
Cada mañana una quincena de furgonetas parten desde Alicante cargadas de cajas con paella, estofado, patatas fritas, hamburguesas o nuggets. Lo que haya de menú del día y que llega caliente en grandes cajas de corcho. El detalle parece insignificante, pero no lo es. Para AGS es prioritario que los platos lleguen a las personas como si estuvieran recién cocinados, como si hubieran salido de las cocinas de unas casas que, incluso cuando ya han pasado dos semanas desde el desastre, siguen sin estar del todo disponibles.
Vicent Ramiro es quien pone voz a un equipo de voluntarios que se dejan la piel. Él ni siquiera pertenece a la falla, pero su peluquería está cerca y desde el primer momento vio que este era el sitio en el que iba a hacer falta la ayuda. «Recogemos la comida caliente, fruta, verdura, luego vamos casa a casa repartiendo, este es un barrio de gente mayor y con casas viejas. Los primeros días por aquí no apareció nadie, hemos ido a repartir comidas a las casas por encima de los coches», explica.
Cada día salen de Alicante 14 furgonetas con 800 raciones cada una, y otras dos con capacidad de hasta 2.000. El reparto se hace directo a los pueblos con la ayuda de la Policía Autonómica, que permite el paso a zonas en las que todavía no se puede acceder con vehículo privado. De las que lleva el camión que va a la falla Les Barraques algunas se quedan en la nave industrial que la Cámara de Comercio de Alicante y Alicante Gastronómica han alquilado junto a la Cámara de Valencia y Gastrónoma.
Desde este local se reparte a los voluntarios que irán casa por casa acercando la comida a quienes todavía no pueden cocinar.
Durante la mañana José Vicente Zafra ayuda con su máquina de transportar palés a descargar los camiones que llegan. Él trabaja en la nave de al lado. En ese momento aparece un nuevo tráiler. «Va con productos de limpieza», explica el conductor. Sobre las paredes del remolque un cartel reza «ayuda solidaria de Valladolid para los afectados por la DANA».
Durante las últimas semanas se ha forjado una amistad muy especial entre los voluntarios de esta falla y el equipo de Alicante Gastronómica Solidaria, que sube cada día con la furgoneta llena. «Carlos y Jesús se han portado muy bien con nosotros desde el primer día», explica Vicent. Se refiere a Carlos Baño -presidente de la Cámara de Comercio- y Jesús Navarro -director de Alicante Gastronómica Solidaria- que cada mañana se suman a las labores de reparto a esta falla.
Nada más descender del vehículo hay saludos y abrazos. «Si hay algo bueno que sacar de esto es la unión», afirma Vicent. «Antes, cuando ibas por el barrio, casi ni te saludabas y ahora nos damos besos y abrazos». Es la vida que sigue abriéndose camino incluso en medio de la desgracia.
Pero el trabajo frenético continúa. Marta es guardia urbana de Barcelona y se ha cogido vacaciones para volver a su pueblo a ayudar. Se acerca a la falla preguntando por si le pueden dar una ración para llevar a José, un señor mayor que no puede salir de casa. Aprovecha para preguntar si después puede volver a echar una mano. «Te llevas más de lo que trabajas», afirma.
En la falla también entran varios niños de golpe. Alguien ha corrido la voz de que las raciones llevan nuggets y ninguno se quiere perder un plato que sabe a celebración. «Intentamos hacerles partícipes para que se sientan útiles, si se quedan en casa se aburren y es peor. El otro día iba un niño vestido de Capitán América y le decíamos '¡mira! para mover coches'. Se sentía superimportante», explica Vicent.
Este martes, Jesús ha añadido al camión un regalo para los voluntarios, varias cajas de Alhambra Especial. «Héctor me decía el otro día que daría lo que fuera por una cerveza y aquí las tienen», explica Navarro. Vistas y no vistas. El regalo es recibido con una celebración entre quienes pasan su día volcados en ayudar a los demás y las tardes arreglando sus propias viviendas y negocios.
En Catarroja quedan semanas para regresar a la normalidad. El barro sigue llenando cada rincón. Muchas personas han perdido sus coches o negocios, los supermercados siguen cerrados y el acceso es limitado. Pero la solidaridad no para, algo que no van a olvidar. «Estamos saliendo adelante gracias a la gente que aporta», insiste Vicent una y otra vez.
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Isaac Asenjo | Madrid y Álex Sánchez
Borja Crespo, Leticia Aróstegui y Sara I. Belled
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